Ser invisibles es uno de los sueños que todos hemos tenido, igual que volar o ser inmortales.

Hasta hace pocos años el tema de la invisibilidad era algo reservado únicamente a la ciencia ficción y a la magia. Sin embargo en los últimos años el desarrollo de los metamateriales hace que sea cada vez esté más cerca de ser una realidad y que podamos tener una capa de invisibilidad a la venta en las tiendas.

Actualmente existen muchas líneas de ataque que los distintos grupos de investigación siguen para conseguir lo que sería efectivamente una capa de invisibilidad, pero la mayoría de estas técnicas se basan en un mismo principio: desviar la luz para siga su camino como si no hubiera obstáculos. Para ellos se trata de dirigir los rayos de luz de forma que viajan por la superficie de la capa de invisibilidad y salen por el otro lado con la misma dirección que si viajaran por el aire.

Guías de luz por difracción 

Para conseguir que un material dirija la luz en la dirección que nosotros queremos tiene que cumplir unas propiedades muy concertas. Generalmente la dirección que sigue la luz se determina mediante los índices de refracción de forma que la luz que queremos redirigir tiene interferencias constructivas a lo largo de la superficie y no puede salir de ella ya que en la dirección de salida las interferencias serían destructivas. Pero no es este el único mecanismo.

Otros mecanismos siguen el mismo principio de acción (redirigir la luz) pero lo ejecutan de forma diferente explotando otras propiedades de la luz como la polarización o de los propios materiales como la reflectancia, de forma que la luz, al igual que en el caso anterior, sigue un camino muy concreto. Cuando este camino se ajusta de la forma adecuada conseguimos pasar de un trozo de tela a una capa de invisibilidad. Suena a magia, ¿verdad?

Por qué redirigir la luz para tener una capa de invisibilidad

El principio por el cual basta con redirigir la luz para tener una capa de invisibilidad es el mismo por el cual vemos espejismos en los días calurosos y que ya os explicamos hace un tiempo. Nuestro cerebro está acostumbrado y preparado para interpretar los rayos de luz que recibe a través de los ojos como si siempre se movieran en línea recta de forma que los rayos de luz que vienen de abajo hacia arriba forman en nuestro cerebro la parte inferior de la imagen.

Esto suele funcionar bien en condiciones normales pero cuando aparecen los espejismos nos damos cuenta que no es siempre perfecto. Una capa de invisibilidad es otra forma de explotar este truco, pero no se limita a lo que ve nuestro cerebro. Las cámaras de fotos y similares también hace algo parecido a lo del cerebro y componen la imagen en función de por dónde llegan al sensor, sin importar el camino previo. Así que una capa de invisibilidad también sigue funcionando como capa de invisibilidad a los “ojos” de una cámara de fotos.

Y ahora la pregunta del millón que todos nos hacemos es ¿Cuándo podremos tener nuestra propia capa de invisibilidad? La respuesta no puede ser precisa aún, pero no tardaremos demasiado. Es más, me atrevería a decir que la inmensa mayoría de los lectores de esta entrada llegarán a ver una capa de invisibilidad. Al principio se utilizarán en el ejército pero los más jóvenes puede que incluso tengan la posibilidad de comprarse una, lo que nadie puede anticipar es el precio que tendrán.