Tecnología

La explotación humana tras la fabricación de los smartphones

21 enero, 2013 20:27

Viendo la película Diamantes de sangre, podemos concluir en que el amor a las riquezas es algo que va de serie en el ser humano, y que las consecuencias son catastróficas. No tenemos en cuenta, sin embargo, que al ansiar tener cada pocos meses, el último modelo de smartphone (teléfono inteligente), éste es posible que esté bañado en sangre.

En este artículo hablaremos de la extracción de uno de los componentes de los smartphones actuales, como es el coltán, y analizaremos la tragedia humana y ambiental detrás de este material.

¿Qué es el coltán y dónde se encuentra?

Es la unión de dos minerales que originan dicha palabra. La sílaba col- proviene de la columbita, mientras que la sílaba -tán proviene de la tantalita.

Tanto la columbita como la tantalita, son óxidos (el primero de niobio, el segundo de tántalo), con hierro y manganeso que escasean en la naturaleza. Se extraen de países como Australia, Brasil, Canadá, Ruanda, Etiopía y República Democrática del Congo.

Se estima que el 80% del total de reservas de coltán a nivel mundial se encuentran en la República Democrática del Congo.

Coltán, ¿para qué se usa?

Los usos de dicho material, se derivan de las propiedades del mismo: superconductividad, carácter ultrarrefractario (soporta altas temperaturas), capacitor (almacenaje de carga eléctrica temporal y la libera cuando se necesita), alta resistencia a la corrosión y a la alteración.

Todo esto hace que este material se use para desarrollar tecnologías, como la móvil, la aeroespacial, fabricación de ordenadores, videojuegos, armas inteligentes, medicina en implantes o levitación magnética, entre otras.

Coltán tras la muerte de seres humanos

La explotación en África del coltán ha estado y está ligada a conflictos bélicos para conseguir el control de este material, condiciones de explotación en régimen de semiesclavitud, e incluso a graves problemas de salud asociados con los arcaicos e infrahumanos métodos de explotación.

Es de destacar que mientras acontecía la guerra en la República Democrática del Congo, entre los años 1998 y 2003, los avances tecnológicos del mundo occidental fueron imparables.

Es interesante ver cómo eran los móviles antes de 1998, y cómo se produjeron avances tecnológicos en muy poco tiempo, implementación de tecnología WAP, de tecnología GPS, la posibilidad de tener música en el móvil, que hasta ese momento no se había podido incorporar al móvil por la escasa capacidad de las baterías móviles, etc.

Entre los años que mencionábamos antes, gran número de facciones armadas se enfrentaron en suelo congoleño, muriendo cerca de 4 millones de personas, por efecto del hambre, la guerra y enfermedades básicas no tratadas. Se estima que miles de personas fueron obligadas a trabajar en las minas de coltán por los combatientes, bajo amenaza de muerte y con unas condiciones inhumanas que causaron la muerte a gran parte de ellos.

Durante las excavaciones es normal encontrar relevantes cantidades de uranio, torio y radio, cuyas radiaciones siguen afectando a los que allí trabajaban. Según la revista Journal of Radiological Protection, se informa que los trabajadores congoleños que se dedican de forma artesanal a la extracción de coltán, se exponen a una radiación de hasta 18 mSv (mili Sievert) por año. Esta unidad, mide la dosis de radiación absorbida por la materia viva.

Con dicha cantidad de radiación, estaríamos, según la Universidad de Santiago de Compostela en la franja entre una zona de laboratorio y una zona de acceso prohibido. Es decir, los trabajadores del coltán están poniendo en riesgo su vida cada día que acuden a trabajar.

Coltán tras la desaparición de fauna y flora

El daño originado por la explotación de las minas de coltán, no se restringe a los seres humanos, sino que ha provocado, provoca y provocará desastres medioambientales con gravísimas repercusiones en la fauna local de especies protegidas (gorilas, elefantes).

La principal zona de explotación del coltán contiene gran parte del Parque Nacional Kahuzi Biega, hogar del gorila de montaña. En este Parque, la población de gorilas se ha reducido a la mitad, pasando de 258 ejemplares a sólo 130, como resultado de la eliminación de gran cantidad de zona boscosa, no olvidemos que la zona selvática del Congo es la segunda mayor de todo el planeta, tras la amazónica.

La cantidad de comida disponible para las poblaciones de gorilas se ha reducido en gran medida, y la pobreza causada por el desplazamiento humano de poblaciones locales por los mineros, ha llevado a que los gorilas sean cazados y utilizados como alimento para los mineros y las fuerzas armadas que controlan el área.

Las Naciones Unidas han informado que el número de gorilas de tierras bajas en los Parques Nacionales del Congo, se ha reducido un 90% en los últimos 5 años, ahora sólo quedan 3.000 ejemplares, estando más que nunca en peligro de extinción.

Y ahora, ¿qué?

Aunque ha salido a la luz el problema socioeconómico, medioambiental y político relacionado con la mala explotación y comercialización de esta materia prima, la crisis ligada a su extracción todavía continúa, y los estudios científicos sobre el coltán son aún insuficientes.

Debido al daño causado a las poblaciones de gorilas y su hábitat natural, las compañías que han utilizado coltán, están comenzando a decir que el coltán que usan, solamente proviene de fuentes minerales legítimas y no por un subproducto de la guerra, en un proceso de lavado de imagen de cara a la comunidad internacional.

Alternativas

La verdad es que se pueden proponer alternativas, pero la realidad es compleja.

Se tendrían que realizar estudios mineralógicos y geoquímicos detallados sobre muestras de coltán en distintas áreas, identificando afloramientos geológicos de procedencia, eliminando el tráfico ilegal y las condiciones de explotación y esclavitud de los trabajadores de minas de coltán.

Se tendría que avanzar en estudios de materiales que sustityeran al coltán, como el grafeno (hablamos hace unas semanas de dicho material en Medciencia).

El papel que cada uno de forma individual podemos jugar es en la reducción del uso del coltán, a través de la reutilización de los móviles y demás tecnología, teniendo en cuenta que no es necesario están renovando cada año, o incluso menos según el usuario, nuestros teléfonos móviles, pero esto pasa por no entrar en una espiral de consumismo extremo (que es fácil de decir, pero no tanto de hacer), de nosotros depende.

 

Fuentes: Naciones Unidas, El País, Afrol News, Universidad de Santiago de Compostela y Journal of Radiological Protection

Imagen: Periodistas en español