Habría que remontarse al maleconazo de 1994 para encontrar unas protestas similares en magnitud a las que se están desarrollando durante las últimas horas en Cuba. Los cubanos piden medicamentos, comida y libertad ante la evidencia de que el régimen no es capaz ni está dispuesto a garantizar ninguna de las tres

La causa inmediata del hartazgo de la población son los estragos causados por la epidemia de Covid-19. Epidemia que ha causado un tsunami de contagios y de muertes en toda la isla.

Pero la causa profunda es la dictadura comunista que impera en la isla desde hace 60 años y que la ha convertido en una cárcel en la que moran hoy 11,33 millones de seres humanos. 

Tras unas primeras horas en las que las imágenes de la protesta inundaron las redes sociales, el régimen comunista reaccionó cortando internet en toda la isla (en el momento de escribir este editorial sólo sigue en pie Twitter) y movilizando las fuerzas de seguridad de la dictadura para que estas repriman a los manifestantes.

De hacer caso a los pocos periodistas y blogueros libres que operan todavía en Cuba, como Yoani Sánchez, la represión de la dictadura acumularía ya varios heridos y cientos de detenidos y desaparecidos. 

El presidente Miguel Díaz-Canel ha llamado, durante una intervención televisada, a "defender la Revolución". Es decir, al enfrentamiento directo entre los partidarios del régimen y los manifestantes que piden democracia para la isla. Díaz Canel se ha llegado incluso a preguntar a sí mismo, de forma pretendidamente retórica: "¿Dónde están los asesinatos cubanos? ¿Dónde está la represión cubana? ¿Dónde están los desaparecidos en Cuba?". 

Tibieza de la UE

La contundencia de la respuesta de Estados Unidos y de la Organización de Estados Americanos contrasta con la tibieza, ya habitual, de la Unión Europea (UE), que por boca del jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, se ha limitado a pedir al régimen dictatorial que "permita" las manifestaciones pacíficas

"Quiero expresar el derecho del pueblo de Cuba a expresar sus opiniones de una forma pacífica. Y quiero pedir al Gobierno que permita estas manifestaciones pacíficas y escuche las manifestaciones de descontento de los manifestantes" ha dicho Borrell tras la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de los 27 miembros de la UE celebrada ayer lunes en Bruselas.

La indolencia de la UE, que parece dar por pérdida la causa de la democracia en Cuba, contrasta con su autoatribuida condición de paladín de los derechos humanos. Porque si la UE se pone de perfil allí donde estos son aplastados por los regímenes más despóticos, ¿con qué ascendente moral pretende defender esos mismos derechos humanos cuando estos sean violados en territorio europeo? 

España debe liderar

Llama poderosamente la atención el silencio del Gobierno. O, al menos, el silencio de su fracción no bolivariana. Es decir, la del PSOE.

Mientras Podemos (recordemos, un partido que cuenta en sus filas con miembros del PCE y que en no pocas ocasiones ha manifestado su simpatía por la dictadura cubana) ha aprovechado para replicar las consignas y las excusas habituales del régimen, el PSOE ha mantenido un ruidoso silencio más acorde con la voluntad europea de "esperar y ver" que con lo que es exigible a un país que debe liderar las iniciativas democratizadoras en Cuba y actuar de punta de lanza de la UE en la región

José Manuel Albares, el nuevo ministro de Exteriores que ayer juró el cargo en sustitución de Arancha González Laya, tiene una oportunidad de oro para estrenarse en el cargo con una contundente declaración en favor de los derechos humanos y la democracia, y en contra de una de las pocas dictaduras comunistas que todavía quedan en pie en pleno siglo XXI. 

Albares corregiría de esta manera la dejadez de su antecesora en el cargo y empezaría así a forjar el rol que debe ejercer España en la Hispanoamérica del futuro: el de cabeza de puente de la UE y el de locomotora de la democracia en la región. Porque Cuba recuperará la libertad un día u otro y España no puede aparecer en los libros de historia como una nota al pie en esa historia de resistencia contra la tiranía.