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Estroncio: El elemento que sabe dónde has vivido

16 febrero, 2016 18:20

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¿Sabías que existe una manera de lo más sencilla para averiguar todos aquellos lugares en los que has estado a lo largo de tu vida? No, no estamos hablando de investigar tu cuenta de Facebook o de preguntarte a ti directamente. Se trata de un método mucho menos convencional, que implica la extracción de un par de dientes para medir la cantidad de estroncio presente en éstos.

La técnica resulta de lo más útil a la hora de estudiar restos humanos del pasado, especialmente cuando los antropólogos tratan de identificar de qué fecha datan los esqueletos que encuentran. Conocer la localización geográfica en la que vivía una persona puede decir mucho acerca de ella.

¿Cómo llega el estroncio hasta nuestros dientes?

Stephen-Hawking

Stephen-Hawking

Los dientes revelan una gran cantidad de  información sobre los sujetos a los que pertenecen (o pertenecieron), y los científicos están aprendiendo a descifrar dicha información gracias a las propiedades del elemento estroncio. De número atómico 38, masa atómica 87,62 y símbolo Sr, el estroncio es un metal alcalino de color plateado que se oxida al entrar en contacto con el aire, y del cual existen diferentes isótopos o formas. Para los antropólogos, los más interesantes son los isótopos estroncio 87 y estroncio 86, teniendo éste último un neutrón menos que el anterior. Pero éstos no aparecen como tal en la naturaleza; el estroncio se origina como producto de la descomposición de otro elemento: el rubidio. De este modo, cada sitio tiene su propio ratio de isótopos 87:86, dependiendo de la geología característica de la zona.

Las rocas más antiguas han tenido más tiempo para descomponerse, por lo que presentarán una mayor cantidad de estroncio 87. Aquellas con alto contenido en arcilla o granito también muestran mayores niveles de rubidio, y por consiguiente del isótopo 87. Nos guste o no, lo cierto es que todos estos componentes de las rocas acaban de una u otra manera formando parte de nuestra dieta, ya que una vez son filtrados en el agua, ésta es absorbida por las plantas y así, los elementos, continúan desplazándose hacia arriba en la cadena alimentaria, hasta que terminamos por ingerirlos sin darnos cuenta. Es de este modo que el estroncio que comemos y bebemos se adhiere a nuestros dientes.

Dime qué agua bebes y te diré de dónde vienes 

Como sabemos, el esmalte que recubre los dientes contiene una gran cantidad de calcio, y en muchos sentidos, el estroncio se comporta de manera parecida al calcio: son de tamaño similar, reaccionan con muchos de los mismos compuestos… Por ello no resulta tan extraño comprobar que mientras el cuerpo fabrica nuevos dientes durante la infancia, en su estructura a veces se incorpora estroncio en lugar de calcio, y los isótopos de este estroncio tendrán las mismas proporciones que aquellas de origen del agua ingerida. Los antropólogos miden dichas proporciones y utilizan esa información para saber en qué punto del planeta vivía un ser humano cuando se formaron esos tejidos. Por ejemplo, el estroncio acumulado en los molares a la edad de seis años indicaría dónde vivió esa persona durante esos primeros seis años de vida. Y la proporción de isótopos en las muelas del juicio sería una pista de su localización desde los nueve años de edad (que es cuando se empiezan a formar) hasta que el cuerpo termina de crear el esmalte dental, que suele ser alrededor de los veinte.

Una vez formado por completo, el diente permanece en ese estado. Es decir, no absorbe ni más calcio ni más estroncio, por lo que el ratio de dichos elementos es el mismo y queda establecido para siempre. A partir de un diente perteneciente a un esqueleto, los antropólogos pueden averiguar dónde nació y creció el sujeto, incluso si lo hizo en lugares diferentes. Por ejemplo, si se crió lejos de donde murió, esto podría significar que fue un inmigrante en busca de oportunidad en una nueva tierra. Y de igual manera, si vivió durante muchos años y fue enterrado en el mismo lugar donde nació, sería lógico suponer que tuvo una vida bastante cómoda, y que no tuvo la necesidad de desplazarse demasiado para buscar alimentos o huir de posibles enemigos.

Resulta sorprendente ver cómo el simple estudio de un elemento tan pequeño presente en la estructura dental haya hecho que antropólogos de todo el mundo vuelvan a analizar ciertas teorías hasta ahora aceptadas sobre la naturaleza de la vida humana. Después de todo, parece que el estroncio es un elemento con mucho que contar sobre nosotros.

Fuente | ISAS