"Internet no olvida". Durante décadas esa máxima ha estado vigente, para bien o para mal. Es una frase que sólo tenía sentido gracias a la estructura descentralizada de Internet, que hacía difícil, sino imposible, borrar completamente el rastro de cualquier información que se hiciese pública.

Pero Internet ha cambiado. Ya no es simplemente un cúmulo de pequeñas redes conectadas entre sí. Internet está más centralizada que nunca, y los internautas dependemos de una cantidad cada vez menor de empresas y organizaciones para usar la "red de redes".

Google es uno de estos pilares fundamentales de Internet. Todo el mundo lo usa, y para la mayoría de la gente, "si no está en Google, no existe". Por eso, la decisión en el 2014 del Tribunal de Justicia de la Unión Europea tuvo tantas implicaciones.

El caso que cambió Internet

Hablamos del ya famoso caso en el que se falló a favor de un ciudadano español, que quería eliminar un enlace de Google a un periódico que contenía un anuncio de subasta por impago.

Un fallo que inmediatamente tuvo repercusiones, porque eso suponía que Google, y por extensión todos los buscadores web, tenían que borrar enlaces a información o datos personales si los afectados así lo solicitaban. Así se estableció el "derecho al olvido", pero esto es sólo el principio de la historia.

Porque, como ya hemos establecido, borrar algo en Internet no es tan fácil como enviarlo a la papelera de reciclaje; y desde luego, tiene muchas más consecuencias. Al menos, con la papelera de reciclaje siempre tienes la oportunidad de dar marcha atrás si te arrepientes.

Un "derecho" que nadie sabe qué implica

La implementación del derecho al olvido de parte de los buscadores ha sido torpe de necesidad; principalmente, porque nadie sabía en qué consistía exactamente, y dónde terminaba un derecho (al olvido) y dónde empezaba otro (el de acceso a la información). En medio del caos, no faltaron quienes intentaron aprovecharse de ello, más por ignorancia de lo que significaba el "derecho al olvido" que otra cosa; el caso más famoso fue el de la Infanta Cristina.

Google

Desde aquella decisión del TJUE ha llovido mucho. Nuevas normas como el RGPD o la nueva directiva de Copyright han intentado responder algunas de las preguntas que nos hicimos en su día, pero no todas. Es el propio Tribunal el que ha tenido que ir aclarando su posición con el paso de los años, apagando los fuegos nacidos por su decisión.

Y es con una de estas aclaraciones que el derecho al olvido puede haber recibido su mayor golpe hasta ahora. El TJUE ha fallado ahora a favor de Google en una reclamación presentada por el CNIL, la máxima autoridad de protección de datos en Francia.

El derecho al olvido, ¿en todo el mundo?

La reclamación de la organización francesa se basaba en una de esas preguntas que nos hicimos en su día: ¿qué pasa con el derecho al olvido fuera de la Unión Europea? La decisión del Tribunal afecta sólo a los países miembro, pero un buscador como Google tiene una versión diferente para prácticamente para país. En España tenemos google.es, en francia, google.fr, en EEUU, google.com, etc. Cada versión muestra resultados diferentes, adaptados a las necesidades y gustos de cada país.

La duda es: si un usuario pide que se borre un enlace, ¿debería ese desaparecer de todas esas versiones de Google accesibles desde otros países? Para la CNIL, la respuesta era un rotundo "sí", hasta el punto de imponer una multa de 100.000 € a Google por negarse a eliminar todos los enlaces de todas sus versiones. Ahora el TJUE considera lo contrario.

Según el fallo publicado hoy, el Tribunal considera que no existe obligación, bajo la ley europea, de extender sus leyes más allá de sus bordes. En otras palabras, el derecho al olvido termina en las fronteras europeas. Un proveedor de servicios como Google no está obligado a eliminar enlaces en otros países; sin embargo, sí que debe eliminar los enlaces de todas las versiones de sus webs accesibles desde la Unión Europea.

De esta manera, el TJUE puede haber dejado en evidencia su propia decisión del 2014; y es que, ¿qué clase de "derecho al olvido" permite "recordar" dependiendo de dónde vivas? Aunque es cierto que otros países fuera de la UE también han adoptado reglas parecidas, no es ni mucho menos un derecho universal. Lo que, de nuevo, hace que cada caso sea un mundo y volvamos prácticamente al inicio.

El derecho al olvido no sirve para nada

Porque esta decisión también supone que el derecho al olvido es absolutamente inútil. "Internet no olvida". La frase habla de la descentralización de Internet, y de cómo la información no se pierde al estar repartida por toda la red. Y de cómo, si estás dispuesto a salirte del camino, puedes encontrar cosas que supuestamente no deberías ser capaz de ver.

En el caso del derecho al olvido, este se puede saltar muy fácilmente. Si queremos encontrar enlaces que han sido borrados en nuestra versión de Google, por ejemplo, sólo tenemos que usar algún método para engañar a sus sistemas. El método más común es usar una VPN, una red privada que nos permite realizar una conexión desde servidores en otro país.

Por ejemplo, si usas una VPN de EEUU, Google mostrará la página google.com y los resultados adaptados a ese país, incluyendo los enlaces borrados en la UE.

Aunque en su día las VPN eran raras, hoy en día son cada vez más populares y fáciles de usar. Son una alternativa para evitar que nos rastreen en Internet, para acceder a servicios bloqueados en nuestro país, o ahora, para acceder a datos que no deberíamos poder encontrar.

Cabe preguntarse si el derecho al olvido tiene ahora sentido, o incluso si lo tuvo en algún momento. Lo único que ha conseguido aquella sentencia, ya histórica, es dificultar un poco el acceso a la información; datos que, en algunos casos, tienen importancia pública.

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