El sistema educativo español presenta problemas que tanto profesores como alumnos han denunciado en numerosas ocasiones, ya sea a través de manifestaciones, asociaciones o sindicatos. Sin embargo, quienes pueden solucionarlos no alcanzan las conclusiones adecuadas, a pesar de que la educación es esencial para construir una sociedad más justa.
A sus 69 años, Adela recuerda con emoción sus casi cuatro décadas en un instituto público de A Coruña. Se jubiló a los 60, "entre otras cosas, porque estaba un poco cansada de tener que enseñar valores que tienen que venir enseñados de casa". Sin embargo, habla de su profesión con cariño: "La enseñanza me gusta y siempre fui muy feliz. Creo que lo hice lo mejor que pude".
La escasa o nula ayuda por parte de la Administración
Ejercía como profesora de inglés de Secundaria y Bachillerato en un instituto con alumnado de diversas procedencias, marcado por la falta de ayuda de la Administración para atender esa realidad. "Mi centro estaba en una zona de mucha acogida de diferentes culturas y países. Todo eso requiere un esfuerzo por parte de la Administración, que no había", lamenta.
Recuerda con frustración la falta de apoyo ante casos especiales. "Tuve una alumna que había perdido visión, y no tuvimos ningún tipo de ayuda de la Administración. Ni siquiera reducir el número de alumnos. Fue la ONCE quien le proporcionó todo el material que pudiera necesitar. En mi caso me tuve que adaptar a unos materiales que ellos tenían".
Esa falta de ayuda la llevó a presentar un proyecto para elaborar material adaptado: "Pedí unos 4 meses de ausencia para elaborar material para estos casos, y presenté el proyecto para nada". El desencanto fue creciendo: "Llega un momento en que no hay esfuerzo de la Administración y de las familias tampoco, y eso te mina".
En las aulas de hoy conviven estudiantes con realidades muy diversas, cada uno con necesidades que requieren atención, recursos y tiempo, y negar esto es perjudicar a la sociedad. Adela está en lo cierto, porque la falta de apoyo por parte de las administraciones hace que los docentes trabajen al límite, mientras que las familias buscan soluciones como pueden.
"Lo más importante es atender a la diversidad, porque si le abres las puertas también le tienes que dar salida, y no puede ser de cualquier manera. Eso se lo tienen que meter en la cabeza nuestros gobernantes", dice rotunda.
Uno de los grandes caos del sistema educativo
Adela es tajante cuando analiza la situación actual. En su caso, que trabajaba en un instituto con muchos estudiantes de diversas procedencias, señala: "Llegan alumnos de otros países y por la edad los ubican en su curso, sin pensar en el nivel de escolarización. Y eso es inviable". Así, señala que para ella ese es el "mayor caos que tiene el sistema educativo".
Defiende la escolarización de personas de cualquier país, pero critica la falta de mecanismos para atenderlo. Por ello, defiende la creación de grupos de refuerzo específicos para quienes llegan con carencias en ciertas materias antes de incorporarlos al curso que les corresponde por edad. De lo contrario, en una clase hay muchos niveles, "y eso es inabordable".
A su juicio, los problemas estructurales de la educación vienen de lejos: "Yo empecé en los 80 con grupos enormes de 40 y muchos alumnos. La cosa mejoró, pero ahora se presentan unas casuísticas que en aquel entonces no teníamos y hay que adaptarse a ellas", afirma.
También critica las continuas reformas cada 4 años, en lugar de que "los de arriba" se sienten a atender las necesidades de cada centro concreto para proporcionar los recursos óptimos. "No todos los centros son iguales y eso hay que trabajarlo. Los de abajo les damos los datos y ellos tienen que sentarse y llegar a conclusiones", dice una rotunda Adela.
También se muestra muy crítica con el concepto de "éxito escolar" basado en facilitar la promoción de curso. "Permitir que un alumno pase de curso con dos asignaturas pendientes es una falacia, es engañarte. Cada persona va a su ritmo, y eso no es educar en responsabilidad".
Y añade: "La educación y la sanidad son intocables; son los cimientos de un país. Cuando haya un político que se convenza de eso, tendremos futuro".
La importancia de tener unos valores inculcados
Más allá de los fallos del sistema que urge, y mucho, resolver, Adela cree que también es de gran importancia atender al deterioro social: "La falta de educación y de respeto es otro gran problema, porque con eso no se puede trabajar", afirma.
Recuerda que siempre escribía una palabra en la pizarra: 'Respeto' y que esta permanecía durante toda la clase. Apunta que en la actualidad las familias están más vinculadas a la escuela que antes, participando en el AMPA o en los consejos escolares. Sin embargo, cree que en los últimos años ha habido cierta desmejora en la forma de comportarse de los niños, tanto en el aula como entre compañeros.
La felicidad de enseñar
A pesar de las críticas y de mostrarse contundente frente a lo mucho que tiene que mejorar el sistema educativo, Adela habla de su profesión con cariño y gratitud. "Ser profesora era mi meta. Yo fui muy feliz dando clase y disfruté mucho con mis alumnos", dice contenta recordando su trayectoria.
Recuerda con especial emoción a uno de sus alumnos, un chico senegalés que trabajaba y estudiaba al mismo tiempo para ayudar a su familia. Ella accedió a darle clases una hora libre porque él tenía interés en aprender, y acabó sacándose el Bachillerato. "Es una lección para los otros chavales", opina.
Y sentencia su firme opinión frente al sistema educativo: "No hay ideología que valga en la educación, hay necesidades que abordar".
