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Frescos, crujientes y calentitos: los churros de La Quinta son los más buscados en Santiago

Este negocio familiar de tradición ambulante elabora más de 15.000 al día. Está claro que se venden como... ¡Churros!
@churrerialaquinta
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Aunque La Quinta abrió sus puertas en primavera de este año, lo cierto es que este negocio familiar comenzó su actividad en 1842, cuando el tatarabuelo de Ibai Castiñeiras - actual responsable del negocio - instaló su primer puesto de churros ambulante en la feria de Pontecesures.

Más de 180 años después, la quinta generación de la familia continúa con la misma esencia de este negocio pero adaptándolo a los nuevos tiempos con el objetivo de establecer un concepto de marca fácilmente reconocible que pueda permitir su expansión. Por ahora, podemos disfrutar de los churros de La Quinta en el número 42 de la rúa Calderería.

Como es lógico, la transición del formato de negocio supuso un gran cambio porque "cuando vas con la caravana a una feria, es un puesto temporal de unos pocos días y después tal vez no vuelves hasta pasados meses o años", explica Ibai. En cambio, un negocio que abre todos los días de la semana con horario continuo de 8:00 a 21:00 horas es, claro, otro cantar. "Aunque trabajar en una feria ambulante es muy sacrificado, tener un local fijo implica una constancia diaria", afirma.

Nos cuenta Ibai que el secreto del éxito de estos exquisitos churros se ha mantenido generación tras generación y deja muy claro que "no son solamente una masa frita de harina, agua y sal", sino que conllevan un gran trabajo en el que influyen las cantidades de materias primas, la temperatura del aceite, la humedad en el ambiente, el tiempo de amasado… "Son muchos los factores que hemos aprendido observando y escuchando durante años a las y los maestros de la familia", recalca, "porque esa experiencia no está escrita en los libros de recetas".

Clásicos con azúcar y canela, bañados en diferentes intensidades de chocolate, cubiertos con toppings, rellenos de sabores... en La Quinta hay un tipo de churro fresco, crujiente y calentito para cada persona. Y para acompañarlos, además del chocolate caliente - clásico o clarito -, también proponen infusiones, batidos, refrescos y un café de especialidad importado directamente desde Perú y elaborado con un tueste propio.

Si le preguntamos a Ibai por la acogida de estos primeros meses de actividad tiene claro que están "encantados, recibiendo cada día la visita todo tipo de público: niños con su familia, estudiantes universitarios, parejas de jubilados, turistas que nunca antes habían probado los churros…". De hecho, las cifras hablan por sí solas: cada fin de semana se venden una media de 15.000 churros y 2.000 chocolates calientes.

La estética del local tampoco se ha dejado al azar y una cocina abierta ubicada en la entrada permite observar todo el proceso de elaboración del producto, invitando a entrar por la curiosidad y por ese riquísimo e irresistible olor a dulce. Ya en el interior, un espacio luminoso combina lo clásico con lo moderno. "Queríamos que evocase nuestra larga historia y por eso el suelo recuerda a las plazas de los pueblos, hay toldos similares a los de los puestos ambulantes...", cuenta, "y un mural en el que están representadas todas las generaciones de la familia". Cabe destacar que el local es pet friendly.

Pero además de poder acercarnos a una de las calles más históricas de la ciudad, La Quinta también ofrece sus churros para delivery a través de la plataforma Just Eat o take away en cajas o conos, rindiendo homenaje a su pasado ambulante. En Santiago, gracias a La Quinta, si quieres churros los tienes. Siempre.

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