Siempre se dice que para tomar una decisión debemos consultarlo previamente con la almohada.

Y sí, eso de estar descansado está muy bien, pero la verdad es que no es el único factor que influye en que tomemos una buena decisión. Todos hemos pasado alguna vez por uno de esos momento en los que aún te faltan unos minutos para comer y, al ver un trozo de chocolate o cualquier otra comida apetecible, somos incapaces de esperar unos pocos minutos para alimentarnos correctamente

Según un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Gotemburgo, esto se debe a la influencia de la ghrelina, una hormona cuyos niveles se elevan cuando tenemos hambre y que parece ser que nos lleva a tomar decisiones demasiado impulsivas, no sólo en lo referente a la comida, sino en todo tipo de temas.

¿Qué es la ghrelina?

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La grelina es una hormona sintetizada por el estómago que posee varios funciones, como estimular la secreción de hormona del crecimiento o favorecer la regulación del metabolismo energético.

Además, también se conoce que estimula algunas neuronas hipotalámicas, favoreciendo el aumento del apetito. Por lo tanto, sus niveles aumentan antes de las comidas y caen después de la ingesta de alimentos.

¿Por qué no es bueno tomar decisiones con el estómago vacío?

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Cuando tenemos hambre a menudo nos cuesta concentrarnos en cualquier cosa que no sea la comida y, por lo tanto, se pueden tomar decisiones inapropiadas. Esto es lo que debieron pensar estos investigadores, que decidieron comprobar la posible implicación de la ghrelina en este tipo de actos a través de un experimento con ratones entrenados.

Estos roedores se encontraban junto a una palanca que tenían que “pulsar” o “no pulsar” según la señal luminosa o sonora que detectaran, obteniendo con ello una recompensa en forma de comida.

Se observó que en condiciones normales realizaban el juego correctamente, pero cuando se les administraba ghrelina directamente en el cerebro, imitando los efectos producidos cuando la sintetiza el estómago, tomaban decisiones impulsivas, apretando la palanca aunque la señal recibida fuese la de “no pulsar”. 

Para que me entendáis, la ghrelina en el cerebro básicamente imitaría la situación de encontrarnos un litro de helado de chocolate en la nevera cuando aún faltan diez minutos para la hora de la cena.

Relación entre la grelina y la toma de decisiones

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El comportamiento de los ratones bajo los efectos de la ghrelina demostró la implicación de esta hormona en la toma de decisiones impulsivas y poco reflexionadas, como la de tomar un alimento muy calórico y poco saludable por no esperar unos minutos para comer otro que nos sentará mucho mejor.

Esto se debe a que la ghrelina también actúa sobre el área tegmental ventral, implicada en el funcionamiento de los sistemas de recompensa, de los que ya os hemos hablado en artículos sobre adicciones.

¿Cómo puede ayudar a la ciencia este descubrimiento sobre la relación entre la grelina y la toma de decisiones?

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La toma incorrecta de decisiones no sólo hace referencia a los temas relacionados con la comida, sino que también se asocia a otras áreas muy diferentes.

Además, se conocen un gran número de trastornos que cuentan con la impulsividad entre sus síntomas; como, por ejemplo, los trastornos del espectro autista (TEA) , el trastorno por déficit de atención (TDAH), el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).

Por lo tanto, el conocimiento en profundidad acerca de la implicación de la ghrelina en esta sintomatología puede ayudar al diseño de futuros tratamientos frente a todos estos trastornos.

Ya sabéis, el mes que viene cuando vayáis a las urnas, intentad estar bien descasados y, sobre todo, con el estómago bien lleno. Y si no sabéis de qué llenarlo, os recomendamos seguir la página de nuestros amigos de Cocinillas.

Imagen ghrelina: Pinterest