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Morada das Palmas en Ortigueira (A Coruña): Estancia idílica en una casa señorial del XIX

El inmueble se alquilará completo para estancias de fin de semana o vacaciones y albergará picnics, presentaciones, conciertos o sesiones vermú para el público local. Pertenece a una pareja integrada por una gallega y un sudafricano que la están rehabilitando con ayuda de amigos y familiares
Morada das Palmas en Ortigueira (A Coruña).
CEDIDA
Morada das Palmas en Ortigueira (A Coruña).
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La parroquia de San Adrián en Ortigueira (A Coruña), contará en 2024 con un lugar muy especial: la Morada das Palmas. Ya está en proceso de rehabilitación y se trata de una casa del siglo XIX que inicialmente perteneció a unos marqueses que pasaban el verano en Galicia y que luego pasó a manos de una familia, la misma que ha vendido este especial inmueble a la ortigueiresa Cristina de Vierna, que la alquilará para estancia de extranjeros que trabajen en remoto y familias fundamentalmente, aunque también se plantea albergar retiros o presentaciones, además de picnics, pequeños conciertos o sesiones vermú para la gente local.

La historia de la gallega con la casa es la de un idilio que a riesgo de parecer imposible en un inicio, la buena suerte hizo que se convirtiese en una realidad. Los responsables son ella y su pareja, a la que conoció en Sudáfrica en una estancia laboral hace años, y desde aquella no se separaron. El dinero del que disponían para este proyecto lo han gastado en la compra de la casa, por lo que ahora la están dotando de una nueva cara con sus propias manos y la ayuda de amigos y familiares.

Se llama Morada das Palmas porque querían un nombre gallego y que evocara personalidad, algo que ya tiene de por sí la casa, que está ubicada en una imponente finca de una hectárea y con dos grandes palmeras que la protegen y que tienen alrededor de 250 años. En esta superficie también se encuentra una muralla con valor histórico y unas inmejorables vistas a la ría de Ortigueira.

Foto: CEDIDA

Vuelta a los orígenes y un proyecto vital

Cristina de Vierna llevaba desde 2014 viviendo fuera de España, casi una década desde que se marchó de Galicia a Madrid para estudiar una carrera, que a su vez le llevó a un Erasmus en Berlín que le hizo quedarse en Alemania durante cinco años "sin perspectivas de volver a casa", aunque con la idea siempre en mente de comprar una casa en su tierra para ir cuando pudiese. En 2019, la empresa alemana para la que trabajaba la envió a Sudáfrica, y lo que iban a ser cuatro meses se convirtieron en cuatro años, y la casualidad o el destino hicieron que conociese allí a su actual pareja.

Vivir la pandemia en Sudáfrica y pasar casi dos años sin poder ver a su familia le hicieron tomar un nuevo rumbo vital, por lo que la pareja decidió volver a España y trabajar en remoto, una decisión que finalmente les llevó a Galicia por su carácter activo con inquietudes como el surf o la montaña. "Hace años tenía muchas ganas de viajar y de irme de Galicia, pero ahora quiero casa aquí y no solo como proyecto de turismo, sino como proyecto vital", explica la responsable de Morada das Palmas.

Su historia con la casa que en 2024 funcionará como alojamiento, comenzó hace uno años cuando se enamoró de ella al verla en venta, aunque ya conocía su existencia dado que su casa familiar está a unos 2 kilómetros. "Siempre que pasaba por delante decía que era la casa de mis sueños. La casa no se vendió y el año pasado seguía en venta y llamé al propietario. Fui a verla sin expectativas porque sabía el precio y no podía asumirlo, pero cuando hablamos con el dueño le fui sincera con lo que podía permitirme, una cantidad menor de por la que la vendía", explica.

Foto: CEDIDA

Finalmente el dueño cedió porque le gustó que ella fuera de la zona y el proyecto que planteaban, por lo que la vendió por un precio algo más alto de lo que De Vierna ofreció en un inicio por esta casa del siglo XIX, que antes de pertenecer al marquesado fue parte de las denominadas Escolas Pías, donde se enseñaba a los niños pobres de las aldeas. Tras una odisea de casi 10 meses para gestionar la compra-venta y la hipoteca, el 1 de marzo se produjo la firma y ahora han empezado a publicitar el proyecto y la rehabilitación del inmueble en redes para que el público interesado siga todo el proceso.

Foto: CEDIDA

Seis dormitorios, cocina de leña, lareira y decenas de árboles frutales

Foto: CEDIDA

El jardín de una hectárea de la Morada das Palmas invita a perderse, así como invitan a quedarse los 250 metros de cada una de las plantas de la casa, que cuenta con seis dormitorios y tres baños. "A esta casa no hay que hacerle nada que no pida, no vamos a tirar muros ni hacer reforma integral, vamos a darle un lavado de cara pintándola, aportarle luz y mezclar elementos modernos con los que ya tenía la casa antiguos", detalla De Vierna, mientras pone en valor que a su vez sacarán partido a elementos característicos ya existentes como la lareira o la cocina de leña.

El rincón más especial de la casa para los nuevos dueños son las habitaciones del piso superior, de techos altos y grandes ventanales por donde entra luz prácticamente todo el día iluminando los suelos de maderas nobles y que dan a la ría y a la iglesia de San Adrián. "En el jardín te sientes que saliste a pasear incluso fuera de la finca y que haya un muro te da privacidad. Vamos a alquilar la casa entera, no vamos a hacer proyecto de hotel", aseguran.

Foto: CEDIDA

Las redes del alojamiento están mayoritariamente en inglés porque es el idioma en el que se comunican Cristina y su pareja y porque reconocen que quieren atraer a un público más internacional por las características de la casa. "Queremos atraer a gente extranjera que trabaja en remoto para que tenga un sitio para descansar, surfear...grupos de amigos sobre todo", concretan.

En un futuro aún lejano la pareja se plantea dedicarse al negocio por entero, aunque de momento siguen con sus respectivos trabajos de marketing y diseño gráfico, y valoran organizar actividades para complementar con la oferta del alojamiento. Alquilarán la casa en las temporadas en las que no puedan estar ahí pero la finca siempre tendrá una parte de ellos y su historia personal ya que luce en ella una bandera de Sudáfrica.

Foto: CEDIDA
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