Imagen por ordenador de la sonda Voyager en el espacio.

Imagen por ordenador de la sonda Voyager en el espacio. NASA Omicrono

Defensa y Espacio

La NASA lucha contrarreloj para salvar la Voyager 1: reactiva un conjunto de propulsores que llevan inoperativos 21 años

Ingenieros de la agencia espacial de EEUU logran prolongar la vida de la sonda lanzada en 1977 y que actualmente está a 25.000 millones de km de la Tierra.

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La Voyager 1, la emblemática sonda robótica espacial de la NASA que se lanzó en 1997 junto con su hermana gemela, la Voyager 2, se está quedando sin energía. Una nave, considerada el objeto humano más alejado de la Tierra, ha estado meses dando problemas, como pasarse varios días sin contacto, que la agencia espacial estadounidense lleva tiempo tratando de prolongar su vida apagando dos sistemas científicos y, ahora, reactivando un conjunto de propulsores que llevan inoperativos 21 años.

Ingenieros del Laboratorio de la NASA han reactivado recientemente un conjunto de propulsores a bordo de la sonda Voyager 1, que actualmente navega por el espacio interestelar, que están considerados inoperativos desde 2004, según ha confirmado la propia agencia espacial estadounidense en un comunicado. Una misión que, además, necesitaba garantizar la disponibilidad de los propulsores antes del 4 de mayo, que era la fecha en que la antena terrestre que envía comandos a las dos sondas, la Voyager 1 y Voyager 2, se desconectó durante meses para realizar actualizaciones.

"Los ingenieros del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en el sur de California (EEUU) han revivido un conjunto de propulsores a bordo de la nave espacial Voyager 1 que se consideraban inoperables desde 2004. Arreglar los propulsores requirió creatividad y riesgo, pero el equipo quiere tenerlos disponibles como respaldo para un conjunto de propulsores activos cuyos tubos de combustible están experimentando una acumulación de residuos que podría hacer que dejen de funcionar tan pronto como este otoño.", ha señalado la NASA.

Unos propulsores inoperativos

Las dos sondas se lanzaron en 1977 y se desplazan por el espacio interestelar a unos 56.000 kilómetros por hora, y se encuentran a unos 25.000 millones de kilómetros de la Tierra -la Voyager 1- y a 21.000 millones de km -la Voyager 2-. Además, destacan igualmente por ser las únicas sondas que han enviado datos desde el espacio interestelar. Las dos naves dependen de un conjunto de propulsores primarios que las pivotan suavemente hacia arriba y hacia abajo, además de a la derecha e izquierda, para mantener sus antenas apuntando a nuestro planeta para poder enviar y recibir comandos.

Dentro del conjunto primario de propulsores hay otros que controlan el movimiento de alabeo de la nave, como ha explicado la NASA en su comunicado. Un balanceo que, visto desde la Tierra, hace girar la antena como un disco de vinilo para mantener a cada Voyager apuntando a una estrella guía que usa para orientarse. Asimismo, ambas naves cuentan con un conjunto primario y uno de respaldo para movimientos de alabeo. La agencia espacial ha explicado que para gestionar la obstrucción de los tubos de los propulsores, sus ingenieros alternan entre los conjuntos de propulsores primarios, de respaldo y de trayectoria.

La sonda Voyager 1

La sonda Voyager 1 NASA Omicrono

Sin embargo, los propulsores primarios de la Voyager 1 dejaron de funcionar en 2004 tras perder potencia en dos pequeños calentadores internos, que, según los ingenieros, tenían una avería que era probablemente irreparable y optaron por confiar únicamente en los propulsores de balanceo de respaldo de la sonda para orientar el rastreador estelar. "Creo que en ese momento el equipo aceptó que los propulsores de balanceo primarios no funcionaran porque contaban con un respaldo en perfecto estado", ha señalado Kareem Badaruddin, director de la misión Voyager en el JPL, organismo que gestiona la misión para la NASA.

"Y, francamente, probablemente no creían que las Voyager fueran a seguir funcionando durante otros 20 años", ha concluido el directivo. El problema se encuentra en que sin la capacidad de controlar el balanceo de la nave, pueden surgir varios problemas que podrían poner en peligro la misión, por lo que los ingenieros han optado por reexaminar la falla de los propulsores de 2004. La NASA ha señalado que estos comenzaron a sospechar que un cambio o una perturbación inesperada en los circuitos que controlan la alimentación de los calentadores había colocado un interruptor en una posición incorrecta.

Por lo que si lograban devolver dicho interruptor a su posición original, los calentadores podrían volver a funcionar, lo que les permitiría reactivar los propulsores de balanceo primario y utilizarlos si los propulsores de balanceo de respaldo, utilizados desde 2004, se obstruían por completo.

Parar las comunicaciones

La NASA ha explicado que la solución para este problema requería resolver algunos fallos. Por ejemplo, los ingenieros tendrían que encender los propulsores de balanceo inactivos y, después, intentar reparar y reiniciar los calentadores. Y si durante ese tiempo el rastreador estelar de la nave se alejaba demasiado de la estrella guía, los propulsores de balanceo inactivos durante años se activarían automáticamente gracias a la programación de la nave. Mientras que si los calentadores seguían apagados al activarse, podría provocar una pequeña explosión.

Imagen por ordenador de la sonda Voyager en el espacio.

Imagen por ordenador de la sonda Voyager en el espacio. NASA Omicrono

Por lo tanto, necesitaban apuntar el rastreador estelar con la mayor precisión posible. Los ingenieros también debían hacer frente a otro problema: la Estación Espacial Profundo 43 (DSS-43), una antena de 70 metros de ancho ubicada en Australia, entraba en proceso de actualización el pasado 4 de mayo hasta febrero del año que viene. Por lo que permanecería fuera de servicio la mayor parte de ese tiempo, con breves periodos de funcionamiento en agosto y diciembre. Una antena que es la única parabólica con suficiente potencia de señal para enviar comandos a la Voyager 1.

"Estas mejoras de antena son importantes para futuros alunizajes tripulados y también aumentan la capacidad de comunicación para nuestras misiones científicas en el espacio profundo, algunas de las cuales se basan en los descubrimientos de la Voyager", ha declarado Suzanne Dodd, directora del proyecto Voyager y de la Red Interplanetaria del JPL, organismo que gestiona la Red de Espacio Profundo de la NASA.

Los ingenieros querían asegurarse de que los propulsores, inactivos durante tanto tiempo, estuvieran disponibles cuando la antena se reactivara brevemente en agosto, momento en el que los propulsores actualmente en uso en la Voyager 1 podrían estar completamente saturados. La NASA ha apuntado que el 20 de marzo, el equipo observó cómo la nave espacial ejecutaba sus comandos. Debido a la distancia de la Voyager, la señal de radio tarda más de 23 horas en viajar desde la nave espacial hasta la Tierra, lo que significa que todo lo que el equipo presenció había ocurrido casi un día antes. Si la prueba hubiera fallado, la Voyager podría haber estado ya en peligro.

Pero en 20 minutos, el equipo vio que la temperatura de los calentadores de los propulsores aumentaba drásticamente y supieron que lo habían logrado. "Fue un momento glorioso. La moral del equipo estaba muy alta ese día. Estos propulsores se consideraron inoperantes. Y esa fue una conclusión legítima. Simplemente, uno de nuestros ingenieros intuyó que tal vez existía otra posible causa, y que era solucionable. Fue otro milagro para salvar a la Voyager", ha señalado Todd Barber, líder de propulsión de la misión en el JPL.