¿Matemáticas bellas? Sí, pese a que en ocasiones parezcan un quebradero de cabeza y nos sea imposible comprender operaciones que no tienen nada que envidiar a los mejores trucos de magia, lo cierto es que parecen ser muy beneficiosas para nuestro cerebro, ya no sólo porque lo hagan trabajar, sino porque el cerebro las encuentra estéticamente agradables, como pasa con la música o el arte.

Esta neurobiológica atracción ha llevado a que muchos matemáticos definan algunas fórmulas y operaciones como la mejor experiencia derivada del arte. Y ya que tenemos reciente el día de San Valentín qué mejor momento para demostrar cómo a nuestro cerebro le puede atraer tanto las matemáticas.

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Según la revista Frontiers in Human Neuroscience, los investigadores utilizaron imágenes de la resonancia magnética funcional para analizar 15 cerebros de matemáticos y ver cómo reaccionaba este órgano al ver fórmulas matemáticas. Los resultados fueron sorprendentes: la experiencia de la belleza matemática se correlaciona con la actividad de la misma parte del cerebro emocional, es decir, la corteza orbitofrontal media (donde también se guardan otras experiencias con la música o el arte).

Lógicamente, de esta forma es como ven los matemáticos a las fórmulas que a nosotros no nos parecen transmitir nada, pero nuestro cerebro no tiene la misma sensación.

“La Matemática, vista correctamente, posee no solamente verdad sino también extrema belleza, una belleza fría y austera como la de una escultura, sin apelar a ninguna parte de nuestra naturaleza más débil, sin los aspectos más hermosos de la pintura o la música, pero sin embargo, sublimemente pura y capaz de una perfección rígida como solo puede mostrar el arte más grande” Bertrand Rusell

OFC

Tras este experimento se abre un nuevo debate: ¿el cerebro interpreta como “bello” la fuente intelectual (matemáticas) o una combinación de sensaciones, imágenes e información captada por los sentidos que nos parece atractiva? De esta forma podríamos estar ante un caso en el que la belleza se podría cuantificar, pero esto son meras suposiciones.

Hasta la fecha donde se confirmen estas hipótesis, lo cierto es que no veremos esas integrales, funciones y derivadas con los mismos ojos. Solo nuestro cererbro es consciente de la belleza que esconden en su interior.

Fuente | Neuroscience News