Salah Abdeslam, el principal acusado y único superviviente de los comandos yihadistas que participaron en los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París y que provocaron 130 muertes, afirmó este miércoles que renunció a detonar su cinturón explosivo. Lo hizo al denunciar que no se puede condenar a alguien que no ha matado, como si fuera la cabeza del Estado Islámico.

"Cuando estás aislado las 24 horas, te dices si deberías haberlo activado. Te preguntas: ¿Hice bien al dar marcha atrás o debería haber ido hasta al final?", sostuvo en el Tribunal de lo Criminal de París, que hoy y mañana lo interroga sobre su radicalización y el periodo anterior a septiembre de 2015.

Saber si había renunciado a activarlo o si el cinturón no funcionó era uno de los grandes interrogantes de la investigación y de este juicio, iniciado en septiembre y previsto hasta el próximo mayo.

Al inicio de la jornada, el acusado ya había dejado claro que no había matado ni herido a nadie, "ni siquiera un rasguño", y había criticado el proceso en su contra, al estimar que la cadena perpetua a la que se enfrenta envía un mensaje equivocado.

"En un futuro, cuando haya alguien en un metro, en un autobús o en otra parte con una maleta con 50 kilos de explosivos y en el último momento se diga que quiere dar marcha atrás, sabrá que no tiene derecho a pensar eso porque se le va a perseguir y humillar", recalcó.

La noche de los atentados, la policía halló el cinturón de explosivos que llevaba Abdeslam, y los investigadores no habían logrado determinar si intentó detonarlo pero el dispositivo no funcionó o si renunció en el último momento a inmolarse.

Los demás miembros de las células que cometieron los atentados murieron al activar sus cinturones explosivos o por las balas de la policía.

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