Bruselas

Boris Johnson ha dinamitado este martes todos los puentes con la Unión Europea y ha dejado las negociaciones del brexit en estado de coma profundo. El primer ministro británico ha enfurecido a los líderes europeos por ofrecer un relato distorsionado (por no decir falso) de una conversación telefónica mantenida con Angela Merkel, que Londres ha presentado como preámbulo de la ruptura del diálogo.

En Bruselas nadie se cree la versión de la llamada con la canciller alemana que ha difundido Downing Street. Ni en la forma ni en el fondo. Sobre todo porque en los tres años de negociaciones del brexit, Merkel ha rehuido siempre la confrontación y el choque directo con Reino Unido (en público y en privado) y ha apostado por un enfoque constructivo frente a líderes más impacientes como el francés Emmanuel Macron.

Los dirigentes comunitarios atribuyen el relato a otra manipulación de Johnson para tratar de endosar a la UE el fracaso total de su plan para el brexit. Según el comunicado difundido desde Londres, "la llamada con Merkel ha demostrado que la UE ha adoptado una nueva posición". "Ella ha dejado claro que un acuerdo es tremendamente improbable y que piensa que la UE tiene derecho de veto sobre nuestro propósito de dejar la unión aduanera", prosigue Downing Street.

"Merkel dijo que el primer ministro debería dejar claro a Irlanda del Norte que tendrá que quedarse en armonización completa (con las normas de la UE) para siempre, pero ni siquiera esto eliminaría los problemas aduaneros (...) Si esto representa una nueva posición consolidada, eso significa que un acuerdo es totalmente imposible no solo ahora sino para siempre. También deja claro que (los líderes europeos) están dispuestos a torpedear el Acuerdo (de Paz) del Viernes Santo", concluye el relato.

El Gobierno de Berlín ha eludido entrar en polémicas y se ha limitado a confirmar que Merkel y Johnson hablaron por teléfono. "Como de costumbre, nosotros no damos cuenta de estas conversaciones confidenciales", alegan. Pero la Comisión Europea sí ha puesto en duda la veracidad del relato. "Son comentarios que la propia canciller no ha confirmado", ha apuntado la portavoz del Ejecutivo comunitario, Mina Andreeva.

La UE asegura seguir abierta al diálogo

Bruselas niega que las conversaciones con Londres estén al borde de la ruptura o que el acuerdo sea ya imposible. "La posición de la UE no ha cambiado: queremos un acuerdo y estamos trabajando para lograr un acuerdo con Reino Unido", asegura Andreeva. De hecho, el negociador británico para el brexit, David Frost, ha vuelto a reunirse este martes con los técnicos del Ejecutivo comunitario. 

Pero lo que más le ha dolido a la UE es que Johnson retuerza la realidad hasta el punto de acusarle de poner en riesgo el Acuerdo del Viernes Santo. Precisamente con el fin de proteger la paz en Irlanda, Bruselas ideó la salvaguarda para evitar el cierre de la frontera en cualquier escenario. Una póliza de seguros que el primer ministro británico quiere ahora suprimir a toda costa. "Bajo ninguna circunstancia aceptaremos que la UE quiere dañar el Acuerdo del Viernes Santo", se defiende la portavoz de la Comisión.

Las tergiversaciones de Johnson han hecho estallar al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, que le ha interpelado directamente a través de Twitter con un mensaje en tono muy duro: "Lo que está en juego no es ganar un estúpido juego de culpas. Lo que está en juego es el futuro de Europa y de Reino Unido, así como la seguridad y los intereses de nuestros ciudadanos. Usted no quiere un acuerdo, no quiere una prórroga ni quiere revocar (el brexit), ¿hacia dónde va?", le ha reprochado.

El ministro de Exteriores de Irlanda, Simon Coveney, en calidad de portavoz del país más afectado por el brexit, ha secundado el ataque furibundo de Tusk contra Johnson. "Es difícil no estar de acuerdo. Refleja la frustración en toda la UE y la magnitud de lo que está en juego para todos nosotros. Estamos abiertos a finalizar un acuerdo justo sobre el brexit, pero necesitamos a un Gobierno británico dispuesto a trabajar con la UE para lograrlo", ha escrito también en Twitter.

La única salida es otra prórroga del brexit

Desde que Johnson presentó la semana pasada su plan para el brexit, tanto Bruselas como Londres fingían que estaban negociando y que todavía era posible un compromiso pese a la distancia insalvable en las respectivas posiciones. El estallido de las hostilidades entre Tusk y Johnson supone el hundimiento estrepitoso de esa puesta en escena: no habrá acuerdo del brexit antes del 31 de octubre, la fecha de salida.

La única salida ahora es otra prórroga, que sería ya la tercera. Tanto la Eurocámara como la mayoría de los Estados miembros se han mostrado dispuestos a concederla si sirve para convocar nuevas elecciones o un segundo referéndum. Nadie en la UE quiere que se le culpe de un brexit salvaje, que podría convertir el frenazo económico que vive la eurozona en una recesión.

Aunque Johnson ha asegurado que en ningún caso piensa pedir una prórroga, el Parlamento británico ha aprobado la ley Benn, que le obliga a hacerlo. En Bruselas creen que el primer ministro no podrá saltársela alegremente. Pese a la inestabilidad, Reino Unido sigue siendo un Estado de derecho y el caso acabará en los tribunales. O quizá la oposición logre ponerse de acuerdo y aprobar una moción de censura contra Johnson.

Pero el Gobierno británico ya ha ido un paso más allá: pide a países 'amigos' como Hungría que veten otra prórroga y amenaza con sabotear desde dentro el funcionamiento de la UE. "Dejaremos claro en público y en privado que los países que se opongan a una prórroga pasarán a ser los primeros de la fila en nuestra cooperación futura. Y los que apoyen el aplazamiento serán los últimos en la cola", han filtrado desde Downing Street a la prensa británica.

A la UE no le impresionan las amenazas de los amigos de Johnson. "El principio de cooperación sincera es muy importante y no sólo está en los Tratados de la UE sino que Reino Unido se ha comprometido a actuar de forma constructiva y responsable durante la prórroga, a facilitar las tareas de la UE y abstenerse de cualquier medida que obstaculice estas tareas", explica la portavoz de la Comisión.

Pero lo cierto es que el clima de tensión y enfrentamiento se ha apoderado ya de las relaciones entre la UE y el Gobierno de Johnson. Una hostilidad que dificulta cualquier compromiso y convierte el brexit salvaje en el escenario más probable. Si no es el 31 de octubre, será apenas unos meses más tarde, con un Johnson que según temen en Bruselas podría salir reforzado de una convocatoria electoral.

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