Recreación de estación espacial.

Recreación de estación espacial. Leonardo.AI Omicrono

Defensa y Espacio

El distópico proyecto del cofundador del submarino Titan: quiere una colonia humana en Venus en 2050

Guillermo Söhnlein, cofundador de OceanGate que operaba el malogrado submarino Titan, está impulsando los viajes al "gemelo malvado" de la Tierra.

3 agosto, 2023 03:07

De la profundidad del océano Atlántico al inhóspito Venus. Guillermo Söhnlein, cofundador de OceanGate, la compañía del submarino Titan, en la que hace tan solo unas semanas murieron los 5 tripulantes en su viaje al pecio del Titanic, quiere cambiar las profundidades del océano por la exploración extraterrestre. Este emprendedor argentino afincado ahora en España tiene nuevo proyecto y ha puesto los ojos en Venus para desarrollar su plan de viaje más ambicioso hasta la fecha.

Söhnlein es fundador de Humans2Venus, una fundación con sede en Estados Unidos "dedicada a explorar Venus como un destino a largo plazo para la humanidad", según reza su página web. "Nuestra misión es crear la comunidad global más grande de entusiastas generales y profesionales de Venus".

Venus es conocido popularmente como el gemelo malvado de la Tierra. Cuenta con un tamaño y composición similar a nuestro planeta, pero las condiciones en su superficie no son nada halagüeñas para la vida. Con una temperatura media superior a los 400 grados centígrados, su proximidad al Sol y su atmósfera cargada de gases tóxicos como el dióxido de carbono o el ácido sulfhídrico hacen imposible que un astronauta pueda poner un pie allí. Al menos con la tecnología actual.

"Tienes toda la razón en que cuando hablas de ir a Venus, llama la atención fuera de la industria espacial. Incluso sorprende dentro de la industria espacial", reconoce en una entrevista a BI. El objetivo final es poner a 1.000 personas a orbitar en una estación espacial alrededor de Venus y lograrlo para el 2050.

Viaje a Venus

Más que establecer una colonia en la poco acogedora superficie venusiana, los científicos que trabajan en la fundación proponen establecer una estación espacial que orbite el planea al igual que lo hace la ISS. "Después de todo, la humanidad ha tenido una presencia permanente en la órbita baja terrestre durante más de 20 años, y actualmente se están realizando esfuerzos legítimos para extender nuestra huella a la Luna e incluso a Marte", indican. "Entonces... ¿por qué no Venus?".

Venus

Venus NASA

Se trata en particular de una franja de la atmósfera de Venus situada aproximadamente a 50 kilómetros de altura respecto a la superficie. Allí, según explican, las condiciones a las que estarían sometidos los potenciales astronautas son muy similares a las de la superficie de la Tierra.

Al ser un planeta muy similar en masa, la gravedad de Venus es prácticamente calcada a la de la Tierra, por lo que las personas que se encuentren orbitando el planeta no padecerían los efectos negativos de vivir durante mucho tiempo a menor gravedad. El rango de temperatura también se mantiene entre los 0 y los 50 grados centígrados, dentro de un arco donde el agua permanece en estado líquido.

También esencial es la protección contra la radiación. Venus cuenta con escudo similar al de la Tierra, "pero no de la forma que esperas". "A medida que la luz ultravioleta del Sol bombardea la atmósfera exterior del planeta, ésta excita gases —conocidos como iones— que forman a consecuencia la ionosfera". Cuando el campo magnético del Sol interactúa nuevamente con estos iones, induce un campo magnético que envuelve al planeta. "Como resultado, los vientos solares entrantes soplan más allá de Venus y se desvían hacia el sistema solar".

Una situación similar ocurre con la presión, ya que a esa distancia de la superficie del planeta es de 1 atmósfera; igual que la presente en la Tierra a nivel del mar. "Por supuesto que hay desventajas", explican desde Humans2Venus. Por ejemplo la composición de la atmósfera que es principalmente dióxido de carbono y las nubes están compuestas de ácido sulfúrico

Sonda europea Venus Express

Sonda europea Venus Express ESA

Y más que desventajas, también hay alrededor muchas incógnitas. La primera de todas es que todavía no está clara la tecnología con la que la humanidad podrá emprender los viajes extraterrestres. Una situación en la que también está Marte, pero este último planeta cuenta con la ventaja de tener una superficie en la que poder posar las naves espaciales.

Otro de los retos que deben resolver es el establecimiento de una estación espacial alrededor de Venus y poder mantenerla a 50 kilómetros. Las órbitas tan bajas requieren de una gran cantidad de combustible, sería prácticamente como mantenerse volando continuamente con los motores encendidos para no perder altitud. Para ponerlo en perspectiva, algunos jets privados pueden volar ya a 15 km y la Estación Espacial Internacional hace lo propio a unos 400 km.

Motor nuclear

Hace tan solo unos días, la NASA y la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) anunciaron que la compañía aeroespacial Lockheed Martin ha sido la seleccionada para diseñar, construir y probar un sistema de propulsión nuclear. El objetivo es emplear la energía de fisión para acortar al máximo el tiempo de viaje hacia Marte y que podría servir también para las expediciones hacia Venus.

El funcionamiento teórico del motor de Lockheed Martin consiste en un reactor que calentaría el hidrógeno partiendo -251 grados centígrados hasta los 226, disparando este gas para generar el empuje necesario. El propulsor tan sólo se encenderá una vez la nave espacial se encuentre en el espacio para minimizar cualquier tipo de riesgo.

El concepto de motor nuclear térmico DRACO.

El concepto de motor nuclear térmico DRACO. DARPA Omicrono

El lanzamiento está programado para finales de 2025 o principios de 2026, cuando se realizará una prueba de vuelo del motor termonuclear. Lo más probable es que la nave espacial orbite en esta prueba a una altitud de entre 700 y 1.995 km, ha explicado la agencia. Una distancia lo suficientemente alta como para garantizar que la nave permanezca en órbita durante más de 300 años, o para que los elementos radiactivos del reactor se descompongan a niveles seguros, aseguran.

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