¿Qué fue antes? ¿El huevo o la gallina?

Todos hemos utilizado esta expresión en algún momento para hacer referencia a dos hechos entre los que, por estar muy relacionados, no se sabe cuál ocurrió en primer lugar.

Sabemos que la gallina viene del huevo, pero se supone que el huevo previamente debió ponerlo una gallina, por lo que todo forma parte de un ciclo circular en el que resulta complicado encontrar el origen. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que, independientemente de las connotaciones filosóficas que se la quiera dar a la cuestión, la respuesta sólo tiene un camino; y éste nos dice que el huevo fue el que vino primero.

La respuesta al ciclo sin fin sobre ” el huevo o la gallina “

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Para dar una respuesta a esta famosa pregunta, es necesario empezar haciendo una clara diferenciación; pues si con huevo nos referimos a un huevo cualquiera, está más qué claro que fue éste el que se originó en primer lugar, ya que se han encontrado fósiles de huevos de dinosaurios muchísimo más antiguos que la primera gallina conocida.

Pero como esta típica cuestión filosófica, a pesar de no nombrarlo, deja claro que se refiere al huevo de la gallina, todo queda bastante más ajustado, aunque no por ello difícil de contestar.

Evolutivamente, se conoce que en algún momento una protogallina; o, lo que es lo mismo, un ave similar a una gallina, pero que genéticamente aún no era lo que hoy conocemos como tal, debió poner un huevo con una mutación genética que dio lugar a que de él naciera el primer pollo de la historia, comenzando su vida como especie salvaje; hasta que, hace 7.000 años, alguien decidió domesticarlos.

Divulgadores científicos como el famosos astrofísico Neil Degrasee Tyson han dado apoyo a esta teoría, aunque existan algunos estudios que intenten demostrar lo contrario, como uno llevado a cabo en 2010 por científicos de la Universidad de Warwick, que aseguraron haber encontrado una proteína esencial para la formación de la cáscara de los huevos de pollo que sólo se encuentra en los ovarios de las gallinas.

Esto podría situar a la gallina como a la primera, pero en realidad ni siquiera los investigadores responsables de este estudio pudieron asegurarlo con seguridad, por lo que la teoría más aceptada sigue siendo la que os contamos.

Así que ya lo sabéis. Ahora cuando alguien lance la pregunta al aire, sin esperar respuesta alguna, os podéis aventurar a contestar que el huevo vino primero. Aunque si preferís filosofar al respecto, también es un magnífico ejercicio mental.