A Coruña atraviesa una crisis en su sector de ocio nocturno, una problemática que ha generado tensiones entre los hosteleros, los vecinos y las autoridades municipales. Situación que ha llevado a la asociación de locales de hostelería y ocio nocturno de A Coruña a reunirse este martes con el fin de encontrar un punto de encuentro entre los diferentes actores implicados. Entre sus principales conclusiones está la creación de un grupo de trabajo para iniciar "negociaciones" con las asociaciones vecinales y la Policía Local con el Concello como mediador.
Ahora, su principal objetivo es "llegar a un consenso acerca de todas las normativas a cumplir, a todas luces obsoletas, y en muchos casos tan complejas de aplicar que resultan imposibles".
Aitor Neira, responsable de La Intrusa, señala que buscan que el diálogo sirva para "cambiar la normativa de sonido, que está anticuada a nuestro parecer".
Este jueves tendrá lugar la primera reunión del grupo de trabajo de los hosteleros coruñeses.
Por su parte, José López Balado, abogado especializado en el sector y defensor de un total de 80 locales en la ciudad, ya que también ha sido hostelero, conoce al pie de la letra todos los entresijos de la normativa vigente. "La hostelería es el segundo motor económico de la comarca coruñesa, siendo un sector esencial para la creación de empleo y el desarrollo de la ciudad", explica.
Tras la celebración de la reunión, coincide con Neira y apunta a que es necesario modificar la normativa municipal que está "obsoleta" para que se pueda adaptar a "los nuevos tiempos, promoviendo un ocio responsable y sostenible".
Las leyes, según López Balado, no solo son difíciles de cumplir, sino que están diseñadas para dificultar la operación de los locales de ocio nocturno. Un claro ejemplo de esto es la normativa de la zona ZAS (Zona Acústicamente Saturada), que limita estrictamente la posibilidad de abrir nuevos locales de música y entretenimiento en el centro de la ciudad.
En un comunicado emitido por los hosteleros, estos señalan que las zonas ZAS no se actualizan desde el 2017 y que, desde la pandemia, "las costumbres y distribución de los espacios de ocio a diversos horarios han cambiado mucho".
A pesar de que hubo un tiempo en el que parecía que la situación iba a mejor, según señala Balado, en los últimos días se han sancionado a locales como La Intrusa, La Barbería y Le Tavernier, la mayoría de ellos por sobrepasar los límites de ruido. En su opinión, este tipo de sanciones está, en palabras de Balado, "asfixiando a los hosteleros, muchos de los cuales son jóvenes emprendedores que han visto en este sector una de las pocas opciones para prosperar".
La normativa y su impacto en los locales
Según el abogado, la normativa acústica en la ciudad está resultando especialmente perjudicial para los locales de ocio nocturno.
La ordenanza que regula la contaminación acústica establece límites de 80 decibelios para los locales de restauración, una cifra que, según el abogado, es imposible de cumplir si se permite a los clientes hablar en el local.
Con la obligación de instalar sistemas de insonorización y sonógrafos limitadores de sonido, muchos locales se encuentran en una situación insostenible, sin poder ofrecer música en vivo o cualquier tipo de actuación que anime a los clientes.
"Esta normativa es un absurdo. No promueve ni la cultura, ni la economía, ni el turismo", señala López Balado. Además, denuncia que el ayuntamiento no está escuchando a los hosteleros ni buscando un consenso, sino que se está aplicando la ley de manera rígida y sin tener en cuenta las circunstancias particulares de cada local.
En este sentido, cuando se cuente con una "normativa clara" que por una parte "garantice el derecho al descanso de los vecinos" y por otra "el derecho al ocio" los hosteleros iniciarán las soluciones adaptando los locales.
El papel de los vecinos y la Policía
Otro de los puntos de conflicto señalado por el abogado tiene que ver con las denuncias de los vecinos, que en algunos casos, según él, no tienen fundamento.
Explica que, si un vecino presenta una denuncia por ruido, la Policía llega al local, realiza una medición acústica y, en algunos casos, termina multando y cerrando el establecimiento, aunque este no haya tenido un historial de problemas. López Balado critica la falta de formación de los agentes para realizar las mediciones y el hecho de que no se esté distinguiendo entre el ruido generado por el local y el causado por la gente en la calle.
En su escrito, los hosteleros destacan que "es fundamental la colaboración con los vecinos y las autoridades para delimitar las responsabilidades, centrarnos en qué es lo que realmente molesta a los vecinos" y llegar así a una solución para "finalizar con este interminable goteo de sanciones y cierres". A su parecer, esto "solo ocasiona la pérdida de identidad cultural y el daño a la industria del ocio y turismo".
López Balado destaca una doble moral en la aplicación de las leyes, ya que, a pesar de las estrictas regulaciones para los locales de ocio, hay ciertos establecimientos que parecen estar exentos de las mismas restricciones, lo que genera malestar entre los hosteleros y alimenta la sensación de una persecución selectiva.