Bruselas

Theresa May tiene a los líderes de la UE al borde de un ataque de nervios por su táctica de dejar correr el reloj hacia el brexit con el fin de meter miedo a los diputados británicos y lograr así que aprueben su acuerdo de divorcio. La primera ministra británica ha vuelto a retrasar la segunda votación decisiva en Westminster hasta el 12 de marzo, apenas 17 días antes de que Reino Unido diga adiós a la UE. Y se niega a pedir un aplazamiento del brexit más allá de ese 29 de marzo, pese a las presiones ya nada indisimuladas que recibe de sus socios europeos.

La cumbre entre la UE y la Liga Árabe que ha concluido este lunes en Sharm El Sheij (Egipto) -a la que no ha asistido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez- se ha convertido en escenario improvisado de una nueva ronda de contactos de emergencia para intentar desatascar el brexit. May se ha reunido allí con los presidentes de la Comisión, Jean-Claude Juncker, y del Consejo Europeo, Donald Tusk; con la canciller Angela Merkel; y con los primeros ministros de Irlanda, Leo Varadkar; Italia, Giuseppe Conte; y Holanda, Mark Rutte. La posibilidad de una prórroga que evite un brexit caótico ha estado presente en todas las conversaciones.

Tusk es el más pesimista y preocupado con la estrategia de May. A su juicio, "está absolutamente claro que no hay ninguna mayoría en la Cámara de los Comunes para aprobar un acuerdo", por lo que la única alternativa es entre "un brexit caótico o una extensión". "Creo que en la situación en la que estamos, una extensión sería una solución racional. Pero la primera ministra May todavía cree que puede evitar este escenario", se ha quejado el presidente del Consejo Europeo en la rueda de prensa final de la cumbre.

Minutos más tarde, la propia May confirmaba que su intención es apurar los plazos, ya que considera contra toda evidencia que un brexit acordado el 29 de marzo "está al alcance de la mano". "Una extensión del artículo 50, un aplazamiento en este proceso, no produce una decisión en el Parlamento, no produce un acuerdo. Lo que hace es precisamente lo que la palabra aplazamiento dice: sólo retrasa el punto en el que llegar a una decisión. Y creo que cualquier extensión del artículo 50 no afronta el problema", se ha justificado.

"Lo que he notado en todas mis conversaciones con los otros líderes en Sharm el Sheij y en los últimos días es una auténtica determinación para encontrar una salida que permita a Reino Unido dejar la UE de forma ordenada y sin problemas con un acuerdo", sostiene la primera ministra. 

"Despertad, esto es real"

May lo fía todo ahora a los resultados de la negociación de último minuto que ha emprendido personalmente con Juncker con el fin de obtener nuevas concesiones sobre la salvaguarda para evitar una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte. Los euroescépticos de su propio partido temen que esta salvaguarda atrape indefinidamente a Reino Unido en una unión aduanera con la UE y exigen que tenga un límite temporal o una cláusula unilateral de salida.

Pero los líderes europeos ya le han dicho a Londres por activa y por pasiva que no renegociarán el Acuerdo de Retirada ni el protocolo sobre Irlanda. La solución que negocian Juncker y May se basa en un apaño sin valor jurídico: cambios en la declaración política sobre las relaciones futuras entre Bruselas y Londres, un texto interpretativo sobre el protocolo y la promesa de que se trabajará en soluciones tecnológicas alternativas. 

En las negociaciones sobre estos cambios cosméticos "se están haciendo progresos", ha dicho Juncker este lunes tras ver a May. El objetivo de la Comisión es que sean aprobados por los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 en la cumbre del 21 de marzo (apenas 7 días antes del brexit), siempre que antes hayan logrado el visto bueno del Parlamento británico. El equipo de May vuelve a reunirse este martes en la capital belga con el negociador jefe de la UE, Michel Barnier para proseguir el diálogo.

Pero muy pocos en Bruselas creen que este esfuerzo sirva para convencer al Parlamento británico. "Estamos caminando como sonámbulos hacia un escenario de brexit sin acuerdo. Es absolutamente inaceptable y vuestros amigos tienen que sonar la voz de alarma. Holanda es uno de vuestros mejores amigos y tenemos que ser muy claros: despertad, esto es real. Llegad a una conclusión y cerrad el acuerdo", le ha dicho a la BBC el primer ministro holandés, Mark Rutte.