La destrucción del gasoducto Nord Stream supuso un cambio de paradigma en la importancia de las infraestructuras críticas submarinas. El sabotaje, ocurrido en septiembre de 2022, fue el primero de una serie de operaciones que se han ido enlazando en el tiempo y han llevado a un replanteamiento de la defensa de la OTAN.
La reacción de la Alianza al asunto del Nord Stream se articuló a través de la Célula de Coordinación de Infraestructura Submarina Crítica y de un grupo de trabajo conjunto de la OTAN y la Unión Europea, pero con escaso efecto disuasorio.
En un comunicado conjunto, publicado tras la cumbre de Vilna en julio de 2023, la OTAN afirmó que "la amenaza a la infraestructura submarina es real y está en desarrollo".
"Estamos comprometidos a identificar y mitigar las vulnerabilidades y dependencias estratégicas con respecto a nuestra infraestructura crítica, y a prepararnos para disuadir y defendernos contra el uso coercitivo de la energía y otras tácticas híbridas por parte de actores estatales y no estatales".
Asimismo, aseguraron que "cualquier ataque deliberado contra la infraestructura crítica de los Aliados será contestado con una respuesta unida y decidida; esto también se aplica a la infraestructura submarina crítica".
Submarino S-71 'Galerna' junto al buque 'Neptuno'
"La protección de la infraestructura submarina crítica en el territorio de los Aliados sigue siendo una responsabilidad nacional, así como un compromiso colectivo". La declaración también menciona que la OTAN estará lista para proporcionar apoyo a sus miembros en caso de que así lo requieran.
Esta respuesta coordinada no supuso un freno efectivo para los ataques y sabotajes a las infraestructuras submarinas de países de la Alianza Atlántica. De hecho, sólo tres meses después de la cumbre de Vilna, el gasoducto Balticconnector experimentó otro incidente que dañó la infraestructura.
Según la información publicada por la Oficina Nacional de Investigación de Finlandia, los daños al gasoducto fueron, probablemente, causados por el barco Newnew Polar Bear, perteneciente a una compañía china con base de operaciones en Hong Kong.
La embarcación continuó su viaje hacia aguas de dominio ruso escoltado por un rompehielos estatal dependiente de Moscú. Asimismo, durante el mismo incidente, también estaba por la zona un buque carguero nuclear ruso.
Entre los incidentes ocurridos posteriormente se encuentran algunos importantes como los cortes de varios cables en el Báltico, ocurridos entre finales de 2024 y comienzos del 2025.
Las sospechas como responsables se han centrado, de nuevo, en Rusia y China. Concretamente en las denominadas flotas fantasma, compuestas por embarcaciones civiles en apariencia pero con un más que probable rango de actuación en la zona gris.
Uno de los puntos álgidos de estas supuestas operaciones encubiertas se produjo el día de Navidad del 2024, cuando un total de cinco cables submarinos —cuatro de telecomunicaciones y uno eléctrico— que conectan Estonia y Finlandia sufrieron importantes daños por parte del buque Eagle S.
La fiscalía finlandesa, en este caso, lo tiene claro. El pasado agosto apuntó a que fue un acto deliberado por parte de la dotación de la embarcación, que transportaba de forma ilegal crudo desde Rusia a Egipto, al arrastrar con el ancla los mencionados cables durante 90 kilómetros.
Este rosario de daños a infraestructuras críticas submarinas ha conducido a la realización de varias maniobras y ensayos conjuntos por parte de países de la Alianza. En noviembre de 2024 se llevó a cabo el Bold Machina 24 con el objetivo de probar sensores submarinos orientados a la protección de infraestructuras críticas.
Pocas semanas después, el 14 de enero de este 2025, el secretario general de la Alianza, Mark Rutte, anunció el lanzamiento de la operación Centinela del Báltico (Baltic Sentry) para reforzar la presencia militar de la OTAN en la región marítima y mejorar la capacidad de respuesta a "actos desestabilizadores" contra infraestructuras estratégicas submarinas.
El papel de la Armada
La protección y vigilancia de las infraestructuras submarinas se articula bajo el Mando Operativo de la Armada, cuyo Comandante es el Almirante de Acción Marítima, han explicado fuentes de la Armada a EL ESPAÑOL.
A esta tarea contribuyen, entre otros, el Centro de Operaciones y Vigilancia de Acción Marítima de la Armada (COVAM), con cuarteles generales en Cartagena.
Personal del COVAM monitorizando embarcaciones
Desde el punto de vista de despliegue, participan patrulleros, Buques de Acción Marítima, la Fuerza de Medidas Contra Minas y equipos de buceadores especializados, buques hidrográficos, aeronaves y vehículos no tripulados.
Asimismo, recalcan las mismas fuentes a este medio, cualquier unidad de la Armada "puede contribuir a generar el efecto de disuasión con su presencia en las proximidades de las infraestructuras".
La organización de la defensa se lleva a cabo a través del Consejo Nacional de Seguridad Marítima, en coordinación con los diferentes ministerios implicados y autoridades competentes.
Las fuentes de la Armada consultadas por este periódico afirman que se mantiene una coordinación y colaboración permanente con el Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas (CNPIC), Guardia Civil, Dirección General de la Marina Mercante, Salvamento Marítimo o las diferentes Capitanías Marítimas.
Los principales enclaves de los que se encarga la Armada son los cables submarinos de comunicaciones, gasoductos y oleoductos, interconexiones eléctricas, emisarios y conducciones esenciales.
Los tramos más vulnerables suelen ser zonas de aproximación a costa, puntos singulares —como empalmes o estaciones intermedias— y áreas de elevado tráfico marítimo o difícil acceso.
Para la vigilancia preventiva, la Armada emplea plataformas de superficie, aeronaves, sensores marítimos y sistemas subacuáticos y capacidades de fusión de información.
"En caso de incidente, se activan, en coordinación con otras autoridades competentes, equipos de buceo e intervención, medios contra minas, vehículos operados remotamente y buques o unidades adecuadas para la tarea".
Ejercicio submarino de la OTAN frente a las costas de Portugal
Precisamente, a raíz de la apuesta por el refuerzo de seguridad y vigilancia conjunto, "la protección se refuerza mediante la cooperación con la OTAN", afirman las fuentes de la Armada, que también aseguran la existencia de un enlace permanente con los mandos marítimos aliados y estructuras específicas para infraestructuras submarinas.
En particular, explican, la gestión de este tipo de circunstancias se gestionan a través de la Critical Undersea Infraestructure Coordination Cell (CUICC o Célula de Coordinación de Infraestructura Submarina Crítica), con base en Bruselas, y el Centro Marítimo para la Seguridad de las Infraestructuras Submarinas Críticas (Maritime Centre for the Security of Critical Undersea Infrastructure) que se encuadra dentro del MARCOM en Northwood (Reino Unido) y con países socios.
La labor de cooperación se fundamenta en la compartición de "información, procedimientos y adiestramiento", aseguran. Asimismo, también se trabaja en "mecanismos con la UE y otras agencias europeas, de forma complementaria".
Amenazas y medios
"En los últimos tiempos se ha observado un entorno más exigente y complejo", aseguran las fuentes de la Armada consultadas por EL ESPAÑOL. Lo que "requiere mayor atención internacional a la seguridad de estas infraestructuras".
También indican que "se ha aumentado la vigilancia y se monitorizan las actividades para poder identificar cualquier situación anómala ocasional".
Los datos exactos que manejan desde la Armada, en coordinación con el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS), son secretos. Pero aseguran que este incremento de la necesidad de la vigilancia ha aumentado, en consonancia, los "esfuerzos de prevención y preparación".
Los tres pilares sobre los que se sostiene la estrategia de la Armada en el ramo son los submarinos —el S-81 'Isaac Peral' y el S-71 'Galerna', como los únicos operativos—, los buques con capacidad de guerra antisubmarina y helicópteros SH-60B.
Las fragatas F-100 clase Álvaro de Bazán actualmente en servicio cuentan con una capacidad limitada en cuanto a la guerra submarina. Como toda plataforma, son hijas del momento en el que se llevó a cabo su diseño, en los años 90, cuando la amenaza subacuática tras la caída de la Unión Soviética no era prioritaria.
Puente de mando del buque 'Cartagena' de la Armada
Con el paso del tiempo, esencialmente desde finales de la década de los 2010 y comienzos de los años 20 de este siglo, Rusia vivió un importante resurgir submarino acompañado con el impulso naval de China. Esto ha llevado al planteamiento de las F-110 como sistemas con buenas capacidades antisubmarinas y el diseño de Buques de Acción Marítima (BAM) especializados en el ramo.
"Sin detallar prestaciones, se han incorporado o actualizado sensores y sónares", aseguran desde la Armada, en referencia a los buques actualmente en servicio. Indican también la incorporación de sistemas no tripulados y controlados de forma remota para labores de "inspección e intervención" en defensa de infraestructuras submarinas.
"Se está trabajando en la incorporación de plataformas con mayor autonomía, como es el caso del BAM de Intervención Subacuática y también se está trabajando en la evolución a sistemas de fusión y análisis de información inteligentes". Igualmente, se espera recibir el primer helicóptero MH-60R a finales de este año.
En cuanto al Ejército del Aire y del Espacio, que proporciona un importante apoyo en términos de patrullaje e inteligencia, se dio de baja en 2022 el único P-3 Orión que quedaba operativo. Actualmente, el Ministerio de Defensa ha encargado a Airbus la fabricación de aviones C295 con capacidades equivalentes.
