Después de un pequeño inciso dedicado a fenómenos de la astronomía como los cometas o los eclipses, volvemos a las constelaciones para explicaros la leyenda del origen de una de las menos conocidas, pero no por ello menos hermosa.

Se trata de la Constelación del Águila, un conjunto de estrellas que parece volar desplegando sus grandes alas en dirección este, a través de nuestra Vía Láctea. 

Aunque fue representada por primera vez en la antigua Mesopotamia, allá por el año 1.200 antes de Cristo, fueron los griegos los que inventaron la leyenda que explicaba el origen de este ave en el cielo.

Leyenda griega de la Constelación del Águila: el rapto de Ganímedes

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Los griegos no consideraban al águila como un simple animal. Para ellos era la reina de las aves y ostentaba una importante misión, pues se encargaba de recoger todos los rayos que Zeus lanzaba al cielo.

Por eso, son muchos los mitos que giran en torno a ella, pero yo sólo os voy a contar algunos de ellos.

Uno de los más conocidos es el relacionado con el rapto de Ganímedes, que no sólo es un satélite de Júpiter, sino que también era el nombre del príncipe de Troya que encandiló a Zeus hasta el punto de convertirse en su amante. Sin embargo esto no siempre fue así, pues al principio el joven se resistía a la relación, por lo que el padre de todos los dioses; que, como hemos visto tantas veces, no conocía la palabra no, envió a su preciada águila a raptarlo y enviarlo con él al Olimpo.

De hecho, si os fijáis en la constelación, justo en la parte inferior aparecen dos estrellas juntas; que, según la leyenda, representan al joven Ganímedes atrapado en las garras del animal.

La leyenda del castigo de Prometeo

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Otra leyenda sobre el águila es bastante más escabrosa y surge de una disputa entre Zeus y Prometeo. Este último, decidió regalar a los humanos los conocimientos sobre el arte y las ciencias, algo que le parecía excesivo a Zeus, ya que eran enseñanzas muy importantes para seres de segunda, como los mortales. Sin embargo,  lo peor vino después, cuando Prometeo decidió llevar a la tierra el fuego. Entonces Zeus ya no pudo más y estalló de ira, castigando al pobre titán a ser encadenado desnudo mientras el ave le comía el hígado, desde el amanecer hasta el ocaso.

Transcurrieron así muchos años, hasta que Zeus se  ablandó y atendió a las súplicas de Heracles, que mató al pájaro de un flechazo en cuanto Prometeo fue liberado.

Tenemos por lo tanto otro secuestro más por parte de Zeus y una leyenda que les encantará a los amantes de la literatura gore. Sea como sea, el pobre pájaro sólo obedecía a las órdenes de su amo, que tenía unos gustos bastante peculiares. ¿Qué menos que ser enviado eternamente al firmamento como premio a tanta obediencia?