No es en absoluto un misterio que bajo el océano hay todo un conjunto de cables para llevar redes de fibra óptica al resto del mundo. Una maraña que obviamente queda oculta a nuestros ojos, ya que está a una gran profundidad. Ahora podemos, desde España, ver estos cables gracias al desarrollador Tyler Morgan-Wall.

En Twitter, Tyler ha colgado lo que se conoce como un dataviz, una visualización de datos que hace las veces de representación gráfica en 3D. Mediante un vídeo de apenas 30 segundos, podemos ver todos los cables submarinos de red de fibra óptica. Todo realizado con el motor Rayrender, un paquete R en código abierto para realizar escenas con trazado de rayos.

La animación muestra toda la maraña de cables, que llevan existiendo prácticamente desde hace más de un siglo. Estos cables, además, son los que permiten que los usuarios tengamos Internet en casa. 

Un mapa en 3D de los cables

Así lo ha publicado Tyler en su Twitter. El vídeo ha sido creado con el paquete Rayrender y ha publicado el código en su cuenta de Github, para que todos los usuarios puedan consultar los datos exactos de esta visualización. Eso sí, hay que tener en cuenta que se muestra solo la maraña de cables, y no se representan otros elementos que se encuentran estas redes, como los enrutadores.

Lo que estamos viendo es un dataviz. Esta es una representación gráfica en forma de visualización completa. Dicho de otro modo, es una recopilación de datos y análisis de los mismos en un contexto visual, en una representación artística, en este caso en forma de vídeo. De hecho, vemos resaltados en el vídeo los cables en su totalidad, con colores incluidos.

Cables submarinos

Mapa de cables de 2015 según TeleGeography TeleGeography Omicrono

Todos estos cables están repartidos por todo el mundo, y aunque escasean los datos oficiales sobre sus dimensiones, algunas empresas como Builtvisible aseguran que esta red abarcaría un millón de kilómetros, tal y como recoge ViceDesgraciadamente, el mapa interactivo de Builtvisible ya no se encuentra disponible.

Aunque esto, por supuesto, no ha estado desde siempre aquí. El primer cable que se dio a conocer fue el primer cable telegráfico transatlántico y fue colocado en el lecho del océano Atlántico, desde el Telegraph Fiel en la bahía de Foilhommerum en Valentia hasta el este de Terranova, hasta el Heart's Content.

Representación del interior de uno de estos cables

Sus primeras comunicaciones se llevaron a cabo en 1858 y tras 3 semanas, el cable dejó de funcionar debido al deterioro del mismo. No fue hasta 1865 que se volvió a intentar, mejorando el material del cable para completar así la conexión en el 1866.

Posteriormente, le siguieron el cable telefónico en 1956 y el que fue el primer cable submarino de fibra óptica de la historia, el TAT-8. Fue instalado en la década de los años 80, y funcionó desde 1988 hasta el año 2002. El 98% del tráfico internacional de Internet pasa por estos cables, según datos de Google.

Algunos de los tipos de cables. General Cable Omicrono

El diámetro de estos cables puede variar enormemente y las empresas van innovando en los materiales de los cables así como en el método de 'instalación' bajo el agua. La idea es que estos cables aguanten lo máximo posible. Tanto es así, que el diámetro va modificándose en función de la zona en la que están situados; si hay movimiento de elementos como barcos o animales en la zona, se suelen reforzar los cables para que aguanten más. 

Son incluso capaces de llegar a costas y orillas (aunque en estos casos están mucho más reforzados). Estos cables suelen estar hecho de muchos materiales; polietileno, cinta Mylar, policarbonato y aluminio son solo unos pocos. La profundidad máxima a la que han llegado estos cables es a 8.000 metros, en el fondo de la Fosa de Japón.

El mayor problema de los cables, tal y como explicó a El Español - Omicrono un directivo de Data4, esta tecnología "tiene una atenuación y van perdiendo capacidad de señal. Una de las partes más complejas es la instalación de repetidores cada cierta cantidad de kilómetros". 

Unos repetidores que deben ser mantenidos y que conllevan problemas debido a las corrientes, a la profundidad y a la necesidad de conectarlos a las costas.

Y lo curioso de todo esto es que el proceso sigue siendo prácticamente el mismo. Los barcos trasladan uno de los extremos de los cables hasta una estación costera. Los buzos lo entierran lo suficiente para que esté lo más alejado de la superficie posible. El barco encargado del cable se encarga de seguir enterrando el resto del cable. Se estima que estos barcos pueden instalar hasta 200 kilómetros de cableado por día.

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