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Regalar es vida, y más cuando se trata de nuestro tiempo. Muchas personas deciden implicarse en acciones sociales para ayudar a hacer del mundo un lugar mejor. En A Coruña existe un gran tejido de asociaciones que trabajan para mejorar la vida de distintos colectivos. Con motivo del Día Mundial del Voluntariado, que se celebra cada año el 5 de diciembre, hablamos con tres personas que no dudan en sumar su grano de arena ayudando en la ciudad.

Mari Carmen lleva 13 años participando como voluntaria en el Banco de Alimentos Rías Altas. Decidió implicarse tras el fallecimiento de su marido, buscando una excusa para salir de casa y, al mismo tiempo, para ayudar a los demás. "Colaborar te acaba enganchando", confiesa. Ella trabaja en el almacén que tiene la organización en A Grela: "Hacemos los palés con la mercancía que donan los supermercados para hacer llegar los alimentos a las entidades".

Esta gallega explica que participa tres días a la semana unas cuatro horas, y que en la nave conviven unos 10 voluntarios: "Estamos todos muy contentos. Acabamos de hacer la Gran Recogida, a la que se apuntó muchísima gente para ayudar en los supermercados". Para ella, lo mejor de hacer voluntariado es la satisfacción que siente al saber que está trabajando para gente que no tuvo la misma suerte que ella. "Son personas que lo necesitan, y aunque no cobres nada, esta es la satisfacción que sientes. Al final del día dices: 'Hice una buena obra'".

Invertir tu tiempo en ayudar a los demás

Laura Camila llegó hace dos años a España desde Colombia, esta abogada penalista lleva desde los 15 años realizando voluntariados, ahora en A Coruña colabora en actividades relacionadas con juventud e inclusión social dentro de Cruz Roja. "Estoy en proyectos con infancia hospitalizada, apoyo escolar y en Pineo, que consiste en actividades de ocio los fines de semana", cuenta.

La joven confiesa que la imagen que tenía al principio de Cruz Roja estaba vinculada con las labores de socorros y de auxilios. "Rellené un formulario en la web y, cuando me llamaron para hacer la entrevista, descubrí todas las posibilidades que tienen y, cómo les dije que me sentía más cómoda trabajando con jóvenes, me derivaron a la parte de juventud", explica.

Tiene claro que, para ella, participar en estos proyectos genera una satisfacción interna y, al mismo tiempo, es un aprendizaje recíproco: "Al trabajar con niños te diviertes un montón y aprendes de ellos. Siento que estoy invirtiendo mi tiempo libre en compartirlo con otras personas. No lo concibo como si regalara mi tiempo, sino que simplemente voy a divertirme con ellos".

"Pones los pies en la tierra"

Beatriz Benito es voluntaria desde hace más de veinte años de la Asociación Española Contra el Cáncer en A Coruña y, también miembro de su consejo. "Mi padre falleció de cáncer y quería implicarme de alguna forma", cuenta. Empezó colaborando en mesas informativas y recogiendo donativos en huchas, hasta que le dieron la posibilidad de acompañar a enfermos de cáncer en sus domicilios: "Es complicado porque tienes que adaptar tu tiempo libre al de personas que están enfermas y, eso puede variar mucho dependiendo de cómo se encuentren".

Esta coruñesa comparte cómo tomar parte de la iniciativa le permite acompañar a los enfermos al mismo tiempo que le brinda un respiro a los cuidadores. "Te da una visión más global y pones los pies en la tierra", dice. Además, añade que lo que más le compensa es la gratitud que recibe de la gente: "El cariño que te dan compensa los días malos".

Las historias de Mari Carmen, Laura y Bea son distintas, pero coinciden en lo mismo: cuando se regala tiempo, también se recibe. En A Coruña, cientos de voluntarios demuestran cada día que la solidaridad es un músculo que se ejercita y que, al hacerlo, mejora vidas, incluyendo la de uno mismo.