El LSD es una de las drogas más consumidas de los últimos tiempos.

Y es que sus efectos, entre los que se encuentran alucinaciones tanto con los ojos abiertos como cerrados, sinestesia,disolución del ego o percepción distorsionada, hacen las delicias de los amantes de las drogas, que encuentran en ésta una forma de escapar literalmente de su vida, imaginando otras alternativas.

Sin embargo, está claro que si el consumo de esta sustancia lleva a quién la toma a experimentar todas esas alucinaciones es porque afecta enormemente al cerebro. ¿Pero cuáles son los cambios que produce? Hace tiempo que se conoce más o menos como actúa esta droga, pero hasta ahora no se habían conseguido imágenes detalladas de su acción sobre el cerebro. Sí que lo ha logrado un grupo de científicos liderados por David Nutt, un profesor de Neuropsicofarmacología del Imperial College de Londres, que ha logrado unas imágenes tan detalladas que son dignas de enmarcar.

Así fue como empezó todo

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Hace aproximadamente un año que Nutt comenzó su cruzada personal para obtener imágenes que pudieran adentrarse en el comportamiento del LSD sobre el cerebro; ya que, aunque las teorías más antiguas afirman que esta droga sólo actúa sobre la corteza visual, él estaba convencido que había algo más, sobre todo si se tiene en cuenta que las alucinaciones se dan tanto con los ojos abiertos como cerrados.

Por eso, con ayuda del Imperial College y la Fundación Beckley lanzó una campaña de Crowfunding en la plataforma Wallacea con el objetivo de recaudar los fondos suficientes para llevar a cabo esta investigación.

Pues bien, por lo visto  ha debido conseguir suficiente, pues los resultados ya están aquí y, desde luego, no os dejarán indiferentes.

¿Cómo se obtuvieron las imágenes de los efectos del LSD sobre el cerebro?

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El experimento, que comenzó paralelamente al lanzamiento de la campaña de Crowfunding, contó con la colaboración de veinte voluntarios a los que se les inyectaron 0’075 miligramos de LSD un día y una dosis de placebo al siguiente.

A continuación, se valieron de tres técnicas diferentes de imagen cerebral. Por un lado, utilizaron “arterial spin labeling“, un método usado para cambiar el contraste de los tejidos en combinación con otras técnicas, que en este caso fueron la resonancia magnética funcional (fMRI), que captaba las imágenes como si fuesen fotos, y la magnetoencefalografía (MEG), que actúa a modo de cámara de vídeo.

Así, comprobaron cómo inmediatamente después del consumo comenzaban a alterarse las conexiones de todo el cerebro, no sólo la corteza visual. Por eso, las imágenes que claramente estaban viendo los participantes del estudio no procedían de sus ojos, que permanecían cerrados, sino de su imaginación.

Y es que, mientras que  nuestro cerebro normalmente contiene una serie de conexiones estables muy especializadas en cada una de las tareas correspondientes al correcto funcionamiento del organismo, estas imágenes mostraban que algunas zonas del cerebro que jamás se conectan, formaban conexiones muy fuertes, dando lugar a una red responsable de las experiencias oníricas características del consumo de esta sustancia.

¿Cómo puede ayudar este descubrimiento a la ciencia?

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A pesar de su gran importancia, este descubrimiento aún está en pañales, pero ha alentado a los investigadores para seguir adentrándose en este área, ya que el conocimiento completo del modo de actuación de este tipo de sustancias puede ser la clave para el desarrollo de tratamientos para enfermedades psiquiátricas basados en sustancias psicodélicas.

Como hemos visto tantas veces, el consumo de drogas es perjudicial para nuestra salud, pero un buen conocimiento de su mecanismo de acción puede ayudar a convertir esas sustancias peligrosas en la clave para curar a miles de personas. Como suele decirse, si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él.

Foto David Nutt: lsneuron