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¿Cómo cambió el Australopithecus hasta llegar al género Homo?

10 febrero, 2016 18:21

Todavía hoy siguen existiendo incógnitas sin resolver en relación a la aparición del ser humano. Por supuesto, la llegada del hombre tuvo lugar a través de la evolución, es decir, mediante cambios continuos por los que un mono primitivo fue paulatinamente irguiéndose y aumentando el tamaño de su cerebro. Sin embargo, la reconstrucción paso por paso de esta historia todavía no se ha aclarado por completo. Una de las preguntas que la ciencia está tratando de resolver, y que hoy os ofrecemos en Medciencia, atiende a la evolución del Australopithecus.

El Australopithecus, el primer homínido bípedo

Con el nombre de Australopithecus se conoce a un conjunto de especies de homínidos que surgieron en África hace 4 millones de años, extinguiéndose 2 millones de años después. Fueron los primeros homínidos indudablemente bípedos. Por ello, estas especies son fundamentales para entender la evolución humana. El desplazamiento sobre dos patas permitió la liberación de las manos, aportando la posibilidad de utilizar herramientas para la alimentación y la defensa. Esto, a la larga, daría lugar al acceso a comidas más nutritivas y a las migraciones del ser humano por todo el mundo. Las especies de Australophitecus medían algo menos de 1,5 metros y su cerebro tenía un volumen de unos 500 centímetros cúbicos, alrededor de un tercio del volumen cerebral del ser humano actual.

En 2010 se dio a conocer a la opinión pública el descubrimiento de la especie más reciente de Australophitecus y, por tanto, de uno de nuestros más directos antecesores. Esta especie, de nombre científico Australophitecus sediba, vivió hace aproximadamente 2 millones de años y evolucionó para dar lugar a los primeros animales del género Homo. De nuevo, este género comprende distintas especies, entre las que se encuentra Homo sapiens, es decir, el ser humano actual. Los restos fósiles de A. sediba encontrados  demuestran que poseían dedos largos y fuertes, por lo que probablemente habrían sido los primeros animales en usar  herramientas en nuestro planeta.

Este mes se ha publicado en la revista Nature communications un estudio que pretende aclarar algunos aspectos de la evolución de A. sediba al género Homo. Esta transición es importante porque marca el inicio del aumento de tamaño del cerebro, la principal característica que define nuestra especie.

La alimentación de A. sediba

Justin A. Ledogar, de la University at Albany (Nueva York), y su grupo de investigación se basó en la estructura del cráneo para simular virtualmente la musculatura y todas las características bucales de A. sediba. Esto les permitió saber la fuerza que podía aplicar a la hora de masticar y, con ello, qué alimentación era la predominante para esta especie. La conclusión a la que se llegó es que A. sediba poseía piezas dentales más pequeñas y débiles que otras especies más primitivas y, por tanto, su fuerza de mordida era menor. Su estructura dental podría considerarse como intermedia entre la propia de Australophitecus, rígida y preparada para masticar frutos y otros alimentos duros como las nueces, y la del género Homo.

Gracias a este descubrimiento, los científicos hipotetizan que esta evolución se produjo a partir de un cambio climático o ambiental que modificó la comida disponible en el hábitat de A. sediba. Así, los nichos ecológicos de esta especie se vieron alterados y sus individuos se vieron obligados a cambiar su alimentación. Algunas poblaciones redujeron la fuerza de su mandíbula y apostaron por el cerebro para buscar alimento y adaptarse a la nueva situación. Esto condujo al aumento de tamaño de este órgano, a la utilización masiva de herramientas y, en última instancia a la aparición del ser humano actual varios cientos de miles de años más tarde.

Fuente | Nature Communications