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A medida que te adentras en el CSG (Centro Espacial Guayanés) la seguridad es cada vez más intimidante, las cámaras y señales se tornan en altas vallas metálicas, que más adelante pasan a estar flanqueadas por alambre de espino.

Los pasillos del edificio de recepción de telemetría están cubiertos de colores crema, parecieran salidos de una película de la era Apollo, y nada más lejos de la realidad, pues se construyó en aquellos años.

Dentro, Rodrigo Ávila el ingenio madrileño de Operaciones de Seguridad de Vuelo espera a un equipo de EL ESPAÑOL para acompañar la primera visita de un medio a la “famosa sala del botón rojo”

Rodrigo Ávila mira a las cámaras de El Español sentado en su sitio frente al botón rojo.

Rodrigo Ávila mira a las cámaras de El Español sentado en su sitio frente al botón rojo. Rodrigo Mínguez Omicrono Kourou (Guayana Francesa)

Una gran cantidad de pantallas se ubican encima de una consola con todo tipo de botones y luces de indicadores, desde la presión de las cámaras de combustión, hasta la trayectoria, el empuje o las antenas con enlace al cohete.

Los datos son imprescindibles, pues los ingenieros dentro de la sala deben tomar la crucial decisión de “neutralizar” o explotar el cohete si algo va mal y hacer lo que suele llamarse un “rapid unscheduled disssembly”. Así se hizo en el 1996 con un Ariane 5 cuyos fragmentos descansan apoyados en las paredes de la sala: "Es para que no se nos olvide nuestro trabajo", bromea Ávila.

"Basta pulsar un botón rojo, no preguntamos a nadie" asegura Rodrigo, pues la sala está aislada, nadie puede ni debe condicionar su decisión, a pesar de los millones que eso cueste o los problemas medioambientales que suponga. “Lo importante es preservar a las poblaciones por las que pasa el cohete”

Un cohete Vega-C asciende desde la plataforma de lanzamiento en Korou, Guayana Francesa con el satélite Biomass a bordo

Un cohete Vega-C asciende desde la plataforma de lanzamiento en Korou, Guayana Francesa con el satélite Biomass a bordo Rodrigo Mínguez Omicrono Kourou (Guayana Francesa)

Esa es precisamente su línea roja, una vez el cohete sobrevuela tierra no pueden detonar el sistema de terminación de vuelo, solo avisar a las autoridades pertinentes para preparar el posible impacto.

Advierte a este medio de que tal cosa se prepara con mucha antelación: “podemos entrenar 2 o 3 meses para un lanzamiento”, pues preparan el plan de vuelo y contactan a todas las autoridades en los posibles puntos de riesgo.

El día del lanzamiento la tensión puede sentirse, asegura el madrileño, “los cristales vibran y el edificio resuena con las vibraciones del motor” pero asegura que: “siempre manteniendo la calma que nos caracteriza por estar muy bien entrenados para esta misión”