Que el mundo está mal no es un misterio para nadie. Se está buscando fervientemente una solución para el cambio climático o al menos la forma de paliar sus cada vez más irreversibles efectos. Es necesario monitorear los datos del clima casi en tiempo real para que los científicos tengan un control de lo que está ocurriendo, lo que desemboca en nuevas medidas para poder sobrevolar el aire sin contaminarlo más.

La solución podrían ser nada más ni nada menos que las palomas. Científicos de la Universidad de Birminghan en Reino Unido están desarrollando una serie de sensores que pueden recabar datos del clima y así controlar su situación, y están atándolos a estos animales en un intento de sustituir a los polémicos drones.

Palomas que controlan el clima y la contaminación del aire

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El programa pretende usar a estas aves como alternativa a los drones para recopilar datos sobre los microclimas urbanos o las variaciones climáticas tales como los cambios de temperatura debido a humedad, vientos y demás que afecten a las condiciones de vida urbanas. De hecho la primera incógnita que se ha planteado al equipo dirigido por Rick Thomas es muy directa: ¿por qué no se han usado drones?

Según el mismo Rick: “No puedes volar drones allí arriba. Pero los pájaros… vuelan por todas partes”. Reino Unido ha tenido severos problemas con los drones que han copado titulares como los accidentes y retrasos producidos en distintos aeropuertos. Hablando de ciudades, volar drones conlleva muchas limitaciones para la investigación del equipo.

Por otro lado, surge otra pregunta: ¿por qué aves? Muchos podrían poner en tela de juicio el uso de animales en esta clase de experimentos debido a su integridad. El equipo se defiende alegando que trabajan con voluntarios locales que crían palomas mensajeras. Esta variedad de la paloma común fue criada selectivamente por su capacidad de encontrar el camino a casa.

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Que estas palomas sean mensajeras no es casualidad. Los sensores que se atan a las palomas recogen los datos ya mencionados y cuando vuelven al lugar de origen los sensores se desacoplan de las aves y se descargan todos los datos. Además de los datos que ya hemos recogido, los otros que estos sensores gestionan son la humedad, la luz ambiental, la ubicación del GPS y la presión del aire. Cada uno de estos sensores cuesta unos 250 dólares.

Los paquetes que transportan estas palomas suponen menos del 3 por ciento del peso total de la paloma, por lo que no van cargadas en absoluto. De hecho, por si acaso se pudiera pensar que los enganches son inseguros o hacen daño a las palomas, en absoluto es así; se diseñaron específicamente para las palomas y son seguros además de no suponer ningún problema para las aves. Según el mismo Thomas: “Si los dueños de las palomas no están contentos con algún aspecto de colocar los sensores en sus espaldas, entonces no tienen que volar sus pájaros. El bienestar de las aves es absolutamente primordial”.

En el proyecto hay unas 14 aves incluidas. Ellas solas han recorrido casi 1000 kilómetros en un total de 41 vuelos. Por ahora no se puede hacer mucho más, ya que expandir el proyecto a otras ciudades requeriría de más fondos y de más voluntarios locales que cedieran a las palomas.

Estos datos pueden ser usados para combatir el cambio climático. Estos datos pueden ser usados por los científicos para predecir cómo se desplaza la contaminación en el aire y así poder decidir dónde construir infraestructuras vitales como escuelas u hospitales. Yendo más allá, dichos datos y decisiones pueden ayudar a elaborar políticas para la adaptación al cambio climático a medida que nuestras ciudades siguen sufriéndolo. Un mayor desarrollo de sensores, como los sensores de gas, podría dar a los científicos y responsables la oportunidad de formular políticas instantáneas directas contra la contaminación aérea.

Foto: Rick Thomas.

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