Bruselas

Por primera vez en mucho tiempo, España lo tiene todo a favor para ganar poder en la Unión Europea, para recuperar la influencia y la credibilidad perdida en los últimos años por la crisis económica, que obligó a pedir un rescate bancario. La salida de Reino Unido y el desapego de los Gobiernos euroescépticos de Italia o Polonia convierten a España en socio imprescindible del eje París-Berlín para apuntalar el proyecto europeo. Las victorias contundentes de Pedro Sánchez el 28-A y el 26-M han disparado su cotización en Bruselas y lo sitúan como referente de los socialdemócratas europeos y figura clave en el reparto de altos cargos de la Unión para la próxima legislatura.

La gran paradoja es que esta oportunidad histórica sin precedentes podría quedar en gatillazo debido a la falta de candidatos españoles cualificados que hablen idiomas. Están en juego un total de cinco puestos. En primer lugar, la presidencia de la Comisión Europeala pieza más codiciada porque tiene más autonomía y visibilidad. Pero también se renuevan las presidencias del Consejo Europeo (cargo que ahora ocupa el polaco Donald Tusk), de la Eurocámara (Antonio Tajani) y del Banco Central Europeo (Mario Draghi), así como el Alto Representante de Exteriores (Federica Mogherini). Un reparto difícil de encajar, del que España puede quedar de nuevo excluida.

"No creo que España tenga un candidato a presidente de la Comisión o del Consejo y no sé si a presidente del Parlamento Europeo. Todo el mundo pone a Josep Borrell en las discusiones para Alto Representante, pero no sé si es el puesto que interesa a Sánchez", explica un alto diplomático europeo. Nuestro país tampoco puede optar a la presidencia del BCE porque el ex ministro Luis de Guindos es el vicepresidente. Hasta ahora, el presidente del Gobierno no ha desvelado a qué aspira para España y sólo ha aclarado que apoya al holandés Frans Timmermans, candidato de los socialistas europeos, como sustituto de Jean-Claude Juncker al frente del Ejecutivo comunitario.

Sánchez ha participado este viernes en Bruselas en otra minicumbre para discutir el reparto de altos cargos. Lo hace en calidad de negociador de los socialistas europeos junto con su homólogo portugués, António Costa. El anfitrión del encuentro ha sido el primer ministro belga, Charles Michel, que actúa como portavoz de los liberales junto con el holandés Mark Rutte. Los representantes liberales y socialistas ya se reunieron en la anterior cumbre del 28 de mayo: su objetivo es forjar una alianza para bloquear al candidato del Partido Popular Europeo a la Comisión, el alemán Manfred Weber. Alegan que Weber no tiene ninguna experiencia ejecutiva y que el PP ostenta el monopolio de la Comisión desde hace 15 años.

La incómoda posición de Sánchez

La principal novedad de la minicumbre de Bruselas es que esta vez sí han invitado a los negociadores del PPE, los primeros ministros de Croacia, Andrej Plenkovic, y de Letonia, Krisjanis Karins. Pese al intento de veto de socialistas y liberales, los populares europeos todavía no renuncian a la candidatura de Weber, que cuenta con el apoyo de la canciller Angela Merkel. El bloqueo podría favorecer a la candidata liberal, la todopoderosa comisaria de Competencia, Margrethe Vestager. O al principal aspirante tapado, el francés Michel Barnier, el negociador del brexit y también del PPE. 

En todo caso, la cumbre se ha celebrado con máximo secretismo. Ninguno de los primeros ministros ha querido hablar a la entrada o a la salida de la reunión. Tan sólo un anodino comunicado que asegura que "la reunión ha sido constructiva y se han identificado varios puntos de convergencia por lo que se refiere a los desafíos comunes". Los negociadores anuncian que se mantendrán en contacto en los próximos días. El reparto debe cerrarse en teoría durante el Consejo Europeo del 20 y 21 de junio.

"Sánchez tiene una posición incómoda en esta negociación", relata a EL ESPAÑOL Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid. "No está representando directamente a España sino al interés de la socialdemocracia. Su poder emana de ser el líder socialdemócrata más importante que hay ahora en la UE, en un momento en que la socialdemocracia está ganando poder", señala.

"Está defendiendo a Timmermans para la Comisión, que sería un fantástico presidente y un buen candidato para España. Su política económica podría venir bien nuestro país, sería coincidente con la del Gobierno y levantaría menos sospechas por ser holandés y no del sur. Además, es un amigo de España en el tema catalán y eso es también muy importante. Pero si Sánchez tiene éxito con Timmermans, eso significa que le costará muchísimo más trabajo sacar adelante la candidatura de un español o una española para un puesto importante", explica Molina. 

"Si Timmermans no es el elegido, en este caso sí que es verdad que sería un fracaso que no haya un español en este reparto de segundo premios", apunta el investigador del Real Instituto Elcano. A su juicio, la apuesta de Moncloa es apoyar al holandés hasta el final y si no sale -lo más probable porque no tiene apoyos suficientes en la Eurocámara- pedir para España la posición de Alto Representante para Borrell o una supervicepresidencia económica que podría quedarse el ministro de Exteriores o para la responsable de Economía, Nadia Calviño

La falta de idiomas, problema nacional

¿Por qué España no tiene candidatos para todos los cargos de la UE como el resto de países grandes? "Es verdad que Italia es un país que tiene una política europea manifiestamente mejorable, con Gobiernos muy inestables. Por no hablar del de ahora, que es un Gobierno antieuropeo. Pero siempre es capaz de encontrar individualidades en el ámbito económico, diplomático, político", indica Molina. Tres de los cinco altos cargos de la UE son ahora italianos: Draghi, Tajani y Mogherini.

"Los italianos en esto demuestran una capacidad de tener personas que se manejan muy bien en las redes personales de Bruselas, que hablan idiomas, son audaces y que están bien formados. España podría estar al mismo nivel que Italia y sin embargo no lo está", apunta el profesor de la Autónoma.

Algunas razones son coyunturales. Sánchez ha llegado hace poco al poder tras seis años de Gobierno del PP y sus ministros todavía son novatos en Bruselas. Para la presidencia del Consejo Europeo, reservada a antiguos primeros ministros, España no tiene candidatos porque los presidentes duran mucho en el cargo ("una fortaleza española") y hay pocos ex. "Se reduce todo a Rajoy y Zapatero y es verdad que Rajoy y Zapatero justamente no son buenos candidatos".

Pero también hay motivos estructurales del sistema español. Uno de los principales problemas nacionales son los idiomas, confiesan las fuentes consultadas. Todavía hay pocos políticos de alto nivel que hablen bien inglés. Las cosas están cambiando pero muy lentamente: Sánchez es el primer presidente del Gobierno que puede defenderse sin intérprete en el Consejo Europeo desde el primer día. 

"Cuando te comparas con Italia, España no tiene buenas personalidades. Tiene que ver a lo mejor con nuestro sistema político, con nuestro reclutamiento de políticos. Con partidos de aparato muy fuerte, como el PSOE o el PP, que no premian especialmente la excelencia, sino la mediocridad y la obediencia", resalta Molina. 

La última muestra se ha visto en la batalla por presidir el grupo socialdemócrata en la Eurocámara. El PSOE ha presentado para el cargo a Iratxe García esgrimiendo los 20 escaños logrados el 26-M, que le convierten en la principal delegación nacional socialista en Estrasburgo. Un argumento en teoría incontestable. Sin embargo, el actual presidente del grupo, el alemán Udo Bullmann, desafía a la española y se postula para repetir, pese a que el SPD perdió casi la mitad de sus escaños en las europeas. La votación será el 18 de junio.

"Había una fantástica candidata que era Elena Valenciano, que hubiera sido indiscutible si se hubiera presentado. Pero Sánchez la ha dejado fuera de las listas porque apostó por Susana Díaz. Esa cosa un poco cainita española de cierto sectarismo y de no buscar al mejor sino al que es más leal, eso también explica por qué España no está tan bien como debería", sostiene el investigador del Real Instituto Elcano.

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