La keynote de Apple de hoy se puede resumir en una frase: a Apple no le importa quedarse quieta, siempre y cuando parezca todo lo contrario.

Desde pequeño, mi santa madre ha venido repitiéndome una verdad como un templo, la última vez la semana pasada: “Adrián, parece que estás corriendo y en realidad no te mueves del sitio”.

No tiene ningún significado metafórico, es literal: nunca fui un niño al que le gustase hacer las mismas cosas que otros, como moverse, hablar, o permanecer sobre dos piernas, pero parecía que lo estaba haciendo. Cuando corro, muevo los brazos como una persona normal y corriente, pero mi velocidad es la misma que cuando estoy andando normalmente.

El iPhone SE, una obligación más que un deseo

Hoy he visto a Apple hacer exactamente lo mismo. Ha hecho algunos aspavientos, casi se ha dislocado un hombro por el camino, ha hecho media voltereta, y ha terminado con una ronda de aplausos de sus familiares.

Empecemos por el hardware que ha presentado. ¿Os habéis dado cuenta de que tanto el iPhone SE como el iPad Pro de 9.7 pulgadas son versiones inferiores a dispositivos ya lanzados? 

El iPhone SE sustituye al iPhone 5S, que ya no se venderá; sí, es más potente que el modelo que sustituye, pero después de dos años y medio, lo raro sería que no lo fuera, ¿no? El procesador A9 de 64 bits ya no es nada revolucionario, es simplemente lo mínimo que podríamos esperar de cualquier dispositivo.

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Apple se ha encontrado en la nada envidiable situación de lanzar un dispositivo que sabe que es el peor de la gama actual, toda una papeleta que ha solucionado a su manera, con una presentación muy profesional y que hacía hincapié en cada punto como si fuera la primera vez que lo veíamos, aunque absolutamente nada del iPhone SE es nuevo.

Cuando gente de la talla de Tim Cook tiene que salir al escenario con la seguridad de que tiene que presentar el peor iPhone actual, es cuando sabes que algo va mal. Apple se ha metido ella sola en este berenjenal, al dejar de lado la gama de las cuatro pulgadas, absurdamente importante para las cuentas de la empresa, con la presentación de los iPhone 6S y 6S+.

iPad Pro de 9.7 pulgadas, ilusiones de grandeza injustificadas

Y lo peor es que está repitiendo la historia con los iPad. La presentación del iPad Pro de 9.7 pulgadas era esperada desde hace meses, y los rumores y filtraciones se aseguraron de que fuésemos bien preparados. Perfecto para los que tenemos que escribir un artículo del aparato, pero para el resto la emoción se pierde.

Por lo demás, el iPad Pro de 9.7 pulgadas es como el de 12.9 pulgadas, exactamente igual. Cubre un hueco inferior que hay que tener, pero lo importante llega cuando vemos el resto de la gama de iPad y vemos al iPad Air 2, un modelo de octubre de 2014 que no tiene sucesor ni se plantea tenerlo. Y a juzgar por el iPhone SE, parece que Apple quiere dejar que se muera ahí, ¿hasta que lancen una versión “SE” que cubra el mismo hueco, tal vez?

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Apple ni siquiera ha optado por sacar alguna novedad llamativa en iOS, y lo más curioso es Night Shift, su app para variar la temperatura de la pantalla, pero eso no es algo que la mayoría de usuarios busque desesperadamente. Apple Watch ni estuvo ni se le esperó, confirmando un ciclo bianual y una bajada de precio.

Apple busca polémica para tapar la keynote más aburrida de los últimos tiempos

Que Apple tuviese que rellenar la escasa hora que duró la keynote con correas del Apple Watch (básicamente lo mismo que hablar de carcasas de colores para el iPhone… ups), es una buena medida de lo que ha acabado representando el evento. Los directivos se encargaron de aportar los únicos aplausos y de crear polémica innecesaria, como un productor que ve caer los índices de audiencia.

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En este caso, la “polémica” fue que Apple considera vergonzoso el hecho de que existan 600 millones de ordenadores más viejos de cinco años, y que todas esas personas deberían pasarse al iPad Pro. A estas alturas, semejante provocación parece más un intento fútil de llamar la atención y de vivir de las rentas de Steve Jobs que de presentar una alternativa seria, como si está haciendo (sorpresa) Microsoft con su Surface.

En definitiva, Apple está igual que ayer, y probablemente igual que mañana. La revolución se ha aplazado por falta de ganas, pero al menos mientras tanto podremos tirarnos de los pelos mutuamente.