El hallazgo de un cuerpo humano en avanzado estado de descomposición este lunes en un esqueleto urbanístico de A Coruña, en la avenida de Finisterre, devuelve a la actualidad de la ciudad una estampa que refleja cómo la crisis económica e inmobiliaria de finales de la primera década del siglo XXI dejó sin terminar miles de edificios residenciales, concluidos pero sin habitar algunos o con solo los huesos al descubierto otros.
Los coruñeses se han acostumbrado a vivir en los últimos quince años con dos de estos inmuebles contiguos en los números 376 y 380 de la avenida de Finisterre, entre A Fontenova y el polígono empresarial de Agrela. Han sido ocupados ilegalmente durante temporadas y, tras el rescate del cadáver esta semana por parte de los bomberos, se ve que al menos uno de los esqueletos, el más abandonado, estaba siendo usado.
Los dos edificios pertenecen a la Sareb, el llamado banco malo que surgió en 2012 para gestionar y liquidar los activos (préstamos e inmuebles) procedentes de entidades financieras que necesitaron ayudas públicas. Y el Concello ha estado interesado en algún momento en que la entidad estatal le cediese parte de las viviendas de uno de esos bloques para dedicarlas a alquiler social.
Por ello la alcaldesa, Inés Rey, intervino ayer por la mañana para reclamar a la Sareb la obligación de mantenerlos, conservarlos y vigilar su seguridad, sin reclamar esta vez la cesión de sus viviendas, como ocurrió hace dos años.
Derribo, recurso, negociación, cesión
La promotora inmobiliaria Teconsa puso en marcha los inmuebles en 2008, pero un año después quebró y más tarde fue liquidada. Solo pudo acabar parcialmente el bloque del número 380, cuyas viviendas fueron ocupadas en 2012 por antiguos residentes en el asentamiento chabolista de Penamoa, quienes fueron desalojados. En el otro solo se pudo terminar su estructura y nunca más hubo avances.
La Sareb se hizo con los inmuebles y en 2016 sacó a la venta el inacabado, que poco después retiró del mercado. En el mandato de Marea Atlántica el Gobierno local anunció su decisión de derribarlo, pero el banco malo presentó un recurso para impedirlo. Las dos construcciones se mantuvieron en pie, sin uso, como elementos extraños en una de las vías de acceso y salida de la ciudad.
El actual Ejecutivo municipal entró en escena a comienzos de 2023 después de haber iniciado negociaciones con la Sareb con el fin de disponer de algunas de sus propiedades en la ciudad para destinarlas a alquiler social. El Gobierno estatal había anunciado en aquellas fechas que la entidad le daría ese mismo uso a 50.000 de sus viviendas. El Concello de A Coruña solicitó en abril que se le cediera el mayor número posible en la ciudad, entre ellas las del 380 de la avenida de Finisterre.
Fachada principal del edificio casi terminado pero deshabitado de la avenida de Finisterre.
La petición fue rechazada por la Sareb con los argumentos de que los pisos no se encontraban en condiciones habitables, de que el inmueble seguía en obras y que sería necesario ejecutar además la urbanización del entorno. Solo dos meses más tarde, algunos de esos pisos fueron incluidos entre las 67 propiedades que la alcaldesa anunció que serían cedidas al Concello en plena campaña de las elecciones municipales de 2023.
La Sareb volvió a cerrar esa puerta y un año después informó de que respecto al inmueble de A Fontenova solo preveía venderlo y ofrecer al Concello y a la Xunta la posibilidad de que lo adquiriesen con carácter preferencial con respecto a otros compradores interesados.
Obras en marcha sin previsión de ocupación
Curiosamente hace un año apareció un anuncio de venta de grandes dimensiones delante del esqueleto del número 376, presente también en portales inmobiliarios, aunque la Sareb ordenó poco después se retirada. El edificio, de 3.855 metros cuadrados construidos y con capacidad para 134 viviendas, había sido valorado en 3,6 millones de euros y, debido a su estado de abandono, sus posibles compradores debían ser promotoras interesadas en acabar su construcción.
El banco malo atribuyó el anuncio a un error y aclaró que en el edificio contiguo, el finalizado pero no habitado, se iban a realizar los antes anunciados trabajos de urbanización, que en la actualidad prosiguen. Delante de la fachada principal se ha eliminado vegetación y dispuesto una explanada, pero no se han producido señales en los últimos meses que hagan pensar que el bloque vaya a ser terminado ni que haya interesados en hacerse con alguna de sus viviendas.