El Monopoly es uno de los juegos favoritos de grandes y pequeños.

Y no es para menos, pues en los días que corren resulta genial poder meterse en la piel de alguien hasta arriba de dinero, aunque todo sea mentira.

Sin embargo, ése no era ni muchísimo el objetivo que tenía el juego en sus inicios, ya que la idea de la ingeniera que lo inventó era más bien concienciar a la población de la necesidad de crear una posesión común de la tierra, eliminando los monopolios. Dicha inventora se llamaba Elizabeth Magie y, como ya os habréis imaginado, se ha convertido en la mujer científica de esta semana.

Elizabeth Magie, una mujer polifacética

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Elizabeth Magie nació en 1.866, en una localidad de Illinois, hija de un fiel defensor del economista Henry George, que más tarde inspiraría la creación del Monopoly.

Desde muy pequeña, su padre la instó a leer las propuestas económicas de George, que defendía que el monopolio de tierras era una lacra para la economía, de modo que era necesario crear un impuesto especial sobre la propiedad privada.

A medida que fue creciendo, fue desarrollando muchas inquietudes, que la llevaron a trabajar como taquígrafa, escritora y actriz, aunque la carrera a la que guió sus estudios fue, en realidad, la de ingeniería.

El Monopoly, el objetivo fracasado de un súper ventas

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Elizabeth Magie era una gran partidaria del uso de juegos con fines pedagógicos, por lo que desarrolló varios prototipos, entre los que destacó el conocido como “Juego del Propietario” (The Landor’s Game), un título con el que pretendía enseñar a los jugadores los problemas derivados del monopolio de las propiedades.

En 1903 consiguió la patente y su invento comenzó a hacerse famoso; hasta el punto de dar pie a una revisión llevada a cabo por la propia Elizabeth, en 1924.

Lamentablemente, la alegría no fue eterna, y tras la llegada de la Gran Depresión, un vendedor en paro decidió patentar una variante del juego, a la que se bautizó como Monopoly.

Pronto esta nueva versión atrajo la atención de los hermanos Parker, que le ofrecieron comercializarlo, convirtiéndolo en un súper ventas que relegó el “Juego del Propietario” al olvido, dejando también de lado los fines pedagógicos con los que fue creado.

A día de hoy, todos jugamos con la ilusión de despilfarrar un dinero que no tenemos, sin pensar que un día hubo una mujer que quiso hacernos llegar con él una enseñanza que, acertada o no, no merecía quedar en el olvido del modo que lo hizo. De ahí nuestro homenaje de hoy a Elizabeth Magie.

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