Un equipo de la Universidad de Harvard acaba de hacer público una utilidad muy interesante para el ADN. En vez de estudiarlo, han preferido usarlo para estudiar las células en las que se encuentran, y qué papel tienen en sus estructuras. No solo eso, sino que el resultado son unas fotografías realmente bellas que muestran su intrincada formación.

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Normalmente este tipo de observaciones no se puede hacer con un microscopio normal, ya que estamos hablando de estructuras de 200 nm, menos de la longitud de onda de la luz visible, y por tanto menos de lo que puede iluminar. En el estudio el equipo unió piezas que “significan fluorescente” a piezas cortas de ADN, aprovechándose de la tendencia que tiene a unirse a partes complementarias de si misma (las famosas bases ATGC); cuando se produce la unión se activa la fluorescencia, que usaron para crear imágenes que les ayudasen a comprender mejor sus estructuras dentro de una célula, cómo trabajan entre sí y cómo se mueven.

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