¿Quién no ha soñado alguna vez con viajar a una isla desierta que jamás haya pasado por las manos del hombre?

Vivir en un entorno totalmente virgen y saber qué se siente al ser el primer humano en pisar un sitio que aún no ha sido corrompido por nosotros debe ser genial, pero si ese es vuestro deseo deberíais comenzar a soñar con la máquina del tiempo; porque, si no, nunca podréis llegar a cumplirlo.

Y es que, según un estudio llevado a cabo recientemente por arqueólogos de la Universidad de Oxford y el Instituto Max Planck, ya no queda absolutamente ningún recoveco de nuestro planeta sin afectar por el ser humano, ya sea directa o indirectamente.

¿Cuánto tiempo hace que no quedan zonas vírgenes en la Tierra?

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Según este estudio, que se basa en un análisis estadístico de los conocimientos existentes sobre la historia y los restos arqueológicos hallados en los últimos treinta años en diferentes partes de la Tierra, hace muchísimo tiempo que no quedan zonas vírgenes en la Tierra.

No pueden dar un número exacto, pero sí que afirman que la mayor corrupción del territorio llegó en un momento hace de 10.000 a 50.000 años, cuando algunas acciones humanas, como la caza, llevaron a una extinción masiva de las grandes bestias que formaban la conocida como megafauna.

Esto tuvo efectos negativos asociados, como la peor dispersión de semillas, que llevó a una pérdida de diversidad vegetal y, de ahí, a otras muchas consecuencias perjudiciales para el planeta.

¿De qué modos ha corrompido el ser humano la Tierra?

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El ser humano a lo largo de los años ha ido corrompiendo el territorio de muchas formas distintas.

Por un lado, la agricultura y la cría de animales domésticos han llevado a un desequilibrio negativo entre especies, favoreciéndose aquellas que resultan de interés para el hombre.

Además, este comportamiento se fue extendiendo hasta islas recónditas en las que se explotaron grandes cantidades de tierra y  la fauna y la flora autóctonas fueron desplazadas por estas nuevas especies.

¿Por qué es tan útil este descubrimiento?

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Los investigadores responsables de este estudio piensan que se trata de un hallazgo útil para aprender a enforcar las estrategias de conservación ambiental de cara a un futuro.

Esto se debe a que muchas de estas acciones están planteadas con el objetivo de la recuperación de unos ecosistemas que ya no existen, por lo que es necesario tratar de mantener lo que hay, sin ir a peor, pero sin tratar de dar pasos imposibles hacia atrás.

Comprobar qué acciones llevaron a problemas medioambientales en un pasado nos puede ayudar a diseñar un protocolo de acción para el futuro en el que se cuide el entorno en el que vivimos, pero sin dejar de lado nuestras necesidades.

Para que luego digan que conocer la historia no sirve para nada.