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Cole Brauer, única mujer en la Global Solo Challenge de A Coruña: "No doy la imagen de marinera"

La estadounidense es la única mujer que participa en la regata que tiene salida y meta en A Coruña, y ha vinculado su travesía a dos fundaciones que luchan contra el acoso y el abuso sexual en su deporte
Cole Brauer en su barco
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Cole Brauer en su barco
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Dar la vuelta al mundo en solitario y sin escalas es el reto que plantea la regata Global Solo Challengue, que tiene salida y llegada en el Puerto de A Coruña. De esta prueba participan 20 patrones de distintas nacionalidades y entre ellos se encuentra solo una mujer, Cole Brauer, que además es la más joven a sus 29 años. La estadounidense ha estado este mes de octubre en la ciudad preparándose para la prueba y este sábado emprenderá el viaje que la tendrá alrededor de tres meses en el océano.

El 26 de agosto salió del Puerto de A Coruña el primer participante de esta regata, y desde entonces se han sumado a la travesía un total de siete. La salidas se realizan de forma escalonada según las características de las embarcaciones y el sábado le tocará el turno a Brauer, que abandonará la ciudad a bordo de su velero First Light. Junto a ella, otros cinco capitanes dejarán el muelle este día.

Los barcos que dejan el Puerto de A Coruña navegan primero hacia el Cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica; posteriormente continúan su travesía hacia el Cabo Leeuwin, en Australia; hasta llegar y pasar el Cabo Hornos, en Chile. Desde Allí emprenden el viaje de vuelta para atracar de nuevo en la ciudad herculina.

Se trata de un recorrido que los barcos tardarán en completar una media de 222 días y se estima que en marzo de 2024 habrán finalizado todos los participantes. Brauer calcula que estará entre tres y cuatro meses en el océano. Una aventura por la que se siente "muy emocionada y con muchas ganas", ya que desea cumplir el reto de ser la primera mujer estadounidense en dar la vuelta al mundo en solitario.

Y es que Brauer está muy comprometida con la lucha por los derechos de las mujeres en este deporte y, de hecho, ha vinculado su viaje a dos fundaciones que luchan contra el abuso sexual en esta disciplina. Hablamos con ella antes de su partida para saber cómo está siendo la recta final de su preparación y cómo comenzó a navegar en solitario. Durante la conversación reflexiona sobre la importancia de que las mujeres cuenten con referentes femeninos que rompan con el estereotipo de que determinados trabajos o prácticas no son para ellas.

Cole Brauer en una travesía en solitario (cedida)

Pregunta: Llevas casi un mes en A Coruña y ya estás a punto de embarcarte para comenzar este largo viaje en el que darás la vuelta al mundo, ¿cómo te sientes? ¿Habías estado antes en la ciudad?

Respuesta: ¡No había estado nunca! Sí que había estado en España, en Palma, y cuando llegué a A Coruña hacía sol y calor y pensaba que era siempre así, pero ahora veo que no (risas). Respecto a mi estado de ánimo... cambia cada día. A veces estoy muy emocionada y otras estoy tan concentrada en dejar el barco preparado que me siento también cansada. Creo que en las horas que me quedan para partir, ahora que ese trabajo en el barco se ha calmado un poco, voy a poder concentrarme realmente.

P.: Ya partes este fin de semana, el mismo sábado...

R.: Este fin de semana sí, la cuenta atrás ha empezado. La verdad es que llegué a A Coruña a principios de octubre y en ese momento tenía muchas ganas de partir ya porque me sentía muy preparada. Ahora, como llevo unas semanas aquí, estoy más tranquila y no me siento nada nerviosa por la prueba en sí. Me pone algo nerviosa lo que pueda pasar en el barco, que se rompa algo, o el tiempo que haga... pero por la prueba no.

P.: ¿Cuáles dirías que son los principales retos y riesgos de esta travesía?

R.: No creo que haya muchos riesgos. Es decir, los hay en cuanto a que el barco puede hundirse, o puede romperse algo... pero yo sobre todo veo que esta prueba es una gran oportunidad personal. Creo que simplemente el salir y haber dicho que quería participar de esto me coloca en un buen escenario. Creo que después de enfrentarme a esto podría ir a cualquier sitio.

P.: Haciendo ahora otro largo viaje, pero hacia el pasado, ¿cómo comenzaste a navegar?

R.: De joven trabajé en un barco de pesca y una de las cosas que más me atraía de ese mundo es que la sensación de comunidad allí era muy fuerte. Pero cuando dejé mi pequeño pueblo la comunidad de pescadores que conocía ya no estaba allí, sin embargo sí que encontré una comunidad de navegantes. Así que cuando fui a la universidad me uní a un equipo de vela y comencé a navegar allí. Lo que pasa es que siempre tuve la sensación de que quería hacer más, pero para hacer más tenías que rogarle a la gente que saliera a navegar contigo, o tenías que intentar subirte a los barcos de otras personas. En cambio, cuando navegas sola, eres solo tú. Puedes salir a navegar y ya está.

Cuando navegas con otras personas haces solo tu trabajo. En cambio, cuando vas sola, tienes que hacerlo todo tú, tienes que aprenderlo todo.

P.: Entiendo la sensación, cuando yo comencé a escalar no conocía a mucha gente para salir siempre fuera y tomé la decisión de probar a hacerlo sola. Es una sensación muy poderosa.

R.: ¡Sí! Sientes que has logrado algo diferente en comparación a cuando sí dependes de otras personas. Aunque colaborar y depender de otras personas también está bien. También navego con lo que llamamos "tripulación completa", y cuando hay mucha gente a bordo es genial, no me malinterpretes. También es increíble que puedas confiar en tantas otras personas. Lo que ocurre es que cuando vas con otra gente haces solo tu trabajo, te vuelves muy especializada, pero te pierdes muchas cosas. En cambio, en la navegación en solitario tienes que hacerlo todo tú, tienes que aprenderlo todo y todo es un arte. Incluso si no quieres aprender electricidad, o motores, o compuestos, que es como pegamento, y cosas así, tienes que hacerlo para sobrevivir.

P.: En ese sentido, ¿cómo fue tu primera experiencia viajando sola en barco?

R.: Pues fue hace ya bastante, en Estados Unidos, ¡y fue horrible! Mucha gente lo vive como una experiencia catártica, pero para mí fue muy estresante y muchas cosas salieron mal. Tuve que atravesar un canal que tenía mucha corriente. Al principio pensé que lo había planeado todo correctamente, terminé con la brisa detrás de mí, lo cual estuvo bien, pero luego se me puso la corriente justo enfrente, en la dirección opuesta a la brisa, y eso es fatal. Cuando hay brisa y corriente opuestas se forman olas. El barco se elevaba y estrellaba todo el tiempo. Pensé que la noche no iba a terminar nunca. Pero finalmente salió el sol, y hay algo realmente hermoso en esa primera luz del día. Las últimas ocho horas ya no parecen nada. Es como si hubiera sido un sueño. Así que el final sí que fue agradable.

P.: Creo que es importante hablar de estas primeras veces que no son perfectas, en las que incluso lo pasas mal, pero que aún así contienen algo bonito, una sensación, que te empuja a querer intentarlo de nuevo.

R.: Estoy totalmente de acuerdo. La experiencia en sí es dura, sufres, respiras con dificultad y estás trabajando muy, muy duro, pero, de repente, sucede que sale bien, y durante todo ese proceso estás tan presente... No puedes pensar en nada más porque estás completamente presente en lo que estás haciendo. En ese momento tan específico tu cerebro está en silencio. Luego regresas a casa y coges el móvil y dices "oh, recibí dos correos electrónicos y tengo mensajes de texto...", pero hasta ese momento solo tienes esa tarea entre manos. No hay nada más. Esa es la mejor parte.

Si miras alrededor de la flota verás que la mayoría son hombres mayores que se financian por sí mismos. Yo no tengo dinero, pero me patrocinan. No podría hacerlo de otro modo.

P.: Volviendo a la prueba que enfrentas ahora. Tú eres la única mujer que participa, y la más joven, ¿cómo valoras la situación de las mujeres en esta disciplina?

R.: Sí, creo que a los chicos les sorprende un poco que no haya más mujeres en esta prueba porque hay un grupo enorme de mujeres en el mundo de la navegación. Yo creo que todo se reduce a discrepancias salariales. Los altos mandos de las empresas son en su mayoría hombres. Si miras alrededor de la flota verás que la mayoría son hombres mayores que se financian por sí mismos. No es un evento patrocinado, sino que son los competidores los que tienen patrocinios. Yo, por ejemplo, no tengo dinero, pero me patrocinan, no podría hacerlo de otro modo. Es una carrera asequible en comparación con otras, pero sigue siendo increíblemente cara.

De hecho, una de mis mejores amigas tuvo que dejarlo para buscar un trabajo de oficina y poder pagar las cuentas. Yo tengo mucha suerte, a mí no me pagan por hacer esta carrera, pero tampoco tengo que pagar por la comida. Además vivo en una furgoneta, no pago alquiler, ni tengo novio, y mi familia goza de buena salud, así que lo tengo más fácil. Pero muchas de mis amigas no tienen eso, trabajan todo el día en el barco, que es duro, porque trabajas con las manos todo el día, y luego llegas a casa y tienes que preparar la cena. Nosotras llegamos a casa y tenemos que seguir siendo la novia feliz.

P.: Además, cuando pensamos en alguien embarcándose en una aventura de este tipo imaginamos casi siempre a un hombre.

P.: Totalmente, es verdad. Se han escrito muchos libros sobre navegantes solitarios, y todos eran hombres. Recuerdo uno de estos libros que se llamaba literalmente The Voyage of Madmen (El viaje del hombre loco). Así que se perpetúa esta idea de que el lobo solitario es siempre un hombre. Como mujer, te quedas en casa, tienes hijos, te casas... Yo tengo amigas estupendas y estamos muy unidas, pero no me importa estar sola. Igual lo que ocurre también es que las mujeres somos más "listas" y no queremos ponernos en riesgo haciendo cosas peligrosas. Si es así, igual yo soy algo más tonta, claro (risas).

Hay hombres que me preguntan: "¿Dónde está el patrón del barco?", y cuando les digo que soy yo responden que soy demasiado pequeña.

R.: Por un lado se encuentra ese factor económico, que está siempre detrás de todo y, claro, a eso se suman los roles de género tradicionales sobre lo que debería o no debería hacer una mujer, que siguen pesando.

R.: ¡Sí! De hecho, mi madre tiene tantas ganas de que tenga bebés... Está constantemente presionando y yo le digo "sabes que estoy bien, soy feliz". Ahora está mejor y más conforme, porque se ha dado cuenta de que esto es grande, pero le ha llevado diez años entenderlo. Yo siempre digo que para mí sería maravilloso tener un papá que se queda en casa y que me cuida y me lava la ropa mientras yo puedo ir a trabajar y a ensuciarme las manos. Pero nadie ha querido hacer eso aún, aunque estoy abierta a propuestas (risas).

P.: Dejamos ahí la oferta en el aire...

R.: ¡Mejor no! Ya tengo mucho caos en mi Instagram, no quiero recibir ofertas raras... La verdad es que está en estos años estoy conociendo a mucha gente de todo tipo y por regla general las mujeres son muy buenas conmigo, pero luego llegan hombres que preguntan, "¿dónde está el patrón del barco?", y cuando les digo que soy yo responden que soy demasiado pequeña. Creo que muchos hombres me odian. Sobre todo tengo seguidoras femeninas. Y creo que es porque no doy la imagen de marinera, no cumplo con el estereotipo de mujer marinera. Creen que una marinera típica no puede parecer una mujer. Y yo subo fotos con vestidos, o maquillada...

Me pasó que subí una publicación en la que salía arreglada, algo "sexy", y mi Instagram explotó. Recibí muchísimos comentarios negativos de hombres. Uno me dijo: "No eres una mujer de verdad, una mujer real estaría en casa con su esposo". Recibí tantos comentarios desagradables, incluso amenazas de muerte, que decidí hacerme un perfil personal y cerrado. Estas experiencias me han llevado a tomar decisiones como priorizar a las mujeres en mi equipo. Mi equipo médico está compuesto solo por mujeres.

Algunos hombres se aprovechan y piensan que porque estés siendo amable y pasando un buen rato quieres algo más.

P.: Entre esas decisiones también se encuentra la de vincular este viaje con asociaciones que luchan contra el abuso sexual en mujeres en este deporte.

R.: Sí, trabajo con dos fundaciones. Este deporte está dominado por hombres, y a nivel profesional pasamos mucho tiempo juntos compartiendo espacios, dentro y fuera del barco. Salimos de fiesta, cenamos juntos... Y muchas veces ocurre que algunos de estos hombres se aprovechan y piensan que porque estés siendo amable y pasando un buen rato quieres algo más. Pero a nosotras nos forman para sonreír y ser cordiales, nos educan para sonreír. Como una camarera que sonríe a sus clientes. Si comparto casa con mis compañeros de equipo y uno se mete en mi habitación y me dice "he visto como me mirabas"... pero tú no has sido amable con esa intención, solo has sido amable. Te quedas en shock.

P.: Pero aún así sientes culpa y te cuestionas...

R.: Exacto, piensas: "¿Hice algo mal? ¿De verdad le di a entender algo?". Por eso apoyo a estas organizaciones, porque los casos de abuso y agresión sexual se dan demasiado a menudo. Una de ellas se llama Thriving, not surviving, y la creó junto a su padre una mujer estadounidense que fue violada en un evento de vela en Europa. Por el cambio de jurisdicción no consiguieron que el caso prosperara y fundaron la organización para evitar que casos así se repitan. La otra es Safe Sail, que surgió de una especie de MeeToo en esta comunidad el pasado mes de abril. Todo estalló por una mujer que escribió una carta anónima explicando que estaba harta de que la manosearan. Los hombres se pusieron a decir: "¿Quienes son estos tipos? Hay que matarlos", y para nosotras era como "no entendéis nada, os estáis focalizando en lo que no es, es una estructura, no son unos pocos tipos, son muchos y somos muchas".

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