Bruselas

"Tendré mi propio estilo, abierto al diálogo y a construir puentes. Quizá sea más cauto con mis tuits, al menos al principio", ha bromeado el nuevo presidente del Consejo Europeo, el liberal belga Charles Michel (Namur, 43 años) durante la ceremonia de traspaso de poderes con su antecesor, Donald Tusk, que ha brillado durante los últimos cinco años por sus intervenciones incendiarias en redes sociales. En realidad, la retórica verbosa y plana de Michel nada tiene que ver con la concisión y contundencia que exhibió Tusk al frente de la UE.

En Bruselas, a Michel se le considera una marioneta del presidente francés, Emmanuel Macron, con el que comparte familia política y con el que ha exhibido una estrecha sintonía desde su llegada al poder. Una etiqueta de la que el ex primer ministro belga pugna por deshacerse: asegura que fue la canciller Angela Merkel la que primero le sondeó para ocupar un alto cargo en la UE. Fue elegido en la accidentada cumbre del 2 de julio y toma posesión este domingo 1 de diciembre.

Otra de las etiquetas que molestan a Michel es la de ser considerado 'hijo de'. Su padre, Louis Michel (72 años), fue viceprimer ministro y responsable de Exteriores en el Gobierno de Guy Verhofstadt y comisario de Desarrollo y Ayuda Humanitaria en el primer equipo de Jose Manuel Durao Barroso entre 2004 y 2009. Lo cierto es que Michel hijo puede presumir de haber llegado mucho más lejos que su progenitor.

De hecho, ha roto muchos récords políticos. Empezó a militar en las juventudes liberales a los 16 años y obtuvo su primer puesto a los 24 años como consejero de Asuntos de Interior y Función Pública del Gobierno regional valón. Accede al Gobierno federal belga el 21 de diciembre de 2007, el día de su 32 cumpleaños, con el cargo de ministro de Cooperación al Desarrollo en el Gobierno del conservador flamenco Yves Leterme.

Tras las elecciones federales del 25 de mayo de 2014, Charles Michel se convertirá en el primer ministro más joven de Bélgica (38 años en ese momento) al encabezar una coalición formada por los nacionalistas flamencos de la N-VA y también por los democristianos y liberales flamencos. Una "coalición sueca" en referencia a la bandera de ese país, en la que los partidos liberales representan el color azul, los nacionalistas flamencos el amarillo y los democristianos la cruz.

Al frente de este Gobierno extraño pero a la vez típicamente belga, Michel deberá lidiar con la huida a Bélgica en octubre de 2017 del ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, tras la fallida declaración de independencia del Parlamento catalán. Sus socios de coalición prestan desde el principio apoyo político logístico y político a Puigdemont. Comparten el objetivo de la secesión. De hecho, el entonces secretario de Estado de Inmigración, el nacionalista flamenco Theo Francken, le ofrece asilo político en Bélgica

Desde ese momento, a Michel le tocará hacer complicados equilibrios políticos para evitar un choque diplomático con España y a la vez preservar su Gobierno. El nuevo presidente del Consejo Europeo fue el primer líder de la UE que criticó las cargas policiales durante el referéndum ilegal del 1-O. "La violencia nunca puede ser la respuesta! Condenamos todas las formas de violencia y reafirmamos nuestro llamamiento para un diálogo político", escribió en Twitter a mediodía ese domingo.

Pero en los días y meses siguientes intenta desmarcarse de sus socios de la N-VA. "Todos los ciudadanos deben responder de sus actos, incluido el señor Puigdemont. Con los mismos derechos y deberes. Sin privilegios, pero también sin ser tratados como subciudadanos", asegura Michel durante un debate en el Parlamento belga en noviembre de 2017, en el que se distancia de las criticas de los nacionalistas flamencos al Gobierno de Mariano Rajoy y pide respeto para cualquier decisión que tome la justicia belga sobre la euroorden contra Puigdemont.

Durante muchas cumbres, el ex primer ministro belga mantiene reuniones tanto con Rajoy como con Pedro Sánchez para tratar de rebajar la tensión bilateral que genera el apoyo de sus socios de Gobierno a Puigdemont y sus ataques al Gobierno español, al que los nacionalistas flamencos no dudan en tachar de autoritario y poco respetuoso de los derechos humanos.

La coalición de Gobierno de Charles Michel se rompe definitivamente en diciembre de 2018. No por Puigdemont, sino por la negativa de los nacionalistas flamencos a firmar el Pacto Migratorio de la ONU. En línea con la mayoría de partidos ultra de la UE, uno de los rasgos definitorios de la N-VA es su retórica antiinmigrantes. De hecho, comparte grupo político en la Eurocámara con Vox, pese a sus posiciones antagónicas sobre Cataluña.

Michel continúa como primer ministro en funciones hasta las elecciones del pasado 26 de mayo, en las que vuelve a ganar la N-VA pero los liberales valones pierden cinco escaños. A día de hoy, Bélgica sigue sin Gobierno. Michel fue sustituido como primer ministro hace un mes de forma provisional por su compañera de partido, Sophie Wilmès, a la espera de que se construya una nueva coalición. Desde que fue elegido presidente del Consejo Europeo, no ha vuelto a hablar de Cataluña o de Puigdemont.

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