Las anguilas eléctricas por sí mismas se merecen un lugar en nuestra sección de animales curiosas; pero, si aún nos quedaba alguna duda sobre incluirlas o no, ésta se ha disipado con un nuevo descubrimiento sobre ellas.

A principios del siglo XIX el explorador Alexander von Humboldt aseguró haber visto durante una de sus incursiones por el Amazonas cómo un grupo de anguilas saltaba fuera del agua para atacar a varios caballos que, atemorizados, caían rendidos por la fuerza de las descargas eléctricas que habían recibido.

La narración pasó a la historia, aunque con el paso de los años quedó en una simple leyenda, ya que nadie más había reportado ningún otro casos similar. Sin embargo, recientemente el biólogo Kenneth Catania, de la Universidad de Vanderville, ha demostrado experimentalmente que lo que contó von Humboldt era mucho más que un cuento chino.

¿Qué son las anguilas eléctricas (Electrophorus electricus)?

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Por si alguno de vosotros no lo tiene muy claro, las anguilas eléctricas son un grupo de peces de hasta dos metros y medio de largo y 20 kilogramos de peso, conocidas por ser capaces de emitir descargas eléctricas de hasta 850 voltios gracias a un grupo de células especializadas.

Son típicas de América del Sur, dónde residen en zonas limosas de los ríos Amazonas y Orinoco, nadando en busca de sus presas, a las que paralizan a través de descargas eléctricas que actúan sobre su sistema nervioso.

¿Cómo producen electricidad las anguilas?

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Como os decía, las responsables de las descargas eléctricas de estos peces son un conjunto de células especializadas que actúan como pilas convencionales, con un extremo positivo y otro negativo. 

Para que funcionen, cuando la anguila detecta un estímulo que requiera del uso de la electricidad, una señal inductora viaja a través del sistema nervioso, que liberará un neurotransmisor, llamado acetilcolina. Entonces, la corriente fluirá por las células, que se encuentran pegadas unas con otras a través de todo el cuerpo.

Esta electricidad podrá servir para inmovilizar presas, ahuyentar depredadores o detectar la presencia cercana de presas a través de la perturbación del campo magnético generado.

¿Es cierto que las anguilas eléctricas saltan fuera del agua para atacar a posibles depredadores?

Kenneth Catania, como tantas otras personas apasionadas de la biología y las leyendas, había leído el relato de von Humboldt, pero en ningún momento pensó que pudiese ser algo más que la historia contada por alguien con muchísima imaginación.

Sin embargo, un día descubrió por casualidad lo que parecía ser un caso similar al contado por el explorador, por lo que decidió ahondar en el misterio, obteniendo una respuesta realmente sorprendente.

Todo empezó un día, cuando se encontraba trabajando con varios de estos peces, a los que mantenía en el interior de un tanque lleno de agua, de dónde las movía con ayuda de un guante de protección y una red con borde metálico.

Lo lógico sería que al intentar capturarlas las anguilas esquivasen la red, pero lo que ese día vio este investigador fue algo mucho más asombroso, ya que algunos ejemplares en vez de esquivar la red saltaban fuera del agua y la electrocutaban, literalmente.

El suceso parecía indicar que estos animales tienen la capacidad de detectar cuerpos que conducen la electricidad y, en caso de interpretarlos como una amenaza, saltan hacia ellos, dirigiéndoles una descarga eléctrica a través de la presión de su barbilla.

Esto puede resultar fatal para el depredador; ya que, al no dispersarse por el agua, toda la corriente emitida pasa directamente a su cuerpo, produciéndole terribles dolores y, si no la muerte, sí las ganas de salir corriendo.

¿En qué consistió el estudio para investigar el salto de las anguilas eléctricas?

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Para estudiar mejor el fenómeno que acababa de descubrir, Catania usó un curioso invento consistente en un cocodrilo de plástico cubierto por una red de LEDs y una banda metálica conductora.

En cuanto las anguilas lo detectaron saltaron fuera del agua, posaron su barbilla sobre él, y emitieron una descarga que se podía comprobar visualmente a través de la iluminación de los LEDs.

Este proceso se volvía mucho más cruento cuando se disminuía la cantidad de agua del tanque, posiblemente porque los animales se sentían acorralados, como debió pasar con los caballos aquel día de 1.800 cuando Alexander von Humboldt aseguró haber presenciado un suceso sin precedentes.

Tantos años tachado de mentiroso y mirad. Finalmente sólo la ciencia ha podido darle la razón.