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Los guardaespaldas de las plantas

7 enero, 2016 20:32

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Al hablar de las necesidades básicas comunes a cualquier ser vivo, podemos decir que las plantas son muy parecidas a los animales; necesitan nutrientes para crecer, enfrentarse a aquellos individuos o condiciones que supongan una amenaza para su supervivencia y reproducirse para perpetuar su especie. Sin embargo, al contrario de lo que ocurre con la mayoría de animales, las plantas no pueden desplazarse por ellas mismas. Es por ello que ciertas especies vegetales optan por producir néctar que acabará atrayendo los animales “guardaespaldas” de la planta.

Así reclutan las plantas a sus soldados

Muchas plantas con flores generan néctar azucarado para atraer a polinizadores como pájaros, murciélagos e insectos. Éstos toman el polen al absorber el dulce alimento y lo transportan hacia otra planta, ayudando de esta manera a su reproducción. Pero sólo unas pocas especies son capaces de desarrollar un tipo totalmente distinto de néctar, que almacenan en los llamados nectarios extraflorales. Estas estructuras especiales se sitúan en la zona externa de la flor (lugar estratégico), y producen una mezcla líquida de de azúcares y aminoácidos parecidos a los del néctar presente en el interior de la flor. Puesto que aquellos individuos que se alimenten de dicho néctar defenderán su fuente de comida de cualquier objeto de amenaza, la planta termina reclutando sus propios guardaespaldas.

Ambos tipos de néctar (el floral y el extrafloral) se secretan con el objetivo de atraer y al mismo tiempo recompensar de algún modo a estos animales, creándose lo que se conoce como una relación mutualista. Los animales se benefician del néctar ya que obtienen nutrientes de éste, y las plantas consiguen polinizadores o bien protectores. Los dos salen ganando.

Distintas estrategias de defensa

En el caso de las especies vegetales del género Inga, comunes en los bosques tropicales, las hormigas compiten y defienden a la planta del ataque de otros insectos herbívoros. Los nectarios externos son ricos tanto en carbohidratos (como sacarosa y glucosa), como en proteínas y aminoácidos; todos ellos nutrientes de vital importancia para las hormigas. A cambio del alimento, las hormigas protegen a la planta de invasores como las orugas. Y cumplen con creces su papel de guardianas. De hecho, numerosos estudios han demostrado que aquellas hojas en las que no se detecta la actividad de hormigas son mucho más vulnerables y propensas a dañarse que aquellas hojas donde sí que encontramos a estos insectos. Y cuando uno de los enemigos de la planta viene para degustar sus hojas, Inga puede producir una cantidad extra de néctar con el propósito de atraer a más hormigas que acudan en su auxilio.

Por otro lado tenemos a la flor de la pasión (del género Passiflora), típica de Norte América, que posee nectarios extraflorales en la base de cada hoja y debajo del capullo floral. Esta planta presenta de por sí químicos venenosos en sus hojas, pero algunas especies de mariposas han aumentado su inmunidad a dichos tóxicos, por lo que reunir hormigas a modo de línea de defensa resultaría de tremenda utilidad. En 1980, un grupo de investigadores eliminó los nectarios extraflorales de varias flores de la pasión, y descubrieron así que aquellas plantas que tenían menos hormigas a su alrededor sufrieron más ataques y produjeron menos frutos.

Incluso las plantas que se utilizan para producir algodón tienen estas estrucutras externas de néctar, aunque no les interese atraer hormigas, sino diminutas avispas parasitarias que ponen sus huevos dentro de las orugas. De estos huevos nacen larvas que se alimentan de la propia oruga y pueden atravesar su cuerpo, pero dejándola con vida. Luego, se hacen con el control cerebral de la oruga, forzándola así a proteger a las larvas durante su crecimiento. Una vez éstas han desarrollado alas, la oruga muere. Todo este retorcido mecanismo puede traducirse como un método eficaz para librarse de las orugas y es por ello que los cultivadores de las plantas de algodón utilizas las avispas como pesticidas naturales.

Pero el néctar no sólo proporciona a la planta protección contra insectos. Según un estudio publicado en 2009 en The Plant Journal, también presenta componentes que defienden a la planta de la invasión de virus, bacterias y hongos. El néctar de ciertas plantas del género Acacia contiene unas proteínas llamadas quitinasas, excelentes para combatir hongos. Esto quiere decir que a veces el propio néctar extrafloral actúa como una especie de guardaespaldas de la planta. No obstante, su producción no resulta tan sencilla, debido a la gran cantidad de energía que requiere y que por lo tanto la planta perdería para funciones como el crecimiento o la reproducción. En cualquier caso, para muchas especies vale la pena disponer de estos nectarios que le aportan una seguridad extra.

Fuente | The Plant Journal