Bruselas

¿Será este fin de semana la última vez que haya que atrasar el reloj en la UE? Como cada último domingo de octubre, toca cumplir el ritual del cambio de hora estacional: A las 3:00 de la madrugada volverán a ser las 2:00. Una hora más de sueño y regreso al horario de invierno para ganar luz a primera hora de la mañana. El 84% de los europeos -un porcentaje que en el caso de España sube al 93%- quiere abolir el cambio semestral de hora, según los resultados de la consulta pública que organizó Bruselas en verano. Se quejan de su impacto negativo en la salud y de que no sirve para ahorrar energía. La consulta registró una participación récord de 4,5 millones de ciudadanos (que en todo caso representa únicamente al 0,9% de la población).

La Comisión de Jean-Claude Juncker ha visto en estos resultados tan contundentes un filón para recuperar popularidad y ganar adeptos a la causa europeísta. Algo especialmente importante de cara a las elecciones a la Eurocámara de mayo de 2019, marcadas por el auge de las fuerzas populistas. Apenas horas después de que se filtraran las cifras, Juncker anunció que presentaría una propuesta legislativa para poner fin al cambio de hora ya desde 2019. Los Estados miembros serían libres, eso sí, para decidir si quieren quedarse de forma permanente en la hora de verano o en la hora de invierno.

Según los planes de Bruselas, cada Gobierno debe notificar su intención de adoptar para siempre la hora de verano o de invierno como muy tarde en abril de 2019. El último cambio obligatorio a la hora de verano tendría lugar el domingo 31 de marzo de 2019. A continuación, los Estados miembros que deseen volver al horario de invierno podrían efectuar un último cambio de hora el domingo 27 de octubre de 2019. A partir de esa fecha no se podrían efectuar más cambios.

Sin embargo, el calendario acelerado propuesto por el Ejecutivo comunitario ha chocado con la resistencia de la mayoría de los Estados miembros. Les parece precipitado. "Está muy bien decir que va a abolirse el cambio de hora pero, ¿qué pasa después?", relatan a EL ESPAÑOL fuentes diplomáticas. Los Gobiernos piden más tiempo. Primero, para decidir si se quedan en el horario de verano o en el de invierno: muchos países han encargado análisis de impacto y tienen previsto organizar consultas públicas. Y después para coordinarse con sus vecinos y evitar un caos que multiplique los husos horarios en Europa.

En Europa nada es nunca simple

La solución que plantea Austria, que ocupa la presidencia de turno de la UE, es aplazar la abolición del cambio de hora al menos hasta el año 2021. Una prórroga de dos años para examinar con más calma todas las consecuencias y facilitar la coordinación. Esta es la propuesta de compromiso que trae Viena a la reunión informal de ministros de Transporte que se celebra el lunes 29 de octubre en la ciudad austriaca de Graz, de acuerdo con las fuentes consultadas por este periódico. Será la primera vez que esta cuestión se examine a nivel ministerial.

"Hay discusiones sobre este tema entre bastidores en la UE. En Europa nada es nunca simple", confesaba este viernes el primer ministro belga, Charles Michel, en una entrevista a la cadena RTBF. Según ha desvelado, Holanda se encuentra entre los países que piden más tiempo, mientras que Bélgica organizará una consulta para decidir si se queda en la hora de verano o la de invierno. "Es necesario que haya una concertación con nuestros vecinos europeos porque, desde mi punto de vista, tendría sentido que al menos el Benelux, Francia e Italia conserven el mismo huso horario", alega Michel.

Portugal, Chipre, Polonia, Irlanda, Grecia y Malta son los países cuya población apoya de forma más mayoritaria quedarse para siempre en la hora de verano, mientras que Finlandia, Dinamarca, República Checa y Holanda prefieren un horario de invierno eterno, según los resultados de la consulta de Bruselas. En España, la mayoría (57%) opta también por el horario de verano. Grecia y Chipre son los dos únicos países donde gana la opción de mantener el actual sistema de cambio estacional de hora.

Pese a las dudas de los Estados miembros, el Ejecutivo comunitario sigue presionando para acabar con el cambio de hora antes de las elecciones de mayo de 2019. "La Comisión ha hecho una propuesta con un calendario muy ambicioso porque queríamos responder a las preocupaciones de los ciudadanos, que han dicho que no quieren cambiar más la hora dos veces al año. Ahora veremos cómo se desarrollan las negociaciones. Pero nuestro plan sigue sobre la mesa y vamos a defenderlo", dice su portavoz, Mina Andreeva.

Portugal, en contra de abolir el cambio de hora

El Gobierno de Pedro Sánchez todavía no ha tomado una postura definitiva en este debate. Moncloa ha creado una comisión de expertos cuya tarea consiste examinar los pros y los contras tanto de mantener como de abolir el cambio de hora y cuál sería el escenario ideal para España. Una vez que los técnicos entreguen su informe, el Gobierno decidirá qué hacer. El expediente no lo lleva el ministerio de Fomento, como en la mayoría de países de la UE, sino vicepresidencia.

De momento, sólo el Gobierno portugués se ha expresado de forma contundente en contra de acabar con el cambio de hora. Se basa en un informe del Observatorio Astronómico de Lisboa, cuya conclusión es que el escenario que más conviene a Portugal es mantener el régimen actual. "No veo motivos para contradecir a la ciencia y hacer algo discrecional", ha dicho el primer ministro, António Costa, en una entrevista televisiva. Pero la decisión se adoptará en la UE por mayoría cualificada y Portugal no tiene poder de veto. La Eurocámara, que también debe aprobar la reforma, apoya poner fin al ritual de los atrasos y adelantos del reloj.

La mayoría de los Estados miembros tiene una larga tradición de cambio de hora, que en algunos casos se remonta hasta la Primera y Segunda Guerras Mundiales y  en otros a la crisis del petróleo de los años 70. En su origen, el objetivo principal era ahorrar energía. La UE aprobó su primera directiva sobre el cambio de hora en los años 80 para unificar las prácticas de los diferentes países y evitar contradicciones que pusieran en riesgo el mercado único.

Sin embargo, según los últimos estudios que maneja la UE, el ahorro energético que se consigue es "marginal", entre el 0,5% y el 2,5% del total del consumo dependiendo del país. En cambio, los efectos sobre la salud y los biorritmos humanos "podrían ser más importante de lo que se suponía". Un creciente número de vecinos o socios comerciales de la UE ha optado por no aplicar el cambio de hora, como Islandia, China, Rusia, Bielorrusia o Turquía.