Bruselas

Una vez más, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, ha vuelto a sorprender a los mercados con un nuevo paquete de medidas de estímulo para combatir el frenazo económico en la eurozona y la caída de la inflación. Lo más destacado es un nuevo retraso de cualquier subida de los tipos de interés -que siguen en el nivel mínimo del 0%- hasta al menos el verano de 2020. Hasta ahora, Draghi había situado el primer incremento tras la crisis primero en verano de 2019 y después a finales de este año.

Además, el banquero italiano ha desvelado que el BCE está dispuesto a utilizar más munición de su arsenal si la situación empeora: nuevos aplazamientos en la subida de tipos, reactivar el programa de compra de deuda pública que concluyó el pasado diciembre o incluso recortar más los tipos en lugar de subirlos. Un recorte que según ha aclarado se aplicaría a la facilidad de depósitos -el interés que los bancos reciben por aparcar sus fondos en el Banco Central-, que ya es negativo (-0,4%).

"De cara al futuro, el Consejo de Gobierno está determinado a ajustar todos sus instrumentos como sea apropiado para garantizar que la inflación siga moviéndose hacia su objetivo" del 2%, ha querido resaltar el presidente del BCE. 

El nivel de precios en la eurozona volvió a desplomarse hasta el 1,2% en mayo, frente al 1,7% registrado en el mes anterior, según Eurostat. La inflación subyacente -que descuenta los elementos más volátiles como son la energía y los alimentos y por eso se le considera un mejor indicador- también se hundió del 1,3% al 0,8%.

La inflación se quedará de media en el 1,3% este año y subirá ligeramente al 1,4% en 2020 y el 1,6% de 2021, según las últimas previsiones de junio del BCE. Draghi ha reconocido su preocupación por el hecho de que estas cifras están todavía muy lejos del objetivo del 2%. Pero ha querido subrayar que "no hay probabilidad de deflación y la posibilidad de recesión es muy baja".

El crecimiento se ralentiza

El retraso de la subida de tipos al menos hasta verano de 2020 "básicamente tiene en cuenta la prolongación de la incertidumbre", ha explicado el banquero italiano. Una incertidumbre que se explica por factores como las guerras comerciales iniciadas por el presidente de EEUU, Donald Trump, el brexit o la vulnerabilidad de las economías emergentes.

El BCE reitera además su compromiso de reinvertir todo el dinero de los bonos que obran en su poder y lleguen a vencimiento -alrededor de 15.000 millones al mes- para seguir adquiriendo deuda pública y mantener así los costes de financiación bajo control. 

Finalmente, el Banco Central Europeo ha anunciado que la nueva ronda de créditos baratos y de larga duración (TLTROs, en la jerga de Fráncfort) que se pondrá en marcha a partir de septiembre tendrá condiciones muy favorables para la banca, con un tipo de interés equivalente a -0,3%.

La eurozona creció un 0,4% durante el primer trimestre del año tras una expansión mínima del 0,2% entre octubre y diciembre de 2018. Pero los últimos datos e indicadores económicos "apuntan a un debilitamiento del crecimiento durante el segundo y tercer trimestres" de 2019, ha dicho Draghi. Eso se explica por la caída del comercio internacional en un entorno de incertidumbre, que está pesando sobre todo en el sector industrial de la UE.

Al mismo tiempo, el sector servicios y la construcción están resistiendo al frenazo económico y el mercado laboral continua mejorando. El BCE prevé que la eurozona crezca un 1,2% en 2019, un 1,4% en 2020 y un 1,4% en 2021. No obstante, predominan los riesgos a la baja debido a la incertidumbre provocada por factores geopolíticos, la amenaza del proteccionismo y la vulnerabilidad de los mercados emergentes.

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