Condenado a 20 años y medio de prisión por la muerte y robo con violencia a Samuel Luiz en A Coruña, Kaio Amaral es uno de los acusados que hoy acude a la vista de apelación que se celebra este lunes en el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). En una carta enviada en exclusiva a EL ESPAÑOL desde la cárcel, afirma que "en juicio no pude mirar al padre de Samuel. Me sentí un cobarde por no haber ayudado a su hijo y me arrepiento mucho, pero yo no le pegué".
"Me arrepiento de no haber intentado ayudar a Samuel porque creo que si lo hubiera hecho hoy sería otra historia. Es algo a lo que le doy muchas vueltas y no hay día que no piense en ello. Entre lágrimas recuerdo aquella maldita noche. Me acuerdo de los golpes fuertes, gritos y también que llegó mucha gente", agrega en la misiva. Una carta que persigue explicar de nuevo su versión sobre el asesinato de Samuel Luiz. Antes de publicarla, este periódico ha intentado ponerse en contacto con la familia de Samuel pero no ha sido posible recabar su opinión sobre el contenido de la misiva.
El 2 de julio de 2021 era una fecha marcada en rojo en el calendario de muchos jóvenes. La reapertura del ocio nocturno en Galicia tras la pandemia animaba a miles de personas a salir a la calle y a los pubs. Nadie podía imaginar que unas horas más tarde, en plena madrugada, el joven Samuel Luiz sería asesinado tras recibir una brutal paliza mientras realizaba una videollamada.
La investigación policial resultó compleja y una cámara de tráfico situada en pleno Paseo Marítimo de la ciudad herculina se convirtió en la prueba principal para encontrar a los responsables. En total se practicaron siete detenciones. Dos de los detenidos eran menores de edad y ambos llegaron a un acuerdo con Fiscalía. Su condena quedó en tres años y medio de internamiento en un centro especial a cambio de reconocer su participación activa en la muerte de Samuel.
Los otros cinco acusados fueron a juicio y el jurado popular declaró a cuatro de ellos culpables de asesinato. Katy, la única mujer investigada, salió absuelta. En el caso de Kaio Amaral su pena se divide en dos partes: 17 años por asesinato y tres años y medio por robo con violencia del móvil de la víctima. Con 22 años recién cumplidos pronto hará cuatro entre rejas. "A la vida en la cárcel tienes que adaptarte, aunque te convierte en una persona más fría", declara en la carta.
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Kaio y el crimen
La noche del crimen Kaio tenía 18 años. Alrededor de la 1 de la madrugada salió de la cervecería en la que trabajaba y se fue a buscar a su novia Noah. Ella no quería salir, pero él insistió en acudir al Pub Andén, lugar en el que se encontraban sus amigos. Finalmente aceptó y se dirigieron hacia allí. La noche era calurosa y decidieron quedarse en el Paseo Marítimo tomando algo al no poder acceder al interior del local por razones de aforo y horario.
"Estábamos con unos conocidos y al rato empezamos a oír alboroto. Noah gritó: Diego está peleando y me fui corriendo hacia allí", dice Kaio en la misiva. Ese es el momento en que la Policía considera que Kaio propina una patada a Samuel cuando ya está en el suelo, algo que él niega una y otra vez. Su versión choca frontalmente con los informes forenses presentados durante el juicio. En ellos se detalla que la causa de la muerte de Samuel fue la suma de golpes recibidos sin que tuviera posibilidad de defenderse. Por su parte Kaio recuerda que él solo quería separar.
"Uno de los golpes que más me impactó fue el que le dio uno de los menores. Samuel cayó desplomado porque le dieron en la cabeza con un kubotán. También recuerdo ver a Diego (se refiere a Diego Montaña, condenado a 24 años de cárcel) fuera de sí. Era incontrolable", acusa.
Durante el juicio la Fiscalía acusó a los implicados de tratar a Samuel “como un perro”. “Fue así y yo fui un cobarde en no ayudarle y eso lo llevaré ahí con vergüenza e impotencia. No puedo volver atrás”. Kaio añade que sólo estuvo cerca de Samuel en el inicio de la agresión. “Noah y yo vimos todo de lejos, había mucha gente y nadie aparte de los senegaleses tuvo empatía por ayudar o quitar a Samuel de allí. Ni una llamada a la Policía, también me avergüenzo por eso”.
El día después del asesinato
Al día siguiente Kaio acudió de nuevo a su puesto de trabajo. Alrededor de las 22 horas su madre apareció en la cervecería y se lo llevó a casa, ya que su nombre y su foto circulaban como la pólvora por las redes sociales. El joven contó a su progenitora que estuvo allí, pero que no había tocado a Samuel. "Mi madre llamó al abogado José Ramón Sierra y me recomendó que fuera a la Policía a contar lo que había visto. Me arrepiento de no haber ido directamente a declarar", añade en la carta.
La investigación reveló que al día siguiente Kaio acudió junto a un amigo a la zona del Paseo para buscar posibles cámaras de seguridad por la zona que hubieran grabado la brutal pelea. El joven reconoce los hechos y lo explica: "Pensé que las cámaras del Paseo Marítimo serían mi salvación, que comprobarían mi inocencia, que en ningún momento pegué a Samuel".
La investigación confiaba en que los teléfonos móviles de los jóvenes ofrecieran alguna pista. Sin embargo el contenido resultó bastante decepcionante. Los investigadores explicaron en el juicio que los jóvenes borraron contenido y los terminales sólo sirvieron para comprobar la localización aproximada de cada uno durante esa madrugada. Lo que sí lograron trazar fue el recorrido de todos ellos a través de las diferentes cámaras de la ciudad.
Varios de los implicados se reunieron en dos parques diferentes a lo largo de la madrugada. Kaio abandonó la zona de la agresión por una calle próxima. “Iba con Noah por la calle Juan Flórez. Alguien la llamó avisando de que su mejor amiga se la llevaban en ambulancia para urgencias por un coma etílico. Estuvimos en el hospital hasta que llegaron sus padres. En el hospital vi a Lina, la amiga que estaba con Samuel en el Paseo, pero no me acerqué”.
Lo que sí reconoce Kaio por primera vez es una supuesta reunión entre sus amigos en la que él no estuvo. "Allí comentaron que los culpables éramos un menor y yo". Finalmente acudió a la Policía como testigo tres días después de los hechos. "Fui con Noah y mi testimonio fue clave para que la Policía empezara la investigación. Me trataron muy bien y no me sentí presionado. Dos días después timbraron en mi casa y me dijeron que estaba detenido. No entendía nada. Además, ese día era mi aniversario con Noah y hacíamos dos años juntos. Fue un día muy duro y lloré mucho al ver a mi madre y a Noah desesperadas". Hoy en día Noah ha rehecho su vida aunque Kaio se muestra agradecido por su testimonio durante el juicio.
Tras una larga instrucción, el juicio por el Caso Samuel comenzaba el 16 de octubre de 2024. Durante un mes, testigos, policías, peritos y expertos desfilaron por la Audiencia Provincial de A Coruña. El caso generó una gran expectación y el jurado popular se retiró a deliberar el 18 de noviembre. Kaio explica que "fue una sensación extraña".
"Jamás pensé que eso nos pudiera pasar a nosotros. Durante estos tres años el único contacto que tuve con mis amigos fue durante el juicio. El día que nos dirigíamos a escuchar el veredicto tanto Diego (Montaña) como Alejandro Freire (alias Yumba y condenado a 20 años de cárcel) me dijeron que estuviera tranquilo porque estaban seguros que me iban a absolver porque no había pruebas contra mí. Nadie me apuntó en la rueda de reconocimiento", revela en la misiva.
En la cárcel
Su vida en la cárcel transcurre dentro de la rutina y la normalidad. "Estudio, hago cursos y trabajo. No tengo problemas con ningún recluso, pero insisto en que soy inocente y tengo mucha esperanza en los recursos y se haga justicia con la verdad".
Kaio explica en la carta lo que pasó por su cabeza el día en que tomó la palabra en el juicio: “El día de mi declaración no pude evitar girarme a mis padres, son los que sufren conmigo tremenda desgracia. Fue un momento muy duro, lloré y les pedí que sigan confiando en mí”.
Pese a todo, cuando Kaio escuchó el veredicto, se hundió. Estaba con los brazos cruzados y la cabeza agachada entre ellos. Durante el juicio llamó la atención que no pidiera perdón al padre de Samuel. Ahora lo expresa así: “El testimonio más duro fue el del padre de Samuel. No pude mirarlo. Me sentí un cobarde por no haber ayudado a su hijo. Me arrepiento mucho y eso es algo que me perseguirá toda la vida, pero no le pegué. No pude pedir perdón al padre de Samuel ni pude mirarlo por vergüenza, pero yo no lo toqué".
Max Luiz, padre de Samuel, acudió al juicio en una única ocasión, el día que tenía que declarar. Su testimonio impactó a todos los allí presentes y resultó desgarrador. Allí dejó claro que jamás volvería a hablar de su hijo ante los medios de comunicación. A la salida pidió respeto a los medios de comunicación presentes y se marchó.
Kaio, por su parte, explica en la carta lo que pasó por su cabeza el día en que tomó la palabra en el juicio: “El día de mi declaración no pude evitar girarme a mis padres, son los que sufren conmigo tremenda desgracia. Fue un momento muy duro, lloré y les pedí que sigan confiando en mí”.