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Donald Trump confesó este lunes a los periodistas que aguardaban la llegada de Benjamin Netanyahu a la Casa Blanca que estaba "muy confiado" de poder sellar un acuerdo de alto el fuego en Gaza con el primer ministro israelí. "Estamos trabajando en ello. Todavía hay cosas por resolver", había adelantado la víspera el propio Netanyahu en Fox News.

Antes de la comparecencia conjunta de los dos mandatarios, la Casa Blanca adelantó el plan de 20 puntos de Trump, que se compromete a que la Franja no sea "ni anexionada ni ocupada" por Israel para ser gobernada de forma temporal por una administración palestina de corte técnico y "apolítico" supervisada por un "nuevo órgano internacional transitorio" presidido por él mismo.

En esa "junta de paz", como la denomina la Casa Blanca, tendrá un asiento reservado el exprimer ministro británico, Tony Blair, además de otros "miembros y jefes de Estado" cuyos nombres serán anunciados en los próximos días. Hamás tiene 72 horas para aceptarlo. 

Autoridad Nacional Palestina

Este organismo recibirá el encargo de pilotar la reconstrucción de un enclave reducido a cenizas hasta que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Mahmud Abás "complete su programa de reformas y pueda tomar control seguro y efectivo de Gaza".

En paralelo, Trump propone crear una "zona económica especial con tarifas y condiciones preferenciales que se negociarán con los países participantes", además de un plan comercial con su nombre para "reconstruir y dinamizar Gaza".

"Nadie será obligado a salir de Gaza; quienes quieran salir podrán hacerlo libremente y regresar cuando deseen", subraya la propuesta de Trump, en cuya redacción participaron los líderes de Catar, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí. Todos se comprometieron a "fomentar" que los gazatíes "permanezcan" en la Franja.

El plan contempla, además, el establecimiento de un Estado palestino siempre y cuando "el programa de reformas de la Autoridad Palestina" se lleve a término. Sólo en este escenario, poco definido, "podrán finalmente reunirse las condiciones para un camino creíble hacia la autodeterminación y la condición de Estado palestino, que reconocemos como la aspiración del pueblo palestino", recoge la propuesta, que evita delimitar las fronteras de ese hipotético Estado.

No obstante, Netanyahu negó a través de un vídeo publicado en sus redes durante la madrugada haber aceptado la creación del Estado palestino. "Rotundamente no, ni siquiera está escrito en el acuerdo", insistió, obviando lo recogido en el punto 19.

Dentro del Gobierno israelí ya han surgido las primeras brechas. El ministro de Finanzas, el radical y colono Bezalel Smotrich, rechaza este plan al considerar que deja la "seguridad" de Israel "en manos de extranjeros y fantasías de que alguien más hará el trabajo por nosotros".

Pese a ello, y según la agencia de noticias palestina Wafa, la ANP de Abás reafirmó este lunes su interés en colaborar con Estados Unidos y sus socios para "allanar el camino para una paz justa sobre la base de la solución de dos Estados".

72 horas

Trump aseguró durante la comparecencia conjunta del lunes que, en caso de que las partes acepten la propuesta, la guerra terminará de inmediato. "Las fuerzas israelíes se retirarán a la línea acordada para preparar la liberación de los rehenes", sostiene el plan de la Casa Blanca, que recibió el visto bueno de Netanyahu.

Hamás tiene un plazo de 72 horas para aceptar la propuesta y devolver a todos los rehenes, con vida o sin ella. A cambio, Israel liberará a 250 presos condenados a cadena perpetua y a 1.700 gazatíes detenidos después del 7 de octubre de 2023, "incluyendo a todas las mujeres y niños detenidos en ese contexto".

Egipto y Catar, mediadores en las sucesivas rondas de diálogo previas, comparten la propuesta de Estados Unidos. Pero el grupo islamista palestino ni siquiera ha participado en las negociaciones que han alumbrado esta hoja de ruta de 20 puntos.

Es más, según explicó este lunes Taher al‑Nunu, antiguo asesor del difunto Ismail Haniyeh, en el canal catarí Al-Arabi, la cúpula de la organización no conocía los planes de Trump hasta que la Casa Blanca los ha hecho públicos este lunes.

En caso de que Hamás suscriba el plan, algo poco probable dada la ambigüedad del calendario de retirada de las tropas israelíes, el Ejército hebreo detendrá de inmediato las hostilidades, "incluyendo bombardeos aéreos y de artillería, y las líneas de batalla permanecerán congeladas hasta que se cumplan las condiciones para una retirada completa y escalonada", según recoge el tercer punto de la hoja de ruta de la Casa Blanca.

"Si Hamás rechaza tu acuerdo —le dijo Netanyahu a Trump durante la comparecencia de prensa, que no admitió preguntas—, Israel pondrá fin a la guerra por sí solo. Puede hacerse por la vía fácil o por la vía difícil. Pero se hará. Preferimos la vía fácil, pero tendrá que hacerse".

Reacciones: la Yihad Islámica lo rechaza

Los Gobierno de varios países árabes y europeos, entre ellos España, además de la Autoridad Nacional Palestina ven con buenos ojos este plan de paz.

Por su parte, la Yihad Islámica Palestina, otro grupo armado islamista que participó en los ataques del 7 de octubre de 2023, se opone y lo ha calificado de "receta para una agresión continua contra el pueblo palestino".

En Europa son varios los países que respaldan la propuesta, entre ellos Reino Unido, España, Francia, Italia, Países Bajos y Portugal.

También el Consejo Europeo, presidido por António Costa, quien ha afirmado que "todas las partes deben aprovechar este momento para dar una verdadera oportunidad a la paz".

Países musulmanes como Turquía, Arabia Saudí, Catar y Egipto se unen al apoyo de este plan de paz.

Dentro del Gobierno de Netanyahu, el ministro radical Bezalel Smotrich se ha opuesto ya a este plan de paz bajo el argumento de que el acuerdo significa "volver, después del 7 de octubre y tras dos años de dedicación, valentía y sacrificio de un pueblo de leones, con costos dolorosos y con logros dramáticos, gracias a Dios y con su ayuda en todos los frentes, a la vieja concepción de dejar nuestra seguridad en manos de extranjeros y fantasías de que alguien más hará el trabajo por nosotros".

"Cambiar logros concretos en el terreno por ilusiones políticas y entregarse a un abrazo de oso diplomático y ceremonias brillantes, a cánticos políticos de 'dos estados', 'los palestinos gobernarán a los palestinos', la creación de una policía palestina entrenada por Egipto y Jordania y en el discurso del conflicto, con Catar como actor central: todo este revoltijo está 'pasado de moda' y es un retorno a la concepción de Oslo", afirma Smotrich.

El reto de convencer a Bibi

Era la cuarta visita del premier israelí a la Casa Blanca en ocho meses. Netanyahu cambió el foro global de Nueva York por el centro del poder en Washington cuando tomó asiento en el Despacho Oval. Venía de sufrir el desprecio de la mayoría de las delegaciones diplomáticas durante su intervención de la pasada semana en la Asamblea General de Naciones Unidas.

Su discurso, trufado de medias verdades, exageraciones y falsedades, no convenció a una audiencia cada vez más exigente que denunció los crímenes israelíes en Gaza. Una brutal campaña militar —investigada como un genocidio en los tribunales internacionales— que acumula más de 68.000 víctimas mortales.

Trump quiere taponar la hemorragia en Gaza. Su objetivo es cerrar cuanto antes un acuerdo de alto el fuego para empezar el lucrativo proceso de reconstrucción del enclave y, de paso, impulsar su imagen de pacificador. En definitiva, hacer méritos reales —los siete conflictos que asegura haber terminado no lo son— para recibir el Nobel de la Paz.

Su enviado especial, Steve Witkoff, avanzó la pasada semana que la tregua era inminente. Cuestión de tiempo. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró este lunes en Fox News que las partes estaban "muy cerca" de cerrar un acuerdo que lleva, entre otras, la firma de Jared Kushner, el yerno de Trump, bien conectado con los jeques árabes.

Netanyahu no parecía a priori por la labor, por mucho que el plan de tregua de la Casa Blanca hubiera sido diseñado para colmar sus expectativas. Por eso, Trump emitió algunas señales de distanciamiento con su amigo Bibi. Señales, quizás, algo forzadas que buscaban limar asperezas con los países árabes. El mandatario estadounidense aseguró en público, por ejemplo, que no le permitiría anexionar Cisjordania.

Según Axios, en la Casa Blanca existía cierto hartazgo con la actitud del premier israelí. "Los árabes ya la han aceptado al 100%. Ahora estamos esperando que el presidente haga su magia con Netanyahu", comentaba un asesor de Trump citado por el digital. "Todo el mundo —y me refiero a todo el mundo— está exasperado con Bibi", decía otro.

Esa indignación tiene mucho que ver con la ofensiva aérea que Israel lanzó a principios de septiembre en el corazón de Doha con el objetivo de eliminar a la cúpula de Hamás en el exterior, que se encontraba reunida para estudiar la última propuesta de tregua de la Administración Trump.

El Gobierno hebreo no dudó en atacar el centro neurálgico de Catar, un estrecho aliado de Washington en Oriente Próximo, cuando las negociaciones seguían en curso. Netanyahu había cruzado la enésima línea roja.

La operación, que ni siquiera cumplió su cometido, propició que los países del Golfo cerraran filas y que Arabia Saudí buscara en Pakistán un nuevo amigo nuclear que pudiera proteger el reino wahabí ante futuras amenazas.

El acuerdo de seguridad entre Riad e Islamabad era un toque de atención de la Casa de Saúd a su socio americano. La reacción de Trump fue prometer a los países árabes que pondría coto a la ocupación israelí de los territorios palestinos y garantizar al emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani, que su país no volvería a sufrir ninguna agresión.

Según adelantó el Canal 12 israelí y confirmó minutos después la Casa Blanca, durante la reunión a puerta cerrada con Trump, Netanyahu pidió disculpas al primer ministro catarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, por haber violado su soberanía con el ataque aéreo en Doha, que se cobró la vida de un agente del servicio de seguridad interior de Catar.

"El tiempo es un círculo plano: en 1997, Netanyahu tuvo que disculparse con el rey de Jordania por un intento fallido de asesinar a Jaled Meshal, el [entonces] líder de Hamás, en Amán", recordó en redes sociales Gregg Carlstrom, corresponsal de The Economist.

Molesto con la disculpa de Netanyahu frente a su homólogo catarí a instancias de Trump, el ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, escribió en la red social X que el ataque en Doha era "importante, justo y sumamente moral".

No contento con eso, el líder de la extrema derecha mesiánica acusó a Catar de ser "un Estado enemigo" porque "apoya el terrorismo, financia el terrorismo e incita al terrorismo". "Ningún dinero limpiará el terrorismo de sus manos", zanja su mensaje.