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Ecológicos y con sabor a lo que llevan: Así son los productos de la gallega Orballo

La marca nació en 2012 en Paderne con el objetivo de aprovechar las oportunidades de la tierra de Galicia de una forma respetuosa con el medio ambiente. Ahora, sus infusiones y especias ganan adeptos día a día
Un trabajador en una de las plantaciones de Orballo.
Un trabajador en una de las plantaciones de Orballo.
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Orballo nació en Paderne, en plena Reserva Mundial de la Biosfera Mariñas Coruñesas e Terras do Mandeo, y su producto está estrechamente vinculado al área en la que es cultivado. Los tes y especias de esta marca gallega son ecológicos, sostenibles y crecen en el rural gallego, ámbito que sus responsables quieren poner en valor.

Gerardo Lagares creó Orballo Innovaciones Forestales en 2012. "Estaba trabajando en Madrid y quería volver a Galicia, aprovechar esta tierra tan rica que tenemos y las posibilidades que ofrece", explica el responsable de comunicación de la marca, Óscar Torres. La idea inicial era recuperar los montes abandonados o aquellos con plantaciones de eucalipto, "una especie invasora que genera problemas", y hacer crecer en ellos diferentes especies de árboles. Este proyecto derivó hacia las aromáticas: la empresa comenzó cultivando una hectárea y ahora ya trabaja 20, tanto para infusiones como para condimentos.

La pimienta blanca ecológica de Orballo.

Orballo no usa ni fertilizantes, ni herbicidas, ni aromas o cualquier otra sustancia química para hacer crecer sus plantas. "Cultivar ecológico significa ser respetuoso con el planeta y con las personas. No hay nada químico en ninguno de nuestros productos", indica Torres. La compañía gallega también abraza el concepto residuo cero o cero waste y no usa plásticos en sus embalajes en una clara intención de "cuidar los detalles".

Variedad de productos

El cultivo de te de Orballo es el primero certificado ecológico de Europa y el primero normal en el contienente, ya que hay algunos para la venta en las islas Azores. Además, hay varios jardines de te, pero se trata de gente que los tiene para autoconsumo.

"La camelia es un arbusto que está en Galicia desde hace muchos años y a la que nunca se le dio el uso del te. Viendo esta oportunidad, empezamos proyecto de investigación para validar la tesis de que sí se podía cultivar el te en Galicia", comenta el responsable de comunicación de Orallo. Los resultados del estudio fueron positivos: el cultivo es rentable y puede llegar a ser un motor económico. "Tenemos cuatro hectáreas de te. Intentaremos sacar este año el producto. El problema es que hay poca información sobre el procesado, es un proceso muy complejo", lamenta Torres.

"Nuestras infusiones no tienen nada que ver con una convencional, saben a lo que llevan. Las plantas tienen sus propiedades, pero queremos que la gente se tome una manzanilla porque le gusta y no porque le duele la barriga", reivindica el portavoz de la compañía gallega. Los nombres de los productos hacen referencia a sus propiedades de una forma "divertida y desenfadada". Pero que riquiña Carmiña es una infusión con cola de caballo, un diurético muy relacionado con el concepto detox, y lleva ese nombre "para darle algo de juego". La fresa que te besa, Calma tu karma, Depura con locura, Calienta que alimenta o Duerme conmigo son algunos de los originales nombres con los que Orballo conquista el paladar de los consumidores. Las bolsas que contienen estos productos también son especiales: están hechas de maíz y son biodegradables.

Como novedades, la firma planea sacar este año una infusión llamada Descaradamente sexy y otra más en Navidades a la que todavía no ha bautizado. Además, su te ecológico estará disponible desde finales de este verano. "En Galicia están las meigas, y ellas vienen por algo: tenemos un potencial enorme en plantas aromáticas y medicinales. Es una tradición que se ha ido perdiendo, pero nosotros queremos aprovechar los cultivos que se dan aquí", explica Torres. Alguno de los ejemplos que propone como productos que es necesario valorar más son la albahaca o la variedad de orégano que nace en tierras gallegas, con "una calidad increíble".

"Cuando empezamos a cultivar perejil, cosechamos una tonelada para vender en botes de 16 gramos. Al final, acabas tirando con tu trabajo. Con el tiempo, pensamos que primero hay que vender y después plantar", reflexiona el responsable de comunicación y marketing de la marca. No todo lo que venden procede de los campos de Orballo, pero estos productos les sirven de "laboratorio" para comprobar qué variedades les interesa "escalar", como la salvia, el tomillo, el orégano o la albahaca. "Hay muy pocos productores certificados en ecológico", lamenta Torres.

La empresa

Orballo quiere que su filosofía de trabajo se explique desde "una perspectiva moderna". Muchos de los empleados trabajan "deslocalizados" y por objetivos, una manera de respetar a las personas y sus tiempos. La firma se apoya mucho en el uso de la tecnología y la juventud de su plantilla es una ventaja: la media de edad de los trabajadores el año pasado era de 26 años.

Entre diez y 14 de los empleados son fijos, mientras que para las cosechas la empresa recurre a jornaleros que trabajan las diferentes especies. "Estamos cerrando el ciclo de esas personas y consiguiendo que trabajen casi todo el año, que es el problema que tienen", indica Torres.

Los responsables de la marca gallega están "muy contentos" con la acogida de la gente, algo perceptible una facturación que crece año a año. Los productos de Orballo están a la venta a través de su página web, en 14 puntos de El Corte Ingés a nivel nacional y en los supermercados Vegalsa-Eroski, a los que están muy agradecidos por haber apostado por ellos. Aunque Galicia es el mercado en el que están más fuertes, también tienen bastante presencia en Cataluña, Madrid y Cantabria y venden en México, Alemania y Finlandia.

Una trabajadora bajo el 'orballo'.

"Las visitas están cerradas por coronavirus. El año pasado lo hicimos en verano y funcionó bien", explica Torres respecto a la posibilidad de conocer más de cerca las plantaciones de Orballo en Paderne. Esta actividad cuesta entre diez y doce euros y permite a los asistentes probar todos los productos de la marca y conocer cómo se cultivan. Una buena oportunidad para aquellas personas interesadas en lo ecológico y en ver hasta qué punto las meigas tenían razón cuando empleaban productos autóctonos para hacer su magia.

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