Bruselas

Justo cuando se había esfumado cualquier optimismo y todo el mundo se preparaba para otra prórroga, las negociaciones del brexit vuelven a cobrar un impulso inesperado. La sorpresa saltó en la reunión celebrada este jueves en un hotel a las afueras de Liverpool entre el primer ministro británico, Boris Johnson, y su homólogo irlandés, Leo Varadkar. No sólo se produjo en un ambiente relajado que contrasta con la tensión de las últimas semanas, sino que por primera vez los dos líderes vieron "un camino hacia un acuerdo" sobre el escollo de la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte antes del 31 de octubre.

El buen ambiente se ha confirmado este viernes con el desayuno de trabajo que han mantenido en Bruselas los negociadores de la UE, Michel Barnier, y de Reino Unido, Steve Barclay. Una conversación que ambas partes han calificado de "constructiva". A continuación, Barnier se ha reunido con los embajadores de los 27 países miembros y les ha pedido autorización para "entrar en el túnel". Los embajadores le han dado luz verde animados por estas "indicaciones positivas", han explicado fuentes diplomáticas

El 'túnel' es la denominación que se usa en Bruselas para describir un tipo de negociaciones que se desarrollan a un ritmo de intensidad máxima y con secretismo total para evitar cualquier filtración que ponga en riesgo el acuerdo. Es decir, sólo los negociadores directos saben de lo que se está hablando y ni siquiera se informa a los Estados miembros hasta que se cierra el acuerdo (o no). El mero hecho de entrar en el túnel es ya una buena señal: significa que las dos partes ven posible un compromiso rápido.

La opacidad empezó con la reunión entre Johnson y Varadkar: nadie sabe a ciencia cierta qué oferta británica ha desbloqueado el diálogo. El método del túnel ya se utilizó en noviembre del año pasado para cerrar el acuerdo entre la UE y Theresa May que el Parlamento británico ha rechazado tres veces. En aquel momento, España se encontró con una sorpresa desagradable a la salida: se había debilitado su posición sobre Gibraltar. Ahora la delegación española no está inquieta porque sólo se discute sobre la frontera irlandesa.

Sin garantías de éxito

"La UE y Reino Unido han acordado intensificar las discusiones en los próximos días", ha  informado el Ejecutivo comunitario en un escueto comunicado tras la reunión entre Barnier y Barclay. "La Comisión volverá a hacer balance con el Parlamento Europeo y los Estados miembros de nuevo el lunes para preparar el Consejo de Asuntos Generales el martes por la mañana", añade el comunicado. Esa es la última oportunidad de finalizar el pacto antes de la cumbre del 17 y 18 de octubre. Si para entonces no hay acuerdo, la prórroga será inevitable.

"La posición de la UE sigue siendo la misma: debe haber una solución jurídicamente operativa en el Acuerdo de Retirada que evite una frontera dura en la isla de Irlanda, proteja la economía conjunta de la isla y el Acuerdo de Viernes Santo en todas sus dimensiones y salvaguarde la integridad del mercado interior", resalta Bruselas.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha desvelado que le había lanzado un ultimátum a Boris Johnson para que presentara nuevas propuestas para este viernes. De lo contrario, le amenazaba con proclamar que ya no había posibilidades de llegar a un acuerdo sobre el brexit en octubre.

Sin embargo, la reunión entre Johnson y Varadkar le ha hecho cambiar de opinión. "Los  dos vieron por primera vez un camino para el acuerdo. He recibido señales prometedoras del primer ministro irlandés de que un acuerdo todavía es posible. Por supuesto, no hay garantías de éxito y el tiempo casi se ha acabado. Pero incluso la mínima oportunidad debe aprovecharse. Un brexit sin acuerdo nunca será la elección de la UE", ha dicho Tusk.

¿Cuál podría ser el contorno de este acuerdo? Johnson ha aceptado ya que Irlanda del Norte se quede en el mercado interior mientras el resto de Reino Unido se va. Es decir, que aplique las leyes de Bruselas y no las de Londres para evitar una frontera reglamentaria en la isla. En cambio, quiere que Belfast se marche de la unión aduanera, lo que según la UE obligaría a erigir una frontera aduanera con infraestructuras de control, algo que ambas partes se comprometieron a evitar.

La solución más fácil es que Irlanda del Norte se quede también en la unión aduanera, como preveía la salvaguarda propuesta inicialmente por Bruselas. A cambio, la UE podría ofrecer como concesión un papel reforzado al parlamento norirlandés a la hora de dar su consentimiento a este estatus especial, una prioridad para Johnson, que sostiene que la salvaguarda irlandesa es "antidemocrática".

¿Será este el divorcio definitivo? El camino parece todavía muy complicado. No sólo tienen que pactarse todos los detalles en un tiempo récord, sino que además el Parlamento británico tiene que darle su visto bueno y Johnson no tiene una mayoría clara. Si no hay acuerdo en la cumbre, la única alternativa será otra prórroga corta al brexit, ya que Westminster ha aprobado una ley que obliga al primer ministro a pedirla.

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