La miopía se ha convertido en la nueva epidemia infantil de los últimos tiempos.

El aumento de la escolarización, junto a la edad cada vez más temprana a la que se comienzan a usar las nuevas tecnologías ha llevado a que cada vez más niños tengan sus primeras gafas antes de que se les caiga el primer diente de leche. De hecho, recordad cuando vosotros erais pequeños. ¿Cuántos niños llevaban gafas en la escuela primaria? Ahora acercaos al patio de cualquier colegio y observad a los niños corretear en el recreo. Comprobaréis que las estadísticas se han alterado notablemente.

El problema es que, lo que empieza con una dioptría y gafas sólo en unas cuantas ocasiones a lo largo del día, acaba aumentando hasta el punto de necesitar unas gafas para buscar las gafas.  Por eso, muchos científicos buscan la manera de frenar este trastorno en sus inicios, para evitar que llegue a empeorar. Este es el caso de Jaume Pauné, cuyo tema de doctorado, realizado en la Universitat Politécnica de Catalunya, se ha basado en el desarrollo de una lentilla capaz de detener el trascurso de la miopía.

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¿A qué se debe la miopía?

La miopía es un trastorno ocular debido a una deformidad en la córnea, que provoca que los rayos de luz se refracten enfocados en un punto delante de la retina, en vez de hacerlo directamente en ella. Como consecuencia, se produce una visión borrosa, especialmente de aquellos objetos que se encuentran alejados.

¿En qué consisten las lentillas para frenar la miopía?

Las gafas y lentillas convencionales hacen que la persona que las lleva enfoque correctamente los objetos alejados, al colocar frente a ellos una lente que ajusta el punto focal. Sin embargo, el efecto no se produce por igual en todo el ojo, ya que en los bordes de la retina se forman imágenes, pero borrosas.

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De hecho, Pauné realizó una serie de experimentos que confirman que la imagen que se forma en la periferia de la retina es esencial para poder controlar la miopía, por lo que su lentilla trata de corregir la visión a ese nivel.

Los resultados parecen ser bastante prometedores, por lo que este diplomado en óptica y optometría confía en el éxito de su invento, especialmente entre la población más joven, que padezcan estados poco avanzados de miopía.

Los que a día de hoy no vemos más allá de nuestra nariz no tenemos mucho que hacer con este invento, pero es bonito pensar que quizás nuestros futuros hijos no tendrán que sentir esa punzada de terror al posar la mano sobre la mesita de noche y no encontrar las gafas. Si lo consiguen, serán unos verdaderos privilegiados.