A diferencia de la bóveda que se encarga de guardar muestras de todas las semillas del planeta, esta segunda versión se encargará de salvaguardar los libros, documentos y archivos más importantes del planeta.

Pocos proyectos han generado tanta fascinación en los últimos años como la bóveda del fin del mundo que se construyó en Svalbard (Noruega). Un proyecto internacional que nació con el ambicioso objetivo de salvaguardar todas las plantas de la tierra de cualquier tipo de catástrofe natural o humana.

Para ello el proyecto no sólo ha tenido que recopilar semillas de todas las plantas y cultivos que existen en la tierra, si no que además ha construido un enorme búnker subterráneo a prueba de erupciones volcánicas, terremotos, radiación, crecida del nivel del mar e incluso fallos eléctricos.

boveda del fin del mundo 2

En los próximos meses, según informan desde Live Science, esta bóveda del fin del mundo puede tener un nuevo vecino de montaña: el Artic World Archive. Sólo que esta vez en vez de preservar las plantas de la tierra intentaría conservar la información más importante de nuestra historia. Una descomunal biblioteca en la que libros, documentos, fotografías y vídeos con el conocimiento que ha generado nuestra especie puedan sobrevivir a cualquier catástrofe.

Al igual que ocurrió con la primera bóveda, esta instalación estará abierta a todos los gobiernos, investigadores y estudiosos del planeta. Por lo que todos podrán aportar archivos a preservar.

Datos a salvo por más de 1 000 años

Aunque de primeras te puedes imaginar el Artic World Archive como un centro de datos gigante, la organización no va a usar discos duros para almacenar datos. De hecho, ni siquiera los va a guardar de manera digital. En vez de 1 y 0 el Artic World Archive va a usar un nuevo sistema capaz de almacenar datos digitales en una película fotosensible. Según el fundador de Piql, empresa encargada de dicha tecnología, “básicamente convertimos los datos en un código QR gigante que después capturamos en película”.

De esta forma la compañía podría conservar el conocimiento de la humanidad en un mismo soporte durante más de 1 000 años antes de que necesite traspasarlo a uno nuevo.

Por el momento los primeros países en colaborar han sido Brasil y México, que han enviado diferentes archivos históricos como su constitución o documentos del periodo Inca. Aunque según Piql aceptan documentos de temáticas tan variadas como observaciones metereológicas, planos de construcción o literatura clásica.

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