Bruselas

La todopoderosa comisaria de Competencia, la liberal danesa Margrethe Vestager (51 años) cita a EL ESPAÑOL y otros tres periódicos europeos un jueves soleado por la tarde en un bar hipster del barrio europeo de Bruselas. Ha dormido muy pocas horas. Regresó paseando a casa a última hora de la noche tras participar en el debate final de candidatos a presidir la Comisión Europea para liberar la tensión acumulada. A las 6:30 de la mañana ya estaba en pie para salir a correr por su barrio en Ixelles.

"Siempre me pongo muy nerviosa, también porque esto es lo más cerca que he estado nunca de Eurovisión", bromea. Vestager no logró brillar en el debate televisivo, que ganó el candidato socialista, Frans Timmermans. Sus intervenciones estuvieron plagadas de vaguedades y lugares comunes en temas como inmigración o lucha contra el paro juvenil. Sólo se lució cuando le tocó hablar de su cartera y su lucha contra la elusión fiscal de las multinacionales.

Pero en la distancia cortas con los periodistas vuelve a hacer valer sus dotes comunicativas, carisma y estilo desenfadado y moderno que le han convertido en una estrella en Bruselas y Dinamarca, donde sirvió de inspiración para la protagonista de la serie Borgen, Birgitte Nyborg. Casi una hora de conversación sin consultar notas y sin presencia de ningún asesor o portavoz, algo que no es capaz de hacer ningún político español. Eso sí, también le cuesta concretar y se escabulle en los temas más espinosos, como el desafío independentista en Cataluña.

Tras meses de jugar al ratón y al gato, Vestager -que ha saltado a la fama por su ofensiva implacable contra gigantes digitales como Google, Facebook, Apple o Amazon- confiesa lo que todo el mundo intuía: sí, se postula para sustituir a su actual jefe, Jean-Claude Juncker, a partir del 1 de noviembre. Para no incomodar al presidente francés, Emmanuel Macron, que se opone al sistema de los Spitzenkandidatenel Partido de la Alianza de los Liberales y Demócratas (ALDE) no había designado a un candidato único al Ejecutivo comunitario como sí hicieron populares y socialistas. En su lugar, formó un Equipo Europa en el que estaban también Luis Garicano o el ex primer ministro belga, Guy Verhofstadt.

Pero en la recta final de la campaña, Vestager ha puesto finalmente todas las cartas sobre la mesa. Es la única candidata declarada que tiene una posibilidad real de llegar a presidenta de la Comisión. Eso podría ocurrir en un escenario en el que populares y socialistas rocen el empate en las elecciones del 26-M y necesiten a los liberales para apuntalar una mayoría estable en la Eurocámara. A su favor juega también que hay pocas candidatas mujeres y los líderes se han comprometido a respetar el equilibrio de género. Sus opciones dependen en gran medida de que tenga el apoyo de Macron, liberal como ella.

La comisaria de Competencia asegura que nunca ha sido federalista, pero tras su experiencia de cinco años en el Ejecutivo comunitario todavía lo es menos. No cree en los Estados Unidos de Europa ni piensa que la Comisión deba convertirse en el Gobierno europeo. "Ya tenemos muchos Gobiernos en Europa y sólo una Comisión, que juega un papel especial, el de mediador honesto, y me gustaría que siga siendo así", afirma.

En los medios se la describe a menudo como la candidata reticente, ¿es así como se ve a usted misma?

Creo que se debe a que tengo reservas sobre esta idea de los Spitzenkandidaten. Porque para mi es importante que el Parlamento y el Consejo decidan conjuntamente. Eso es lo que somos. Nuestra democracia europea no es una copia de otras, no viene de un libro de texto, sino que es un reflejo de cómo Europa se ha formado. Una democracia con las dos caras de los representantes directos y los Estados miembros. Creo que es importante que los Estados miembros jueguen su papel, al igual que nuestros representantes directamente elegidos. Nadie debería monopolizar la decisión.

Así que es correcto que usted es reticente.

Pero si quieres participar en un debate de candidatos como el del miércoles, tienes que admitirlo: estoy disponible también para ese cargo (presidenta de la Comisión). Lo peor que te puede pasar es que te digan que no. Eso herirá tu vanidad, pero sobrevivirás. 

¿Qué tipo de coalición piensa construir para sostener su candidatura?

Obviamente una coalición centrista que esté de acuerdo en las cuestiones fundamentales: protección del Estado de derecho, libertad de prensa, igualdad de género, lucha contra el cambio climático o biodiversidad. Forjaremos una alianza entre ALDE y la República en Marcha de Macron como gran fuerza centrista. Además, una parte de los socialistas se consideran también centristas. Lo mismo ocurre con parte de los populares y de los verdes. Pero no van a entrar aquellas fuerzas que no apoyen el Estado de derecho, la libertad de prensa o una democracia europea. Porque hay gente que se presenta para impedir que la UE funcione.

En esta coalición centrista, ¿qué papel juega Ciudadanos? ¿Qué le parece que participen en un Gobierno de coalición en Andalucía que tiene el apoyo de Vox?

Tengo una relación muy buena con Ciudadanos, ellos son parte de la familia ALDE. Creo que tenían motivos muy específicos para participar en el acuerdo de Gobierno en Andalucía, relacionados con la historia política de esa región. Yo he planteado la misma pregunta por la reputación de Vox en Europa. Y ellos me dieron respuestas que podrían  explicar por qué lo hicieron. Ciudadanos no comparte el programa de Vox, si se comparan los dos no se ven muchas similitudes. Pero tomaron esa decisión porque querían cambiar las cosas. Y no me corresponde a mi cuestionar eso.

¿Cree que algún primer ministro socialista, como el español Pedro Sánchez, podría apoyar su candidatura a presidenta de la Comisión?

Todo eso está por ver porque ahora todo el mundo tiene su candidato preferido. Los socialistas a Frans Timmermans, los populares a Manfred Weber. Si al final no es ninguno de los dos, es una incógnita qué va a pasar.

¿Cómo sería una Comisión dirigida por usted en comparación con la actual o con lo que harían Timmermans o Weber?

Es muy difícil de decir porque no se trata de diferenciarse de otros, sino de ser la Comisión que corresponde al momento actual. Hay algunas cosas que hemos hecho este mandato que han funcionado muy bien. Por ejemplo organizar el trabajo por equipos para romper la cultura de silos. O los progresos logrados en áreas como el rediseño del mercado energético. Hay muchos logros que la próxima Comisión debe asumir y aprovechar al máximo. También porque muchas medidas todavía no se han llevado a la práctica. Y eso es importante para la próxima Comisión: hacer que las cosas que ya tenemos funcionen es tan importante como proponer nueva legislación. Porque de otro modo perdemos tiempo.

Si usted resulta elegida sería la primera mujer presidenta de la Comisión, ¿qué significa para usted?

Creo que significa mucho. Porque cuando se pasa por la galería de retratos de presidentes en el Berlaymont (la sede de la Comisión), se ve toda la historia representada por hombres. Y la mitad de la población son mujeres. Parece que las mujeres sean una minoría (y no hay nada malo en ser una minoría), pero las mujeres no son una minoría. Y no es sólo un problema de las mujeres, es un problema humano y un generador de cambio. Porque en el momento en que rompemos la uniformidad en las apariencias, rompemos también la uniformidad en la forma de pensar.

Y por eso si estamos en un grupo con equilibrio de género es muy probable que tanto hombres como mujeres logren resultados diferentes y mejores que los de un grupo completamente homogéneo. Hay muchas cosas que ocurren cuando hay grupos de personas más diversos. Por ejemplo, si quieres igualdad salarial, tienes que considerar la  igualdad en permisos de paternidad y maternidad, porque una cosa depende de la otra. Si quieres impulsar ese cambio, tienes que mostrarlo. No quiero decir que haya nada malo en mis colegas hombres, pero todos nos convertimos en parte de un sistema y si quieres que el sistema cambie tienes que cambiar tú mismo.

¿Cuáles serían los pilares de una Comisión Vestager?

El primer pilar sería el cambio climático y el medio ambiente. El segundo sería la revolución industrial, todas las cuestiones conectadas con la tecnología digital, informática cuántica o biociencias. Y el tercer sería las cuestiones sociales: Estado de derecho, libertad de prensa, igualdad de género, migración. Luego estarían los comisarios con carteras más específicas, pero todos deberán tener en cuenta estos tres pilares.

Porque no se puede resolver el cambio climático sólo teniendo un comisario de Cambio Climático. Esa cuestión tiene que estar presente en todo lo que hagamos. Eso significa por ejemplo que los comisarios económicos desarrollen un indicador de Producto Interior  Bruto Verde. Se trata de impulsar el crecimiento, crear puestos de trabajo, pero al mismo tiempo lograr nuestros objetivos climáticos y medioambientales. Yo impulsé esto cuando estaba en el Gobierno danés. 

Usted es conocida en toda Europa por su lucha contra los gigantes tecnológicos como Apple o Google por sus abusos monopolísticos o su elusión de impuestos. ¿Qué tarea queda pendiente para la próxima Comisión?

Por lo que se refiere a la fiscalidad, hemos realizado progresos, pero todavía no estamos en la línea de meta. Por ejemplo, el caso de Apple en Irlanda no podría volver a ocurrir porque han cambiado su ley. Lo mismo ocurre en Holanda, Luxemburgo, Malta o Chipre. Ha habido cambios nacionales que se han producido gracias a nuestra actuación. Pero todavía faltan piezas muy importantes. Falta una tasa digital y creo que es muy importante que los europeos la impulsen para que se implante a nivel mundial. También necesitamos una base común del impuesto de sociedades. Y obligar a todas las empresas que informen de los impuestos que pagan país por país. Para que todo el mundo vea que algo no funciona si una empresa tiene trabajadores, actividad y beneficios en un país pero no paga impuestos allí.

¿Qué debe hacer la UE con los gigantes tecnológicos y todo el poder que acumulan? ¿Debería obligar a dividirlos en empresas más pequeñas?

Para nosotros sería una medida de último recurso dividir a una compañía. La idea es lograr que el mercado funcione para que pueda beneficiar a los consumidores. Y cuando hay una compañía dominante que ha hecho algo ilegal, quizá sea más fácil obligarle a compartir parte de sus datos. Porque eso puede dar a sus rivales una auténtica oportunidad de triunfar en el mercado. Estamos viendo que hay empresas con tecnología superior y grandes ideas. Pero si no tienen acceso a los datos, nunca lo lograrán porque no pueden dar los servicios que la gente espera. 

Dividir compañías conlleva dos riesgos. El primero es que las empresas pueden alegar fácilmente que se trata de una medida irreversible, con lo cual pueden ir a la justicia y pedir que se paralice hasta la sentencia final, así que estaríamos atrapados en los tribunales durante mucho tiempo. Además, tal y como funcionan estos mercados, en los que existen enormes economías de escala, si una empresa se divide en dos el riesgo es acabar generando dos compañías gigantes y si las vuelves a dividir en dos tienes cuatro empresas gigantes, porque siguen teniendo acceso a los mismos datos.

Bruselas ha abierto expedientes contra Hungría, Polonia y sopesa hacerlo contra Rumanía por poner en riesgo el Estado de derecho, pero el procedimiento es un desastre porque no hay soluciones, ¿cómo resolverlo?

Es un problema grave porque se trata de una cuestión de igualdad de trato que afecta a la vida diaria. En segundo lugar, está en juego la confianza de los inversores en el país. Yo apoyo plenamente el principio de condicionalidad (condicionar las ayudas comunitarias al respeto de los valores europeos). Eso debe ser una herramienta que se aplique a cualquier Estado miembro. Los detalles tendrán que concretarse, pero cualquiera que ponga en riesgo el Estado de derecho debe sufrir consecuencias. Porque si eres miembro de un club, no puedes simplemente coger el dinero pero no respetar las promesas que hiciste al entrar. También necesitamos más instrumentos para hacer un  seguimiento de cómo funciona el Estado de derecho en los diferentes países miembros.

¿Qué piensa sobre el proceso secesionista en Cataluña? ¿Es otra forma del auge del nacionalismo y del populismo que vive Europa?

Sólo lo he seguido a distancia. Y tiene una historia tan larga que creo que es algo diferente del populismo que vemos ahora en Europa. Y es un asunto español, no para la Unión Europea ni para la Comisión.

Pero tendrá una opinión personal sobre la crisis catalana.

Fue muy dramático y doloroso de ver, porque había mucha división y polarización entre la gente. Y eso me parece siempre muy doloroso.

¿Cuál es su plan B si no resulta elegida en la Comisión?

He acumulado muchas horas de vuelo durante este mandato, así que tendré que plantar muchos árboles para compensar.