Ese halo de invisibilidad y discreción casi absolutas del que disponen los submarinos puede convertirse en su peor pesadilla. Un problema técnico o humano a bordo, que en buques de superficie es sencillo de solventar, puede convertirse en una carrera contrarreloj bajo el agua.
Los encargados de la navegación del submarino y de la planificación de las misiones tienen en la atmósfera respirable a bordo una de las principales limitaciones. La operativa se diseña con márgenes de seguridad muy amplios que garantizan la mezcla correcta de aire.
Pero si algo va realmente mal ahí abajo, el problema es tan serio como urgente. El S-71 'Galerna', que ha sido el protagonista del ejercicio, "puede permanecer bajo el agua unas 24 horas en una operativa normal", ha señalado el Capitán de Corbeta Eduardo Vargas a EL ESPAÑOL.
"Mandando a todo el mundo prescindible a la cama y dejando una dotación mínima activa, podría doblarse ese tiempo, pero es muy complicado". En el caso de los submarinos S-80 este aspecto cambia notablemente, con tiempos de inmersión que pueden llegar a semanas, pero la esencia de la problemática se mantiene porque nunca se sabe cuándo puede necesitarse el rescate.
El consumo de aire respirable a bordo se vuelve crítico cuando hay contratiempos de gravedad y el submarino es incapaz de alcanzar la cota periscópica para renovar la atmósfera interior.
Dotación del S-71 Galerna esperando su evacuación durante el ejercicio con el buque Neptuno al fondo
Entre la familia submarinista se tienen muy presentes accidentes como el experimentado por el buque San Juan de la Armada argentina, cuya tripulación al completo falleció inmersa en el Atlántico. Sucesos como ese reafirman la necesidad de contar con los procedimientos mejor diseñados y el personal entrenado para llevarlos a cabo.
La Armada, junto al Ejército del Aire y del Espacio y la Cruz Roja, ha realizado estos últimos días el ejercicio CARTAGO 25, la recreación de un escenario completo de operaciones de rescate de un submarino —el 'Galerna' en este caso, al estar el 'Isaac Peral' en mantenimiento— en aguas del Mediterráneo.
Se trata, según explicaron, de la segunda parte del ejercicio, que comenzó el pasado mayo con la parte humana de atención a los familiares y la forma de abordar este tipo de situaciones por parte de los medios de comunicación.
Búsqueda y rescate
"El ejercicio es coordinación y cooperación entre todos nosotros", dijo el Capitán de Navío Alfonso Carrasco, jefe de la Flotilla de Submarinos, al comenzar el briefing sobre el entrenamiento de la mañana. Recalcando la necesidad de contar con el máximo número y variedad de efectivos ante una catástrofe submarina.
La primera fase de la operación es la búsqueda del submarino. Un escenario que puede plantearse tremendamente complejo si no se conocen las coordenadas exactas y uno de los motivos por el que todo el mundo disponible se echaría a la mar en caso de ocurrir.
Otro de los aspectos que también recalcó el Capitán de Navío Alfonso Carrasco durante su intervención fue la gran diferencia que existe a nivel operativo si el rescate debe realizarse cerca de los medios propios o, en cambio, el submarino está lejos.
Despliegue de submarinistas para encontrar al buque sumergido
El ejercicio CARTAGO 25 se llevó a cabo frente a la costa de Cartagena, donde la Armada tiene todo preparado para poder hacer frente a una situación de este tipo. Por ejemplo, el buque Neptuno especializado en rescate de submarinos, el personal del Centro de Buzeo de la Armada (CAB), helicópteros a pocos minutos de la ubicación y demás medios auxiliares.
Sin embargo, el panorama cambia radicalmente cuando la operación de rescate tiene que hacerse fuera. Aquí juega un papel importante la página web de cooperación internacional, "donde todas las marinas que tienen submarinos están registradas con sus medios de rescate".
"Si nosotros tuviésemos una emergencia, lo reportaríamos ahí y todos los países que están en esa página pueden prestar ayuda", señaló Alfonso Carrasco.
Para ese caso, "los más rápidos en desplegarse son los paracaidistas de la Fuerza de Guerra Naval Especial" que están entrenados para la ejecución de misiones de rescate subacuáticas, entre las que se incluye una primera asistencia al personal embarcado.
"Como los barcos son los que más tardan en llegar, los equipos de buceadores desplegados tienen la capacidad de dar una primera asistencia al submarino", tal y como indicó José María Liarte, comandante del Centro de Buceo de la Armada y director de la Escuela Militar de Buceo.
"Tenemos medios portátiles para búsqueda y localización y, además, podemos desplegar unidades de buceadores con equipos autónomos hasta 50 metros de profundidad", afirmó. Cota negativa que se amplía con recirculadores conectados a la superficie.
Además de los medios humanos, es esencial el empleo de robots sumergibles equipados con diferentes sensores y que proporcionan una visión mucho más avanzada y menos arriesgada. Incluso la Armada cuenta con equipos autónomos de búsqueda.
Una vez localizado el submarino y con los medios requeridos en la zona, se abren dos vías paralelas de trabajo. La primera consiste en la renovación de la atmósfera interior conectando un par de mangueras desde el buque Neptuno.
Submarino 'Galerna' junto al buque 'Neptuno'
Una de ellas introduce aire respirable mientras que la otra se encarga de extraer los gases tóxicos para la vida, creando entonces una corriente artificial.
La segunda pasa por reflotar el submarino, para lo que se conectan mangueras que liberan el lastre del buque y éste regresa a la superficie, explicó el comandante Liarte.
Si la operación de reflote es inviable por cualquier motivo, la alternativa de los submarinistas es la evacuación empleando un traje especial que les protege en su ascenso a la superficie. "Es a partir de aquí cuando el servicio sanitario tiene mayor juego, ya que pueden llegar con varios tipos de patologías", ha explicado en este caso José María Liarte.
Medicina submarina
"Los especialistas en medicina subacuática son fundamentales, son nuestros ángeles custodios", afirmó el comandante Liarte. En el primer viaje, los sanitarios realizan un triaje de los submarinistas, clasificándolos según sea la gravedad de la situación de cada uno.
El ejercicio consistió en el traslado a la cubierta del buque A-62 'Cartagena' de parte de la tripulación del S-71 'Galerna', los cuales habían simulado un problema en el submarino y ya habían realizado la maniobra de escape.
El personal sanitario, tanto de Cruz Roja como de la propia Armada, se encargó de la evacuación marítima mediante lanchas. Acto seguido, ya a bordo del 'Cartagena', los militares especializados tomaron el mando y se encargaron de las primeras intervenciones médicas.
Traslado de personal del submarino accidentado al buque A-62 'Cartagena'
Según explicaron los sanitarios militares, se busca profundizar en la evaluación de los accidentados respecto al primer análisis realizado junto al submarino. Una vez completado el triaje a bordo del 'Cartagena', el siguiente paso es el reparto de tareas entre el personal y la estabilización de los que presentan situaciones más graves.
La medicina submarina tiene algunas particularidades y precisiones críticas, como la enfermedad por descompresión o los barotraumas pulmonares, que pueden causar embolias gaseosas e incluso desgarros del órgano respiratorio.
Asimismo, la Armada cuenta con varias cámaras hiperbáricas portátiles dispuestas en contenedores marítimos que pueden instalarse en casi cualquier embarcación. Este fue el caso del A-62 'Cartagena', el cual incorporará uno de estos sistemas en la parte central de la cubierta.
Los sanitarios de la rama naval de las Fuerzas Armadas españolas simularon la gravedad de uno de los integrantes de la dotación del 'Galerna', a quien internaron en la cámara hiperbárica para tratar la enfermedad por descompresión.
Entrada a la cámara hiperbárica portátil instalada en el buque 'Cartagena'
El comandante Liarte también indicó que la Armada cuenta con tres cámaras portátiles, mientras que el Centro de Buceo dispone del complejo de este tipo más grande de toda España. También había otro escenario planteado de una evacuación mediante helicóptero, pero nuevamente la mala meteorología descartó la maniobra.
Como broche final, el ejercicio CARTAGO 25 tuvo observadores de las Armadas de Argentina, Ecuador y Colombia. Los tres coincidieron la importancia de llevar este tipo de ejercicios al plano real.
Lo más común, según indicaron a este medio, es que se realicen únicamente como clases teóricas donde se explican los procedimientos, pero con una vertiente práctica casi nula. "Esto hace que la Armada española tenga un nivel muy alto", aseguró el representante ecuatoriano.
