A partir de las diez de la mañana empieza a fluir la actividad en el Centro de Iniciativas Empresariales (CIE) Mans de A Coruña. El patio central cubierto recibe los primeros usuarios, que consultan el móvil y conectan sus tablets y portátiles en una mesa o un sofá; los despachos se ocupan; el estudio de grabación enciende las luces; se consumen los primeros cafés del día.
Jóvenes circulan por las distintas estancias del recinto del polígono de Pocomaco, allí donde se instalen o necesiten un servicio: una oficina, un aula de formación, el plató, el gimnasio, la zona de ocio. Nadie o muy pocos son conscientes de que Mans transita por los 20 años de trayectoria con las ideas y la colaboración como bandera. Y el éxito en el horizonte. El aniversario, de hecho, no se celebró; ahora el centro enfoca la fecha redonda de su cuarto de siglo, en 2029.
Fue en julio de 2004 cuando abrieron las puertas del CIE Mans. Tras cerca de cuatro años de obras en el antiguo almacén de distribución de Nestlé en la ciudad, arrancaba una aventura que se convertía en uno de los ejes de trabajo de la Fundación Paideia Galiza y tenía como impulsora a su fundadora, Rosalía Mera. Su fin no era otro que proporcionar "un espacio para las personas", para "la circulación de ideas y proyectos de negocio" y "la colaboración en el emprendimiento", repasa hoy el vicepresidente de la fundación, Guillermo Vergara.
Jóvenes reunidos en el patio central de Mans.
Hace ya 21 años Mans nacía como lo que en adelante se fue llamando centros de trabajo compartido, coworkings. Han surgido muchos, con frescura de ideas, también asentados en la ciudad. En el CIE de Pocomaco aparecieron algunos de los primeros usuarios de estos espacios colectivos diseñados para compartir iniciativas y actividad en un ambiente lo más adecuado posible.
"Oficialmente se puede decir que han pasado por aquí más de mil emprendedores, pero creemos que son más, el doble, los que han usado nuestros servicios", comenta Raquel Lagares, responsable del CIE Mans. "Sobre todo proceden de A Coruña y su área. Los primeros tres chicos en venir tenían una productora audiovisual, y pronto vinieron los responsables de Inusual [especialistas en integraciones audiovisuales y dispositivos electrónicos], que al salir de aquí se instalaron enfrente".
Presentación de un proyecto en el CIE Mans de Pocomaco.
La tecnología, el audiovisual, la artesanía o la economía circular fueron los campos habituales donde los primeros emprendedores trabajaron sus ideas, ámbitos que siguen presentes en la actividad del CIE. Aquí, donde los usuarios abonan unas tarifas de alquiler que les permiten contar con acompañamiento integral (internet, mobiliario, formación, asesoramiento), empiezan a crecer sus proyectos, y una vez madurados o expandidos sus autores se marchan, bien porque han evolucionado notablemente o necesitan otros espacios.
"El mérito es de quien viene a Mans, en el centro somos facilitadores. La creatividad se potencia cuando te rodeas de diferentes perspectivas"
"Decía Rosalía que la administración no proporcionaba el espacio suficiente o adecuado a quienes tenían dificultades formativas, físicas o de cualquier tipo para emprender, y aquí se pretendió siempre ofrecerlo, además de un apoyo polivalente". "Es un lugar de adaptación, porque aquí también se vive durante un tiempo. Se cuida el servicio, la estética, la calidad del espacio". Coinciden Owerd Ramos y María Fariña; él es el responsable del equipo IT de Fundación Paideia, ella está al frente de su equipo económico.
La "comunidad" de los 'coworkings'
Rosalía Mera se había inspirado en un centro comercial de Potsdam (Alemania) para dar forma al vivero de emprendimiento de A Coruña. Proyectaba una "visión de futuro". "Un espacio abierto donde circulasen y se encontrasen las personas y la gente conectase para no encontrarse sola a la hora de poner en marcha un negocio. Antes no había espacios colaborativos y hoy la oferta es muy buena, y los coworkings siguen siendo necesarios porque hacen comunidad para emprender", dice Vergara.
Entonces, hace veinte años, solo existía el vivero de empresas del iglesario de Agrela. "El concepto de la presencia marcaba mucho: estar, interactuar, compartir espacio, crecer juntos", recalca el vicepresidente de Fundación Paideia Galiza. Mans potenció ese presencialismo ofertando además jornadas de networking en los años siguientes, programando talleres, catas, encuentros musicales... "muchísima interacción e interdependencia".
En el ejercicio 2021-2022, por ejemplo, según la última memoria de Fundación Paideia hubo 90 solicitudes de espacio en Mans, salieron 20 empresas y se crearon 650 puestos de trabajo. Por los estudios pasaron más de 160 músicos en acciones formativas y más de 400 participaron en grabaciones. En este espacio se han celebrado ya tres ediciones del proyecto La Residencia en colaboración con Radio 3.
Usuarios de Mans se distraen en la zona de ocio del centro.
Los responsables de Mans quieren resaltar el valor del "talento" del que han sido testigos en estas dos décadas. "En el campo tecnológico parece que es más evidente porque la innovación tiene más visibilidad, pero en Mans hay casos de muy buenas evoluciones en otros terrenos", señala Ramos. "El mérito es de quien viene, nosotros somos facilitadores. La creatividad se potencia siempre que te rodeas de diferentes perspectivas", asegura Vergara.
Mans, al igual que el vivero de empresas de la Universidade da Coruña (UDC), figura entre los 100 mejores viveros de emprendimiento de España, según el ránking que cada año elabora Funcas.
"Colaboración con terceros"
Mans mira al futuro, a sus 25 años y más lejos. "Queremos ser un espacio colaborativo de verdad, con la sostenibilidad social, económica y medioambiental como valores del centro, con igualdad de oportunidades", proclama Lagares.
Ramos, Fariña, Vergara y Lagares alrededor del piano de los estudios Mans.
A Vergara le gustaría que el principio de la colaboración se reforzase más con terceros, tanto instituciones públicas como organismos privados: "Paideia es un espacio apropiado para organizaciones que a lo mejor no tienen los mismos recursos y herramientas que otras. Se trata de crear más alianzas: que a nadie le dé miedo estar aquí para poner en marcha una idea".
Para reforzar este fin emprendedor y de creación de empleo, el vicepresidente resalta la relevancia del plató y los estudios Mans como elemento "transformador", y del que le gustaría que la ciudad hiciese un "mayor uso" como "complemento de acompañamiento" para desarrollar su música y sus proyectos audiovisuales.
Músicos y responsables de Mans en una edición de La Residencia.
María Fariña apunta también que el crecimiento de Mans se ejemplifica en la actividad que se lleva a cabo en el espacio coworking de Padrón, situado en un histórico edificio rehabilitado donde tiene cabida el fluir de ideas "del ámbito rural, para que otras personas se nutran de talento y dispongan de oportunidades".