Gastar las últimas gotas de champú o gel de un bote es una de las tareas más complicadas de nuestro día a día.

Sí, sí, no os riáis. Todos nos hemos visto en algún momento en esa situación en la que tenemos que recurrir a agitar el bote enérgicamente, echarle agua o directamente dejarlo boca a abajo con la esperanza de que en veinticuatro horas el maldito jabón haya decidido despegarse de las paredes y bajar al exterior.

Esto puede parecer un problema bastante frívolo, pero lo cierto es que a causa suya desperdiciamos pequeñas cantidades de jabón que poco a poco se acumulan, sumando botes enteros y, además, también se dificulta el proceso de reciclado del plástico a causa de la espuma resultante de los restos de producto que quedaban en su interior en el momento de desecharlo. Por eso, el nuevo invento llevado a cabo por un grupo de investigadores de la Universidad de Ohio resulta de gran utilidad, pues puede eliminar todos estos problemas de un plumazo, haciendo nuestras duchas más relajadas sin afectar a nuestro bolsillo.

¿Por qué es tan difícil apurar todo el champú del bote?

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La culpa de todo la tiene un fenómeno físico denominado tensión superficial, que se origina debido a las fuerzas de cohesión que se forman entre las diferentes moléculas de un líquido, de modo que los que tengan más tensión superficial tenderán a unirse entre sí y los que tengan menos se unirán a otras sustancias.

La función de los jabones, de baja tensión superficial, es pegarse a las moléculas de agua y aceite, favoreciendo que se unan entre ellas de forma que la suciedad pueda ser arrastrada. Sin embargo, del mismo modo que se unen a estas sustancias, también se pegan a las paredes de plástico del bote, haciendo que cuando queda poca cantidad sea prácticamente imposible hacerlos salir.

¿En qué consiste el material que hace más fácil apurar todo el champú del bote?

Para evitar este problema, estos investigadores de la Universidad Estatal de Ohio han diseñado un recubrimiento de partículas de sílice súper finas que se pulverizan sobre el interior del recipiente en el momento de su producción en la fábrica.

De ese modo, mientras el plástico se endurece el sílice se agrupa en capas muy finas que favorecen la formación de unas pequeñas bolsas de aire que se encargarán de romper la adhesión del jabón. Así, éste se deslizará suavemente por las paredes sin la necesidad de que lo agitemos al más puro estilo de Machín con sus maracas.

Hasta el momento el invento no ha sido patentado; pero, quizás, después de demostrar los resultados sólo sea cuestión de tiempo que las marcas de jabones opten por añadir este revestimiento a sus productos. Hasta entonces, ya sabéis: agua, agitación y paciencia, mucha paciencia.