Bruselas

De cerca, el negociador de la Unión Europea para el brexit, el conservador francés Michel Barnier (66 años), se parece poco a la imagen que ha construido sobre él la prensa sensacionalista británica: enemigo de Reino Unido, azote de la City de Londres o el hombre más peligroso de la UE. Su figura recuerda más bien a la de un galán de otro siglo, un auténtico gentleman pero francés. Alto (1,84) y deportista, frondosa cabellera gris, ojos azules, siempre vestido impecable de traje y corbata e incapaz de perder la compostura. Los que le conocen aseguran además que es una persona pragmática, que sabe escuchar y prefiere la búsqueda del consenso a la confrontación.

Barnier ha sido designado negociador único de la UE para el brexit por los jefes de Estado y de Gobierno de los 27. Representa a la Comisión y fue propuesto por su presidente, Jean-Claude Juncker, pero debe rendir cuentas a los líderes europeos a cada paso. Dirige un equipo de una treintena de personas, con expertos especializados en diferentes áreas temáticas, como asuntos jurídicos, mercado interior o la factura de salida de Reino Unido. Entre ellos, el español Antonio Fernández-Martos, que fue director general de Comercio en el ministerio de Economía y ahora se encarga también de comercio y aduanas en el equipo brexit.

Desde que tomó posesión del cargo en octubre del año pasado, Barnier ha viajado ya a las 27 capitales para preparar las conversaciones de divorcio y acaba de iniciar una segunda ronda. Este miércoles toca su segunda visita a Madrid, donde le reciben el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; y los ministros de Exteriores, Alfonso Dastis; y Economía, Luis de Guindos. Además, comparece en la comisión mixta de Asuntos Europeos del Congreso de los Diputados.

Entiende la posición española

El Gobierno español está muy satisfecho con la labor desempeñada hasta ahora por Barnier, en particular por haber asumido sus tesis sobre Gibraltar: España tendrá poder de veto en cualquier decisión sobre las relaciones futuras entre el Peñón y la UE tras el brexit. "Barnier tiene la experiencia y la capacidad necesaria para liderar con éxito las negociaciones sobre el brexit", explica a EL ESPAÑOL el líder del PP en la Eurocámara, Esteban González Pons, que ejerce además de portavoz de los populares europeos para todos los temas relacionados con las conversaciones de divorcio con Londres.

Pero avisa de que el negociador sólo será eficaz si cuenta con un mandato claro y unánime de las capitales. "Es fundamental que durante todo este proceso, que será largo y con momentos de tensión y de dificultad, los 27 países de la UE se mantengan unidos para que su papel sea efectivo y logremos un resultado satisfactorio", resalta González Pons.

Barnier conversa con el comisario de Energía, Miguel Arias Cañete Mauro Bottaro/EC

El jefe de la delegación del PSOE en el Parlamento Europeo, Ramón Jáuregui, cree que la estrategia del negociador de la UE "es dura pero correcta e inteligente". "Barnier ha entendido y respaldado la perspectiva de España. En sus directrices ha recogido la posición española sobre la cuestión de Gibraltar, para que sea tratada de modo bilateral entre España y Reino Unido, y este punto de vista ha contado con el apoyo de todos los países", señala Jáuregui a este periódico.

Casado y con tres hijos, la enorme experiencia en política nacional y europea es sin duda el mayor activo del negociador de la UE para el brexit. "Tiene una gran cantidad de conexiones y vínculos con todas las capitales", resalta en conversación con EL ESPAÑOL un miembro de su equipo.

Son 40 años de vida política entre París y Bruselas con múltiples resurrecciones. Ha sido ministro en Francia en tres ocasiones -Medio Ambiente (1993-1995), Exteriores (2004-2005) y Agricultura y Pesca (2007-2009), además de secretario de Estado de Asuntos Europeos. En esta última función, participó en las negociaciones del Tratado de Ámsterdam, donde tuvo como homólogo a David Davis, que será el negociador de Reino Unido para el brexit si es confirmado tras las elecciones anticipadas del 8 de junio.

Barnier ha ejercido además de comisario en Bruselas dos veces: Política Regional (1999-2004) y Mercado Interior y Servicios Financieros (2010-2014), a lo que hay que sumar varios años de eurodiputado.

¿Enemigo de Londres?

¿Pero puede resultar eficaz como negociador una persona cuyo nombramiento fue recibido en Reino Unido como un acto de guerra? Las relaciones entre Bruselas y Londres atraviesan su peor momento desde el referéndum del año pasado, y eso que las conversaciones de divorcio aún no han empezado. No lo harán hasta después de las elecciones de junio.

Tras la desastrosa cena de finales de abril en Londres en la que participó Barnier y también Juncker, May ha acusado a la Comisión de tratar de interferir en estos comicios para sabotear su victoria. Los dirigentes de la UE reclaman a la primera ministra británica "moderación" y "respeto" si no quiere que el diálogo naufrague de forma prematura. Y el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, se burla de que el inglés pierde peso en Europa por el brexit. Reino Unido y la UE discrepan sobre el orden de las negociaciones, la factura de salida o el estatus de Gibraltar.

Barnier comparece en la Eurocámara junto a Juncker Etienne Ansotte/Comisión Europea

"Barnier es el mejor hombre para este trabajo", asegura a EL ESPAÑOL Pierre-Jérôme Henin, que fue su portavoz durante su primera etapa en la Comisión y en el ministerio de Exteriores galo. "Tiene las cualidades que se necesitan para llevar a buen puerto estas negociaciones: sabe escuchar, es diplomático y capaz de generar consensos. Es alguien capaz de sentar a la misma mesa a personas que ni se hablan. Al mismo tiempo, sabe mostrarse firme, tenaz y no se rinde, lo que es importante en unas conversaciones que serán difíciles", apunta Henin.

A su juicio, los que le tachan de enemigo de Reino Unido no tienen razón. "No siente ninguna hostilidad hacia Londres", sostiene su ex portavoz. Y recuerda un episodio que el propio Barnier ha relatado en sus ruedas de prensa sobre el brexit: la primera vez que votó, en 1972 cuando tenía 21 años, fue para apoyar la adhesión de los británicos a la entonces Comunidad Económica Europea. "Él tiene una misión, que es concluir con éxito la negociación (de separación). No va a convertirlo en una disputa personal", asegura Henin.

Las acusaciones a Barnier de ser antibritánico se remontan a su etapa de comisario de Servicios Financieros, entre 2010 y 2014. Él fue el responsable de poner en marcha toda la regulación de la UE para poner coto a los excesos que llevaron a la crisis financiera de 2007-2008. En total, 41 piezas legislativas que cubrían desde la banca o los seguros hasta las agencias de calificación de riesgos o las auditoras. Un torrente normativo que muchos analistas y políticos británicos interpretaron como un intento de asfixiar a la City de Londres en beneficio de París o Fráncfort.

De hecho, el negociador de la UE hizo perder los nervios durante una reunión en Londres al entonces gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, que acabó dando un puñetazo en la mesa en un ataque de furia, según el relato de la prensa británica. La realidad es mucho más prosaica. Durante todo este periodo, el político francés exhibió un enfoque pragmático y conciliador e hizo muchos esfuerzos para no dejar a Reino Unido en minoría. Finalmente, Londres sólo votó en contra de dos de sus normas: el tope a los bonus de los banqueros (que en realidad no fue iniciativa de Barnier sino de la Eurocámara) y las restricciones a las ventas a corto, las apuestas bajistas en la bolsa.

En esa época, le gustaba mostrar los periodistas al principio de cada rueda de prensa, durante cinco años y hasta el punto del aburrimiento, el gráfico-calendario con sus todas sus propuestas y diferentes colores según su grado de ejecución. "Él tiene una hoja de ruta y se ciñe a esa hoja de ruta", subraya su ex portavoz.

Lejos de París

Barnier, durante su primera rueda de prensa como negociador del 'brexit' François Lenoir/Reuters

Sus colaboradores destacan que es una persona amable y accesible que nunca pierde los nervios y con la que es fácil trabajar. Eso sí, siempre muy serio y formal. "Sobre el humor, he progresado, pero digamos que todavía tengo margen (de mejora). Y los políticos no estamos aquí para divertir", explicaba recientemente a Le Monde. Las críticas más despiadadas le han llegado de su propio partido, del ex presidente Nicolas Sarkozy, que se quejaba de su falta de personalidad: Barnier es "blando" y "tiene el carisma de una ostra".

Nacido en la localidad de La Tronche, en el departamento alpino de Saboya -donde fue elegido diputado regional con sólo 22 años y representante para la Asamblea Nacional con 27 años-, el negociador de la UE ha tenido que enfrentarse al esnobismo de la élite intelectual parisina, que le considera un político de provincias. Barnier no pasó por la prestigiosa Escuela Nacional de Administración (ENA), donde se ha formado la mayoría de la clase dirigente francesa, entre ellos el nuevo presidente Emmanuel Macron. "Un diplomático francés me dijo que Barnier está bien, ça va, pero que tenía que saber que no era un enarca", explicó a la BBC Jack Straw, que coincidió con él cuando era ministro de Exteriores británico.

Una de sus mayores victorias personales fue lograr que la ciudad de Albertville albergara los Juegos Olímpicos de Invierno de 1992, cuyo comité organizador copresidió. Su peor derrota: el no de Francia a la Constitución Europea en el referéndum de 2005, tras el cual fue fulminantemente destituido como ministro de Asuntos Exteriores. En 2014 se postuló como candidato a presidir la Comisión Europea, pero al final se le impuso Juncker. Pese a la disputa, el luxemburgués recuperó rápidamente a Barnier, primero como consejero en materia de defensa y después de negociador jefe para el brexit.

Amante de la música jazz, el montañismo en los Alpes sigue siendo una de sus grandes pasiones. Una afición que comparte con la primera ministra británica y que espera que sirva para limar aristas en las negociaciones. "Se aprende a poner un pie delante del otro, porque el terreno puede ser escarpado; se aprende a prestar atención a los accidentes del terreno; se aprende a guardar energía, porque el camino es largo; y hay que mirar todo el tiempo a la cumbre, que para ella y para mi son los resultados (del brexit)", dijo en su última rueda de prensa.