El pasado mes de septiembre, la Gran Mezquita de Pantin, construida en 1926 en homenaje a los soldados musulmanes muertos en el Primera Guerra Mundial, fue clausurada por orden del gobierno francés. Su delito: haber compartido un vídeo en su página de Facebook en el que se criticaba al profesor de instituto Samuel Paty por enseñar a sus alumnos caricaturas del profeta Mahoma en una clase sobre libertad de expresión.

Apenas cuatro días después de aquello, el profesor fue decapitado por un joven checheno de 18 años residente en Normandía que había visto el vídeo y se desplazó hasta París para asesinar al maestro cuando salía de las instalaciones. Desde entonces, Francia entró en una espiral de dolor y terror que se saldó con varios ataques en la misma capital, en Niza o en las embajadas y consulados franceses en países de fe islámica.

Las palabras de Emmanuel Macron -"No nos doblegaremos"- azuzaron un avispero que nunca se ha calmado en el país vecino, pero que tampoco parece encontrar el equilibrio necesario, especialmente tras los atentados de París en 2016 y las horribles escenas de la sala Bataclan.

"Defenderemos el laicismo. Y la libertad que enseñabas tan bien. No renunciaremos a caricaturas ni a las ilustraciones", dijo Macron en el funeral de Estado que se realizó a Paty en el Elíseo. "Fue asesinado porque los islamistas quieren nuestro futuro. Ellos separan a los fieles de los infieles. Paty solo veía a ciudadanos".

"Separatismo islamista"

Un discurso continuista con su idea de luchar contra el "separatismo islamista", que ahora empieza a definir los frentes de la batalla. Desde la lucha contra el radicalismo de los jóvenes franceses hijos de inmigrantes que terminan por convertirse en lobos solitarios a reforzar la presencia francesa en los países islámicos y, desde luego, controlar a los elementos posiblemente subversivos que habitan en el mismo corazón francés.

Las imágenes del profesor, Samuel Paty, fueron difundidas en la página de Facebook de la Gran Mezquita de Pantin. Reuters

Por un lado, Gérald Darmanin, ministro de Interior, anunció este jueves que Francia había procedido a la expulsión de 66 de los 231 extranjeros en situación irregular que sus servicios tienen identificados como islamistas radicales. Además, otros 50 están en centros de retención administrativa a la espera de que se pueda tramitar su expulsión, y otra treintena están en arresto domiciliario.

"Acción masiva"

La otra línea de actuación de Darmanin, nombrado en junio dentro de la reestructuración del Gobierno de Macron, pasa por controlar las mezquitas, especialmente aquellas sospechosas por las actitudes o los discursos de los imanes que predican allí, por el origen de su financiación, por la presencia de escuelas que ofrecen una formación integrista o por la cercanía de personas a las que los servicios secretos vigilan por apología del terrorismo.

París, Lyon, Marsella, Niza... Las fuerzas de seguridad desarrollaron "una acción masiva y sin precedentes contra el separatismo" este mismo viernes en la que allanaron 76 mezquitas y lugares de culto de los 2.600 que el Ministerio de Interior ha decidido que deben ser investigados. "Las que deban estar cerradas, estarán cerradas", recalcó Darmanin en una entrevista con la emisora de radio RTL.

Darmanin, cuyo celo por la ley y el orden ha molestado a muchos parlamentarios en el partido de Macron, La République en Marche, dijo que no tenía nada en contra de la mayoría de los seis millones de musulmanes de Francia. Sin embargo, sí señaló al "enemigo interior". Según lo definió se trata de “zonas concentradas, lugares de culto claramente antirrepublicanos, donde los servicios de inteligencia siguen a los imanes y donde el discurso va en contra de nuestros valores”.

Islam francés

La última línea de actuación que quiere reforzar el Elíseo es aquella en la que el Islam que reside en Francia no pierda sólo el contacto, sino también la financiación de estados extrajeros, que son quienes han pagado buena parte de las mezquitas francesas.

Para ello, para asegurar que los ciudadanos franceses de todo credo y origen cumplen con los principios francesas, Macron está creando una "carta de valores republicanos" que los imanes del país deberán firmar si quieren tener el reconocimiento oficial del Estado. Es más, Macron ha conseguido que el Consejo Musulmán francés se reúna con él para consensuar el texto donde quedarán reflejados el reconocimiento del secularismo y la igualdad de género, así como el rechazo del Islam como movimiento político.

Como contrapartida, el Gobierno de Macron ha propuesto una mayor enseñanza del idioma árabe en las escuelas públicas francesas, aunque el presidente se está enfrentando a una campaña internacional contra su propia persona desde Turquía, Pakistán y otros países musulmanes que le acusan de estar librando una cruzada "antimusulmana".

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