Las consecuencias del terremoto en Japón ya se están haciendo notar, y se teme que los efectos que el desastre de 2011 se repitan.

El jueves 14 de abril el sur de Japón sufrió un terremoto de magnitud 6.5, especialmente la isla de Kyushu, la tercera más grande del archipiélago japonés y hogar de 13 millones de habitantes.

Nueve personas murieron y algunos edificios cayeron, pero por aquel entonces parecía que no iba a ser tan grave como ocasiones anteriores. Sin embargo, las constantes réplicas (más de 100 en dos días), avisaban que la cosa no había terminado, y así fue.

Un segundo terremoto sacude la región de Kyushu

El pasado sábado 16 de abril, apenas dos días después, un segundo terremoto volvió a afectar a la misma zona de Kyushu, y en este caso era incluso más fuerte, con una magnitud de 7.3.

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Las consecuencias en este caso han sido mucho más catastróficas, y aunque aún no se conocen todos los datos por el momento sabemos que al menos 34 personas han fallecido, y miles han resultado heridas.

A esta tragedia hay que sumar los daños materiales, que en algunos casos son incalculables, como los templos y edificios históricos que han sido derribados por el terremoto, como el Aso-jinja, uno de los santuarios más antiguos de toda Japón.

Mientras los japoneses empiezan a pensar en la reconstrucción y en volver a sus vidas normales lo antes posible, queda la gran duda de si este terremoto afectará tanto a la producción y a la economía del país como lo hizo el terremoto de 2011 de Tōhoku, una posibilidad que muchos prefieren no imaginar.

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Hoy algunas compañías ya han hecho públicos algunos de los daños y consecuencias que tendrá este terremoto en su producción, aunque otras están esperando al próximo lunes 18 para examinar los datos con más calma.

Las consecuencias del terremoto en Japón en las cámaras para smartphones

Sin embargo, esto no siempre es posible cuando la producción en las fábricas se para, como es el caso de las fábricas que Sony tiene en Kyushu, que han sufrido daños que han afectado seriamente a su producción.

La fábrica de Kumamoto ha sido cerrada y permanecerá así de manera indefinida hasta que se considere seguro volver a abrirla, mientras que la fábrica de Nagasaki ha visto sus operaciones parcialmente suspendidas pero sigue abierta. Normalmente ambas fábricas están abiertas las 24 horas del día.

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La clave es que ambas fábricas se especializan en sensores de imagen CMOS para las cámaras de nuestros smartphones, y son la principal fuente de partes para las cámaras de muchos smartphones de la actualidad. En concreto, Apple es uno de los principales clientes de Sony, y usa sus sensores en los iPhone.

Sony controla el 40% del mercado de CMOS, el circuito integrado que se encarga de convertir la luz que entra en el objetivo en señales eléctricas, así que una falta de stock de estos sensores sería un duro golpe tanto para la compañía como para el mercado.

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Pero al mismo tiempo del anuncio, Sony ha querido dejar claro que por ahora no hay problemas de suministro de partes, ya que contaba con una reserva de inventario; además, Sony cuenta con dos fábricas más de sensores de imagen en Japón que están a pleno rendimiento. Por último, Sony ha prometido que si hubiese problemas de suministro lo anunciaría a sus clientes cuando ocurriesen.

Fabricantes de tecnología y coches cierran las fábricas

Sony no es la única compañía japonesa cuya producción ha sufrido un golpe por el terremoto. Panasonic ha cerrado su fábrica de semiconductores, y aunque parece que no hay daños serios, la compañía quiere revisar la línea de producción antes de reabrir. Es el mismo caso de Mitsubishi Electric, que ha cerrado una fábrica de semiconductores y otra de pantallas de cristal líquido.

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Los tres grandes fabricantes japoneses de coches, Honda, Toyota y Nissan han decidido cerrar las fábricas de manera preventiva, aunque por el momento no parece que vaya a mermar su capacidad de producción. En general, la sensación es que podría haber sido mucho peor.

La filosofía japonesa del “Justo a tiempo” muestra sus fallos

¿Por qué hay tanto miedo a parar la producción repentinamente? Todo se debe a la política japonesa del “Justo a tiempo”, que consiste en producir siempre en base a pedidos reales y nunca dedicar recursos y dinero a sobreproducir un producto que al final se queda sentado en el almacén.

Gracias a esta filosofía, que Toyota popularizó, los fabricantes japoneses redujeron considerablemente los costes ya que las fábricas sólo pedían las partes y la materia prima absolutamente necesaria, y las empresas pueden reaccionar rápidamente a la demanda del mercado.

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Sin embargo, el terremoto de 2011 reveló los fallos de esta línea de pensamiento, especialmente cuando los fabricantes de coches se encontraron con que no podían cubrir la demanda, lo que les afectó gravemente en el competido mercado internacional. Cinco años después, muchos de estos fabricantes han implementado medidas para evitar que esto vuelva a ocurrir, y ahora es la primera vez que se ponen a prueba.